ÁREA CARDIOMETABÓLICO

El tratamiento hipolipemiante debe considerar todos los factores de riesgo cardiovascular

Para el tratamiento de la dislipemia existe en el mercado un amplio espectro de fármacos hipolipemiantes. La utilización de uno u otro depende del riesgo cardiovascular del paciente y de porcentaje de LDL que se tenga que reducir. Ante un RCV moderado donde el descenso de LDL no sea alto se puede utilizar lovastatina, simvastatina, fluvastatina o pravastatina. Cuando se necesite un descenso un poco mayor hay que prescribir estatinas de alta potencia a dosis bajas, como pitavastatina, rosuvastina o atorvastatina.

Cuando sea preciso contar con descensos altos y el paciente tenga un riesgo cardiovascular alto se deben utilizar estatinas de alta potencia a dosis altas, como rosuvastatina o atorvatatina, e incluso en casos donde el descenso de LDL debe ser pronunciado estas estatinas se pueden combinar con ezetimiba.

Abordaje global de factores de riesgo cardiovascular

Desde las consultas de Atención Primaria es importante el abordaje sistemático de todos los factores de riesgo cardiovascular y, por tanto, de la hipercolesterolemia. Se debe realizar un perfil lipídico a los pacientes que presenten factores de riesgo de desarrollar una enfermedad cardiovascular.

Para controlar las cifras de LDL las combinaciones son eficaces para alcanzar objetivos lipídicos rigurosos, descensos de LDL de hasta un 65-70%.

En general, con las combinaciones se consiguen mejores resultados con dosis más bajas, por lo que se minimizan efectos secundarios y están indicadas en pacientes con riesgo cardiovascular alto o muy alto que no logran objetivos terapéuticos de cLDL solo con estatinas o los que tienen intolerancia a las estatinas o a dosis altas de estatinas.

También son de utilidad en los pacientes con dislipidemia aterogénica en la que la acción de otros hipolipemiantes suponga un beneficio clínico.

Historia familiar

Es importante conocer el historial de dislipemias familiares más comunes por el elevado riesgo cardiovascular que comportan y por las evidencias que señalan que el diagnóstico y el tratamiento precoz cambian el pronóstico.

Se debe afrontar su manejo con la estrategia del control del riesgo total, que incluye la adaptación a estilos de vida saludables, el manejo adecuado de los factores de RCV y la utilización de fármacos basada en la evidencia.

Para poder aplicar de manera adecuada el tratamiento farmacológico se dispone de las diferentes guías que ayudan a valorar al paciente desde el punto de vista del riesgo cardiovascular.

Estilo de vida

Una vez diagnosticado el paciente, en lo primero que hay que incidir son en los cambios necesarios en el estilo de vida. Si estos cambios no son suficientes para mantener los valores lipídicos, se recurren a las diferentes pautas farmacológicas disponibles para alcanzar los objetivos de control.

Los objetivos a alcanzar en pacientes de riesgo moderado son por debajo de 100 de LDL, de riesgo alto por debajo de 70 y de riesgo muy alto por debajo de 55.

La frecuencia de los controles de colesterol son anuales. Cada año se hace seguimiento del perfil lipídico del paciente de riesgo.

Seguimiento en la farmacia

En este contexto, la farmacia comunitaria tiene un papel importante, ya que tiene posibilidad de realizar pruebas analíticas sencillas y obtener un cribado de estos pacientes. También tiene un papel destacado en el fomento de las medidas de higiene y prevención. El farmacéutico debe insistir, ya que la mayor parte de las dislipemias se deben a factores evitables que corresponden a una alimentación desequilibrada, al sedentarismo y a factores relacionados con el estilo de vida.

El farmacéutico puede aconsejar a las personas con bajo riesgo algunos nutracéuticos que van a ayudar a descender los niveles de LDL de forma natural.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria Carmen Martínez Guerola, Consuelo Bru Martínez, Pedro Jiménez Roset, Vicente Valero Alepuz, Javier Reyes Soriano y Josep Valor Mico, de Xátiva; José Miguel Chopo Alcubilla, David Bru Guinda y María José Barroso Sainz, del Centro de Especialidades Ramón y Cajal; Arturo Andrés García, Juan José Valero Crespo y Guayantes Verdes Sainz, del Centro de Salud Puerta del Carmen, ambos en Zaragoza, y los médicos generales Luis Sainz de Rozas Arpide, José Antonio Lobo Blanco y Jesús Cordero Buendía, de Rubayo.

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