Según la OMS, se entiende por zoonosis (del griego zoon, “animal”, y nosos, “enfermedad”) o enfermedad zoonótica a todas aquellas enfermedades infecciosas que son transmitidas de manera natural entre los animales vertebrados y los seres humanos.
El día designado por la OMS para celebrar el Día Mundial de las Zoonosis, y recordar con ello la importancia que tiene velar por la salud de los animales con el fin de proteger la nuestra, es el 6 de julio. Como dato curioso, diremos que se ha elegido el mismo día en el que el científico químico y bacteriólogo francés Louis Pasteur inoculó, en el año 1885, la primera dosis de la vacuna frente a la rabia al niño Joseph Meister, que había sido atacado y mordido por perros infectados.
Algunas de estas enfermedades zoonóticas son muy frecuentes y conocidas. Hablamos de la malaria, rabia, tuberculosis, leishmaniasis, listeriosis, triquinosis o toxoplasmosis. Por otro lado, la gran mayoría de las enfermedades emergentes como la COVID-19, el ébola o el VIH, presentan un origen animal. Recordemos que el VIH comenzó como una zoonosis, para más tarde mutar en cepas exclusivas de los humanos.
Según el tipo de microorganismo (bacterias, virus y parásitos, entre otros) se pueden clasificar en:
Según sea la transmisión desde animales vertebrados a los seres humanos de manera directa, indirecta o a través de vectores, nos encontramos con:
Algunos ejemplos de posibles zoonosis de transmisión alimentaria declaradas por la AESAN (Agencia Española de Seguridad Alimentaria y Nutrición) en los últimos años en España son:
https://www.aesan.gob.es/en/AECOSAN/web/seguridad_alimentaria/ampliacion/2021_289.htm
https://www.aesan.gob.es/eu/AECOSAN/web/seguridad_alimentaria/ampliacion/2022_248.htm
https://www.aesan.gob.es/va/AECOSAN/web/seguridad_alimentaria/ampliacion/208_2022_amp2.htm
Entre las posibles causas que pueden explicar el aumento del número de casos de zoonosis en todo el mundo nos encontramos con una fundamental: la globalización, que lleva consigo un incremento en el tráfico internacional no solo de mercancías sino también de personas. Esto facilita la propagación de las enfermedades transmisibles ya conocidas y además la posibilidad de aparición de nuevas enfermedades con riesgos aun por conocer.
Cambios en los hábitos alimentarios del ser humano por el ritmo de vida que lleva a comidas rápidas, poco elaboradas, etc.
La creación y puesta en práctica de nuevas tecnologías para almacenar y conservar alimentos que contrariamente a lo que se podría imaginar predisponen a una multiplicación de algunos microorganismos (Listeria en alimentos envasados al vacío).
El contacto cada vez más habitual entre fauna doméstica y fauna salvaje que trae consigo el traslado de determinados patógenos desde estos últimos hacia los primeros para en último lugar alcanzar al ser humano.
Las cada vez más habituales resistencias a los antibióticos.
La crisis sanitaria y económica que hemos vivido con la COVID-19 nos ha recordado la imperiosa necesidad de crear, desarrollar y aplicar un concepto único capaz de interrelacionar la salud humana con la salud animal y la salud medioambiental. En el conocido enfoque One Health. Si velamos por la salud de los animales además podremos proteger la salud de las personas.
Las zoonosis son un problema importante de salud pública en todo el mundo debido a la relación, cada vez más estrecha, entre los seres humanos y los animales en sus diferentes entornos: el natural, el medio agrícola y, sobre todo en nuestra vida personal, como animales de compañía.
En España, y a raíz de la pandemia por COVID-19, nos encontramos con un espectacular aumento en el número de animales de compañía, alcanzándose los 15 millones de nuevos habitantes en los hogares españoles. Este dato, que tiene visos de no quedarse en una simple anécdota, refleja el profundo cambio social que estamos presenciando, con una transformación del estilo de vida, con un descenso brusco de los nacimientos y un aumento de las personas que deciden vivir solas. Estos cambios dibujan una oportunidad para la categoría de veterinaria dentro de la farmacia comunitaria.
El aumento en el número de animales de compañía ha traído consigo la paradoja de encontrarnos con que, en los hogares españoles existen más mascotas que niños menores de 15 años (6,6 millones a primeros de este 2022).
Como hemos mencionado anteriormente, además de cuidar tanto la salud humana como la salud animal si queremos mejorar la profilaxis de las zoonosis debemos actuar también sobre la salud medioambiental. Se considera que el 75 % del medio terrestre y el 65 % del entorno acuático han sido gravemente alterados por la acción del ser humano. Además, el 25 % de la cubierta forestal perdida es suficiente para incrementar posibles contactos entre humanos y ganado con animales silvestres, lo cual puede llegar a disparar la transmisión de zoonosis.
Estos datos nos permiten comprender la importancia que tiene en la aparición de zoonosis el cuidado que tengamos del medio ambiente. Es necesario instaurar políticas de salud pública que tengan en cuenta todos aquellos factores que elevan su riesgo y puedan poner en peligro el control de las zoonosis: el cambio climático, los incendios forestales, el abandono de animales en la vía pública o el aumento en la relación existente entre hombre y animales silvestres.
Conseguir una óptima sanidad animal garantiza, por un lado, la seguridad en el abastecimiento de los alimentos y, por otro, es fundamental para la economía y la conservación de las diferentes especies animales existentes.
Recordemos que no todas las enfermedades animales representan un riesgo directo para el ser humano pero sí pueden repercutir económicamente, ya que para muchas personas la existencia de una sanidad animal va más allá de una pura cuestión de salud, ya que sus puestos de trabajo y sus medios de sustento tienen una relación directa con aquella.
La industria farmacéutica en su continuo afán de ayudar a garantizar un alto nivel de salud pública y de seguridad alimentaria en todo lo referente a la salud de los consumidores, colabora con la continua elaboración de medicamentos veterinarios. Estos fármacos, aunque pueden conseguir preservar la salud animal, si se manejan de manera incorrecta pueden provocar:
Efectos nocivos a los consumidores de carne.
Diferentes patologías si no se respetan los tiempos necesarios para que el animal los elimine, en su totalidad, de su organismo.
Conozcamos algo más de la legislación que regula este tipo de medicamentos, comenzando por algo básico pero que no conviene olvidar. Los medicamentos veterinarios tienen unas normas legislativas diferentes a las que rigen a los medicamentos de uso humano. Esas diferencias las encontramos básicamente en lo referente a su registro y al proceso de autorización de su comercialización.
Existe una normativa europea que regula qué medicamentos y cómo deben administrarse para tratar aquellas enfermedades que afectan a los animales productores de alimentos. El fin de esta normativa es asegurar que no queden residuos del medicamento que puedan llegar a afectar a la salud del consumidor final.
Los medicamentos veterinarios están sujetos de igual manera que los de uso humano a unas estrictas medidas de control técnico y jurídico durante toda su vida. Por el contrario, una diferencia radica en su dispensación, estando limitada la de medicamentos de uso humano al ámbito de la farmacia comunitaria, mientras que existe la posibilidad de dispensar medicamentos veterinarios en tres tipos de establecimientos:
Farmacias comunitarias
Entidades y agrupaciones ganaderas que tengan servicio farmacéutico garante y solo para sus socios.
Comerciales veterinarias, detallistas con servicio farmacéutico garante.
En la actualidad, la legislación autoriza tanto a la distribución como a la venta de medicamentos veterinarios sin receta a otros establecimientos, destinados a gatos, perros, peces de acuario, animales de terrario, pájaros domiciliarios y pequeños roedores.
Un farmacéutico formado es clave en la prevención de este tipo de enfermedades. Una pronta identificación de los patógenos presentes en los animales permitirá una rápida respuesta que impida que llegue a convertirse en una amenaza real para la salud.
Además, con su conocimiento, el farmacéutico puede ayudar a mejorar el uso racional de los medicamentos veterinarios y reducir el riesgo de aparición de zoonosis. Así se podrán prevenir o retrasar al máximo posibles futuras pandemias. Puede actuar, por tanto, en su prevención, detección y control.
Aunque la categoría de veterinaria ha ido perdiendo protagonismo en las cajoneras y estanterías de la farmacia comunitaria, en los últimos años, ha ocurrido que, a raíz de la aparición de la COVID-19, el brote de monkeypox (viruela del mono) y la promoción del enfoque One Health, se ha disparado la necesidad y la relevancia de este tipo de medicamentos. Debemos volver a ser protagonistas y posicionarnos en la lucha frente a sus posibles impactos, gracias a nuestra vertiente asistencial dentro del engranaje sociosanitario.
El farmacéutico es un punto sanitario accesible, gracias a las 22.198 farmacias distribuidas por todo el territorio nacional, con una reconocida confianza por su profesionalidad y conocimiento en materia de salud. En caso de urgencia, la farmacia comunitaria y sus farmacéuticos son la solución más rápida y cómoda para retirar la medicación para las mascotas.
La primera intervención del farmacéutico será recordar que las zoonosis se transmiten de animales vertebrados al hombre a través de bacterias, virus, parásitos, etc.
Al presentar diferentes mecanismos de transmisión va a dificultar el establecimiento de protocolos de prevención generales, ya que diferirán según el tipo de patógeno. Por este motivo, se recomienda conocer, al menos, las zoonosis que son objeto de vigilancia en el entorno más cercano para poder aconsejar qué medidas son las más adecuadas de manera individualizada.
Según sea el ámbito de acción (general o específicas de algunas zoonosis), las medidas de prevención se dividen en:
Medidas generales de prevención de zoonosis
Medidas específicas para evitar determinadas zoonosis
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