Los cambios en el estilo de vida están orientados a disminuir el riesgo cardiovascular. Es necesario conseguirlos junto con la intervención farmacológica.

Es importante intensificar la insistencia en la modificación de hábitos de vida y en un porcentaje muy elevado de casos apoyarlo con tratamiento farmacológico adecuado al objetivo planteado en cada paciente. Esto exige fundamentalmente tiempo, cercanía y seguimiento, motivo por el que muchas veces no se realiza de forma conveniente en las consultas médicas por cuestión de tiempo. Pero es esencial explicar al paciente lo que debe hacer, cómo dejar de fumar, cambiar su dieta o hacer ejercicio. Si no se tiene tiempo para que el paciente entienda la importancia de cambiar sus hábitos de vida, el efecto de estas medidas es insuficiente.

Eficacia de la pauta combinada

El ensayo IMPROVE-IT evaluó la eficacia de añadir ezetimiba al tratamiento con simvastatina en pacientes tras un síndrome coronario agudo. Se observó una disminución de las cifras de LDL, así como de eventos cardiovasculares. Estos resultados se obtuvieron en prevención secundaria, sin poderse extrapolar a falta de más estudios a prevención primaria.

Aunque existen tablas de riesgo cardiovascular y claros umbrales de cifras a obtener en diversas variables clínicas tanto en prevención primaria como prevención secundaria, la tasa de pacientes que se encuentran por encima de esos objetivos es muy alta. En pacientes de alto riesgo muchas veces no se alcanzan los valores objetivo por inercia terapéutica, donde se mantiene su tratamiento antihipertensivo, antidiabético o hipolipemiante cuando exigiría una intensificación.

Prevención secundaria

En prevención secundaria, se debe obtener una determinación de su perfil lipídico en las primeras horas. La introducción de una estatina precoz en las primeras horas no persigue únicamente el objetivo de bajar las cifras de colesterol, sino que en el momento agudo del peri infarto ayuda a la estabilización de placa aterosclerótica que beneficia el pronóstico el episodio.

Posteriormente, en función de los niveles de las distintas fracciones y cocientes de sus cifras de colesterol, se ajustará durante el ingreso para el alta hospitalaria, buscando una cifra LDL objetivo menor de 55 mg/dL.

Abordaje conjunto

En este sentido, el uso de estatinas de alta intensidad beneficiará a la mayor parte de los pacientes, asociando en ocasiones ezetimiba para potenciar dicho efecto. Será un abordaje conjunto entre Atención Primaria y Cardiología, quien llevará a cabo un seguimiento periódico para asegurar el cumplimiento de dicho objetivo.

Es importante llevar un control de los hábitos de vida a la vez que se instaura tratamiento farmacológico. La adquisición de una dieta y actividad física adecuada desde la infancia proporciona mayor facilidad para mantener un mejor control y un mejor metabolismo de lípidos e hidratos de carbono en la edad adulta.

No obstante, el beneficio cardiovascular sigue existiendo en un paciente que durante la etapa adulta ya aglutina factores de riesgo. Se ha demostrado que en torno a los 36 meses de implementación de cambios es suficiente para ver una mejoría pronóstica en un paciente que se le controlan sus objetivos de prevención cardiovascular.

En conclusión, el profesional sanitario debe conocer que cualquier etapa vital y escalón de la asistencia sanitaria es adecuada para potenciar el cambio de hábitos en una persona y usar terapias farmacológicas de forma precoz, escalando acorde al riesgo, sin infravalorarlo.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina General Francisco Sánchez Juan, Elena Gutiérrez Martin, José Manuel Rodríguez Valencia, Rafael Villa Arranz, Pablo Manuel Rodríguez López y Luis Manuel López Ballesteros, y los cardiólogos Miguel Ángel Quiñones Pérez, José Francisco Gil Fernández, Javier Gómez Herrero y Alberto Campo Prieto, de Valladolid.