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Síndrome post-COVID, posible relación con el nervio vago

Una nueva investigación sugiere que muchos de los síntomas relacionados con el síndrome post-COVID o COVID de larga duración podrían estar relacionados con el efecto del virus en el nervio vago, uno de los nervios multifuncionales más importantes del cuerpo.

La COVID de larga duración afecta a un 10-15 por ciento de las personas que sobreviven a la COVID-19. Los autores proponen que la disfunción del nervio vago (VND) mediada por el SARS-CoV-2 podría explicar algunos síntomas de esta variedad de COVID, como la disfonía (problemas de voz persistentes), la disfagia (dificultad para tragar), los mareos, la taquicardia (frecuencia cardíaca anormalmente alta), la hipotensión ortostática (presión arterial baja) y la diarrea.

Estudio

La evaluación actual se realizó en los primeros 22 sujetos con síntomas de DNV (10 por ciento del total) atendidos en la Clínica de COVID de larga duración del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol entre marzo y junio de 2021. El estudio está en curso y sigue reclutando pacientes.

Las doctoras Gemma Lladós y Lourdes Mateu, del Hospital Universitario Germans Trias i Pujol de Badalona, y sus colegas, llevaron a cabo una amplia evaluación piloto morfológica y funcional del nervio vago mediante pruebas de imagen y funcionales en una cohorte prospectiva de observación de sujetos con COVID de larga duración y síntomas sugestivos de DVN. En su cohorte total de 348 pacientes, 228 (66 por ciento) tenían al menos un síntoma sugestivo de DVN.

Resultados

De los 22 sujetos analizados, 20 (91 por ciento) eran mujeres con una edad media de 44 años. Los síntomas más frecuentes relacionados con la DNV fueron: diarrea (73 por ciento), taquicardia (59 por ciento), mareos, disfagia y disfonía (45 por ciento cada uno), e hipotensión ortostática (14 por ciento). Casi todos (19 sujetos, 86 por ciento) tenían al menos 3 síntomas relacionados con la DVN. La mediana de la duración previa de los síntomas fue de 14 meses.

Seis de los 22 pacientes (27 por ciento) presentaban alteraciones del nervio vago en el cuello mostradas por ecografía, incluyendo tanto el engrosamiento del nervio como el aumento de la “ecogenicidad”, que indica cambios reactivos inflamatorios leves.

Una ecografía torácica mostró un aplanamiento de las “curvas diafragmáticas” en 10 de 22 (46 por ciento) sujetos (lo que se traduce en una disminución de la movilidad diafragmática durante la respiración, o más sencillamente en una respiración anormal).

Un total de 10 de 16 (63 por ciento) individuos evaluados mostraron una reducción de las presiones máximas de inspiración, lo que demuestra la debilidad de los músculos respiratorios.

La función alimentaria y digestiva también se vio afectada en algunos pacientes, ya que 13 de los 18 evaluados (72 por ciento) tenían una pantalla positiva de disfagia orofaríngea autopercibida (problemas para tragar).

Una evaluación de la función gástrica e intestinal realizada en 19 pacientes reveló que 8 (42 por ciento) tenían afectada su capacidad de llevar los alimentos al estómago (a través del esófago), y 2 de estos 8 (25 por ciento) informaron de dificultades para tragar.

Se observó reflujo gastroesofágico (reflujo ácido) en 9 de los 19 (47 por ciento) individuos; con 4 de estos 9 (44 por ciento) de nuevo con dificultad para llevar la comida al estómago y 3 de estos 9 (33 por ciento) con hernia de hiato – que ocurre cuando la parte superior del estómago sobresale a través del diafragma hacia la cavidad torácica.

La prueba del Índice de Discapacidad Vocal 30 (una forma estándar de medir la función de la voz) fue anormal en 8/17 (47 por ciento) casos, y 7 de estos 8 casos (88 por ciento) sufrían disfonía.

Según los investigadores, en esta evaluación piloto, la mayoría de los sujetos de COVID de larga duración con síntomas de disfunción del nervio vago presentaban una serie de alteraciones estructurales y/o funcionales significativas y clínicamente relevantes en su nervio vago, incluyendo engrosamiento del nervio, problemas para tragar y síntomas de alteración de la respiración. Nuestros hallazgos hasta ahora apuntan a la disfunción del nervio vago como una característica fisiopatológica central de la COVID larga”, concluyen.

El nervio vago se extiende desde el cerebro hasta el torso y llega al corazón, los pulmones y los intestinos, así como a varios músculos, incluidos los que intervienen en la deglución. Como tal, este nervio es responsable de una gran variedad de funciones corporales, como el control del ritmo cardíaco, el habla, el reflejo nauseoso, la transferencia de alimentos de la boca al estómago, el movimiento de los alimentos a través de los intestinos, la sudoración y muchas otras

Isabel

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