Investigadores del Instituto Indio de Tecnología de Bombay han descubierto que cuando una persona tose al aire libre, el viento que fluye en la misma dirección puede propagar el virus más rápidamente a distancias más largas que en condiciones de calma, por lo que recomiendan usar mascarillas al aire libre si hay, aunque sea una ligera brisa, según publican en la revista ‘Physics of Fluids’.

“El estudio es significativo porque señala el mayor riesgo de infección que puede suponer toser en la misma dirección que el viento –resalta el coautor Amit Agrawal–. Basándonos en los resultados, recomendamos el uso de mascarillas al aire libre, especialmente en condiciones de brisa”.

Para reducir la transmisión cuando se socializa al aire libre, deben seguirse otras pautas, como toser con el codo o apartar la cara al toser.

La mayoría de los estudios modelan el flujo de la tos mediante bocanadas de aire o un simple perfil pulsante. Pero la tos real es más complicada y presenta un flujo turbulento con prominentes estructuras vorticiales que se arremolinan como mini remolinos.

Para investigar estos vórtices, los investigadores utilizaron una simulación de grandes remolinos, un modelo numérico de dinámica de fluidos computacional que simula la turbulencia. Modelaron chorros de tos en condiciones de brisa y en condiciones de calma que representan un entorno interior típico.

Estas simulaciones muestran que incluso una brisa ligera de unos 8 km/h amplía el distanciamiento social efectivo en alrededor de un 20%, dependiendo de la fuerza de la tos. A 9-11 mph, la propagación del virus aumenta en distancia y duración.

Gotas más grandes persistan en el aire durante

Los investigadores descubrieron que los vórtices permiten que gotas más grandes persistan en el aire durante más tiempo del que se ha supuesto habitualmente, aumentando el tiempo que se necesita para diluir adecuadamente la carga viral en el aire fresco.

A medida que el chorro de tos evoluciona y se propaga, interactúa con el viento que fluye en la misma dirección, y las gotas infectadas más grandes quedan atrapadas en los vórtices del chorro en lugar de caer con relativa rapidez al suelo por efecto de la gravedad.

“El aumento del tiempo de residencia de algunas de las gotas más grandes aumentará la carga viral que se transmite a través del chorro de la tos y, por tanto, las posibilidades de infección –señala Agrawal–. En general, el estudio destaca el aumento de las posibilidades de infección en presencia incluso de una ligera brisa“.

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