Las consultas relacionadas con el ojo seco en farmacia comunitaria han ido creciendo paulatinamente en los últimos años. Pero ha sido a raíz de la pandemia provocada por la COVID-19, y con ella el aumento del teletrabajo y la saturación que sufren los médicos de Atención Primaria, cuando se ha disparado el número de ellas.
Nuestra accesibilidad durante toda la pandemia nos ha posicionado, en la mayoría de las ocasiones, como el primer y único profesional sanitario a quien consultar sobre problemas de salud. Nuestra vocación de servicio público, aun siendo establecimientos privados, ha quedado refrendada.
El ojo seco es una patología multifactorial y crónica de la superficie ocular que se caracteriza por la pérdida de la homeostasis de la película lacrimal y daño en la superficie ocular. Se acompaña de molestias oculares (enrojecimiento, sensación de arenilla, escozor), variaciones en la visión, inestabilidad de la película lagrimal (hiperosmolaridad) e inflamación de la superficie ocular.
Nuestro sistema lagrimal se encuentra en equilibrio constante (homeostasis) para que la composición de la película lagrimal permanezca estable dentro de unos márgenes muy estrechos (cualitativa y cuantitativamente). De esta manera, consigue preservar su integridad y su correcto funcionamiento.
En un ojo sano, mediante el parpadeo se consigue que la película lagrimal disminuya su grosor al mínimo y se redistribuya de manera uniforme por toda la superficie corneal recuperando de esta manera su estructura y su función.
Pero este equilibrio del sistema lagrimal, ante la aparición de diversos factores (ambientales, traumatismos o infección), puede verse alterado produciéndose una evaporación de la película lagrimal lo que trae consigo dejar la superficie del ojo expuesta y desprotegida. Es el inicio de la enfermedad del ojo seco (EOS).
Por tanto, la aparición de EOS se produce por alguno de los siguientes motivos:
Las glándulas lagrimales son las encargadas de lubricar y humectar el ojo. Existen dos tipos:
Responsable de la secreción refleja de lágrima frente a estímulos tan variados como posibles traumatismos (meterse el dedo en el ojo), fuertes emociones de tristeza o de alegría o por irritación frente a sustancias toxicas como una cebolla.
Estas glándulas no suelen dar problemas y su secreción es básicamente acuosa con poco valor lubricante.
Segregan un tipo de lágrima lubricante que, aunque en menor cantidad, se produce continuamente a lo largo del día y resulta fundamental para mantener la hidratación del ojo. Presenta en su composición lípidos, agua y moco.
En caso de surgir problemas en su funcionamiento, el ojo comienza a secarse. La aparición de la EOS se debe principalmente a la falta de lágrimas producidas por este tipo de glándulas.
Ojo incapaz de producir la suficiente cantidad de lágrima (generalmente del componente acuoso) que provoca falta crónica de lubricación y humectación sobre su superficie. Los casos más severos se asocian al síndrome de Sjögren.
La composición de la lágrima se ve alterada por una disfunción en las glándulas de Meibomio (DGM) que son las encargadas de formar la capa lipídica de la película lagrimal.
La disfunción en la formación de esta capa lipídica ocasiona:
La principal causa de la DGM es el envejecimiento, pero también puede tener un origen ocasionado por un efecto secundario de enfermedades locales como la blefaritis o sistémicas, como la psoriasis.
Dentro de la EOS, el ojo seco evaporativo es el más habitual, siendo su prevalencia tres veces superior a la del ojo seco acuodeficiente.
Aunque el actual ritmo de vida dificulta la prevención del ojo seco, existen una serie de pautas que pueden ayudar a disminuir o retrasar la aparición de sus síntomas:
Para identificar correctamente el problema de ojo seco que refiere el paciente llevaremos a cabo desde la farmacia comunitaria una anamnesis (información que se obtiene mediante una serie de preguntas al paciente). Con ello podremos realizar indicación farmacéutica, con el tratamiento más adecuado a este síntoma menor.
Anamnesis en paciente que llega a la farmacia y nos pide un colirio hidratante: ¿Para qué lo quiere? ¿Qué le ocurre? ¿Qué síntomas tiene?
El tratamiento habitual del EOS consiste en el aporte de lágrimas artificiales de diferente viscosidad que, según haya o no alteración de la dinámica palpebral, van desde los colirios (menos viscosos) a los geles (mayor viscosidad y duración de su efecto). Según la gravedad, pueden aplicarse tantas veces como sea necesario.
Además de las lágrimas, también se emplean ungüentos oftálmicos, de carácter lipófilo, que crean una capa lipídica capaz de disminuir la evaporación de la película lagrimal. Se aplican por la noche y en personas que duermen con los parpados parcialmente abiertos (mayor sequedad ocular, por tanto, durante este periodo). En su composición encontramos parafina, lanolina o vaselina.
En ocasiones, puede ser necesario aplicar junto a las lágrimas artificiales alguno de los siguientes tratamientos:
– Ciclosporina oftálmica. Antiinflamatorio que estimula la producción lagrimal. Se utiliza en el tratamiento del ojo seco crónico por su escasez de efectos secundarios importantes.
Los primeros resultados positivos suelen aparecen transcurridos un mes o mes y medio desde el inicio del tratamiento. Posibles efectos secundarios habituales son la aparición de enrojecimiento y quemazón en la zona durante los primeros días de tratamiento.
– Gotas de suero autólogo o plasma rico en factores de crecimiento. Cuando fracasan los anteriores tratamientos, existe la opción de utiliza gotas oftálmicas hechas de la propia sangre del paciente.
– Tratamiento con corticoides. Durante cortos periodos de tiempo ya que pueden ocasionar cataras, tensión ocular alta, etc.
– Implante de tapones lagrimales. El oftalmólogo puede indicar la necesidad de colocar un pequeño tapón de material sintético en el punto lagrimal inferior para evitar la evacuación de lágrimas, obteniendo así la humedad necesaria en el ojo.
Tratamiento complementario cuando el ojo seco se acompaña de inflamación o infección de párpados (blefaritis, DGM, chalazión u orzuelo). Al aumentar la inestabilidad de la lágrima, empeora el proceso y se intensifican los síntomas de sensación de “arenilla”, dolor, etc.
Aunque suelen utilizarse jabones y espumas en la higiene del párpado, son las toallitas el método más usado.
Toallitas de higiene palpebral. Deben tener una composición especifica que no provoque irritación ni picor tras su aplicación, manteniendo su flora bacteriana natural y respetando la piel de alrededor de los ojos. Además, la composición debe ser capaz de disolver la grasa y retirar las escamas que se generan en la superficie del párpado en el menor número de pasadas posible.
Para su uso correcto se recomienda no pasar las toallitas en sentido horizontal a lo largo de la pestaña, ya que lo único que se consigue con este movimiento es desplazar de lugar las escamas y la grasa sin llegar a retirarlas.
La técnica recomendada es envolver un dedo con la toallita y pasarla en sentido descendente por la pestaña como si la estuviéramos peinando desde la raíz hacia las puntas. Se empecerá limpiando las pestañas superiores con el ojo cerrado y posteriormente se recomendará abrir los ojos para repetir el proceso con las inferiores.
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