Las personas que han recibido dos o tres dosis de una vacuna de ARNm contra el COVID-19 tienen una probabilidad significativamente mayor de padecer enfermedades más leves si se infectan con las variantes del coronavirus Delta u Ómicron que las que no están vacunadas, según un estudio nacional en el que ha participado un equipo de investigadores de la Universidad de Utah (Estados Unidos).
El estudio, en el que se examinó al personal sanitario, a los primeros intervinientes y a otros trabajadores de primera línea en Utah y otros cinco estados, se basa en investigaciones anteriores que indican que las vacunas de ARNm proporcionan protección contra los resultados sanitarios graves asociados al COVID-19 a pesar de la mayor transmisibilidad de las variantes.
“Es alentador que las vacunas de ARNm se mantengan bastante bien frente a estas variantes“, afirma la doctora Sarang Yoon, profesora adjunta del Departamento de Medicina Familiar y Preventiva de la Universidad de Utah. “Sabemos que los casos de avance son más probables con Delta y Ómicron que con la cepa inicial, pero las vacunas siguen haciendo un buen trabajo para limitar la gravedad de la infección”, añade.
El estudio, publicado en la revista ‘Journal of the American Medical Association’ (‘JAMA’), es el último de los trabajos revisados por pares resultantes del proyecto nacional HEROES-RECOVER, financiado por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de Estados Unidos.
Los investigadores examinaron a 1.199 participantes que desarrollaron infecciones por COVID-19. De los participantes, el 24 por ciento se infectó con Delta y el 62 por ciento contrajo Ómicron, mientras que el 14 por ciento tenía la cepa original del virus.
En cuanto a Delta, los participantes que habían recibido dos dosis de la vacuna tenían una probabilidad significativamente menor de ser sintomáticos que los que no estaban vacunados (77,8% frente a 96,1%).
Los participantes sintomáticos con una tercera dosis eran mucho menos propensos a experimentar fiebre o escalofríos que los que no estaban vacunados (38,5% frente al 84,9%) y experimentaron síntomas durante una media de seis días menos (10,2 días frente a 16,4 días)
En cuanto a Ómicron, el riesgo de infección sintomática fue similar entre los participantes con dos dosis de vacuna y los que no estaban vacunados, mientras que los que tenían tres dosis experimentaron un riesgo mayor que los no vacunados (88,4% frente a 79,4%).
Los participantes sintomáticos con tres dosis eran significativamente menos propensos a experimentar fiebre o escalofríos (51,5% frente al 79%) o a buscar atención médica (14,6% frente al 24,7%) que los no vacunados.
Los autores señalan que, si bien el estudio es uno de los más grandes de su tipo en el que se examinan las vacunas COVID-19 a lo largo del tiempo y entre variantes, la agrupación de los participantes por variante y estado de la vacuna dio lugar a algunas combinaciones con relativamente pocas personas, lo que afectó a la precisión de los resultados. También indican que el estudio no pudo tener en cuenta todos los factores que influyen en la gravedad de la COVID-19, lo que puede sesgar los resultados. También hubo resultados que los autores calificaron de “inesperados” entre los participantes que recibieron tres dosis y tuvieron infecciones sintomáticas de Ómicron.
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