El trasplante fecal podría ser útil para proteger a recién nacidos que reciben antibióticos, según un estudio del Cincinnati Children’s Hospital Medical Center (Estados Unidos) que se ha publicado en la revista científica ‘Science Translational Medicine’.
Desde la introducción de la penicilina en la década de 1930 hasta los dramáticos rescates que se producen hoy en día cuando los médicos utilizan antibióticos potentes como la vancomicina para combatir las “superbacterias“, mucha gente sabe que los antibióticos que acaban con las bacterias han salvado incontables vidas de infecciones mortales.
Menos conocido es el precio que algunos niños parecen pagar cuando el uso precoz de antibióticos potentes altera el desarrollo de su sistema inmunitario a un nivel fundamental y potencialmente vitalicio. Cuando se administran ‘por si acaso’, el coste del uso de antibióticos puede ser más alto de lo que muchos creen: en forma de niños incapaces de luchar contra las neumonías provocadas por infecciones más adelante en la infancia, siendo más propensos a desarrollar asma y otras afecciones que pueden convertirse en problemas de salud crónicos de por vida.
El neonatólogo y experto en inmunología del Cincinnati Children’s, Hitesh Deshmukh lleva años estudiando esta cuestión. Ahora su equipo de investigación ha completado otro estudio que documenta por qué los médicos deberían preocuparse por el uso excesivo de antibióticos.
“No es posible suspender completamente el uso de antibióticos en los recién nacidos. En ciertos casos, los antibióticos son la única manera de evitar la muerte por infecciones como el estreptococo del grupo B. Sin embargo, este trabajo muestra por qué el uso de antibióticos debe reducirse al mínimo absoluto y por qué es importante compensar ese uso lo antes posible”, dice Deshmukh.
Un número creciente de investigaciones ha ido descubriendo la gran influencia que tiene en nuestra salud la mezcla de bacterias y hongos que normalmente viven en nuestro intestino. En 2017, Deshmukh publicó unos hallazgos, basados en modelos de ratón, que demostraban cómo los antibióticos van mucho más allá de matar las bacterias “malas” para alterar el sistema inmunitario aún en desarrollo de los recién nacidos al matar también las bacterias “buenas”.
En este estudio, se compararon animales expuestos a antibióticos cuando eran recién nacidos y posteriormente expuestos a bacterias conocidas por desencadenar una neumonía grave, con animales que no fueron expuestos a un tratamiento temprano con antibióticos. Todos los animales alterados por los antibióticos sufrieron síntomas graves en un plazo de 60 horas. Todos los que tenían el sistema inmunitario intacto evitaron los síntomas graves.
Esta investigación profundizó especialmente en las diferencias moleculares y genéticas que se producen entre los recién nacidos que reciben un tratamiento temprano con antibióticos y los que no. El equipo de investigación de 17 miembros, dirigido por Deshmukh y el primer autor Joseph Stevens, utilizó la secuenciación de ARN de una sola célula, la citometría de flujo, un atlas creciente de datos genéticos llamado LungMAP y otros recursos para analizar varios tipos de células inmunitarias en los pulmones, además de la compleja mezcla de bacterias en el intestino. El estudio tardó dos años en completarse.
El equipo identificó una serie de alteraciones causadas por la exposición a los antibióticos tanto en la cantidad como en la estructura de las células inmunitarias llamadas neutrófilos que se encuentran en la sangre y en el tejido pulmonar.
También documentaron versiones dañadas de otros tipos de células inmunitarias, como las células T, los macrófagos alveolares y los macrófagos intersticiales. Todos estos cambios se combinaron para producir una respuesta hiperinflamatoria en los pulmones a la infección entre los recién nacidos expuestos a los antibióticos.
Algunas de estas células disfuncionales ya se han encontrado en recién nacidos humanos que sufrieron graves neumonías tras varios tipos de infecciones de las que muchos otros niños se recuperan con facilidad.
La buena noticia de los últimos descubrimientos es que el daño causado por los antibióticos a la microbiota comensal puede restablecerse transfiriendo un suministro de bacterias sanas a los intestinos de un niño que carece de ellas, un proceso llamado trasplante fecal.
En este estudio, los trasplantes fecales restablecieron por completo las bacterias comensales a los niveles normales previos a la exposición en algunos animales que presentaban daños tempranos por antibióticos, pero sólo parcialmente en otros. Aquellos con la microbiota intestinal restaurada y parcialmente restaurada pasaron a desarrollar sistemas inmunitarios más fuertes en sus pulmones y fueron más capaces de resistir el “desafío” de la infección causante de la neumonía.
Varias hipótesis podrían explicar las restauraciones parciales. Pero se necesita más investigación para confirmar qué posibilidades son la explicación más acertada, según los investigadores.
En la actualidad, el trasplante fecal se está estudiando en varios ensayos clínicos, pero principalmente como terapia de apoyo para personas que reciben tratamientos que alteran el intestino, como los trasplantes de células madre para el cáncer.
Hasta ahora, un pequeño estudio publicado en 2020 por científicos de Dinamarca ha descubierto que el trasplante fecal de la madre al niño después de una cesárea hizo que la microbiota intestinal del recién nacido se igualara rápidamente a la de su madre.
También puede ser posible reequilibrar las bacterias comensales de un niño de forma saludable a través de otros métodos, como la adición de moléculas que son producidas por la microbiota normal y saludable. Sin embargo, se necesita más trabajo para identificar los actores específicos necesarios para estas estrategias más específicas.
En la actualidad, la forma más útil a largo plazo de reducir las posibilidades de contraer una infección peligrosa que pueda provocar una neumonía es que los niños y los adultos reciban todas las vacunas para las que están cualificados.
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