En el concepto de hipoglucemia se incluye diversos síntomas, desde la sensación de hambre con temblor, parestesias, palpitaciones, debilidad, confusión, labilidad emocional, pasando por la aparición de convulsiones y pérdida de conciencia. Se define cuando los valores de glucemia plasmática en una analítica están por debajo de 70 mg/dl, aunque hay personas con diabetes que presentan síntomas compatibles con hipoglucemia por encima de estos valores y diabéticos y no diabéticos que no los presentan por debajo de estos niveles.
La Asociación Americana de Diabetes ha establecido las siguientes categorías. La grave en la que el paciente requiere el Servicio de Urgencias Médicas o de otra persona por presentar confusión, convulsiones o pérdida de conciencia; la documentada, que cursa con temblor, palpitaciones, hambre, parestesias, debilidad confusión, convulsiones o pérdida de conciencia, con cualquiera de estos síntomas acompañado de un valor de glucemia plasmática menor de 70 mg/dl; la asintomática, que aparece cuando los valores de glucemia plasmática son menores de 70 mg/dl y no se acompaña de los síntomas típicos; la sintomática, que es cuando no se pueden determinar los valores de glucemia y los síntomas que presentan son compatibles con una probable hipoglucemia, y la relativa, que surge con síntomas compatibles con una hipoglucemia y los valores plasmáticos de glucosa son superiores a 70 mg/dl. Suele darse en personas con mal control metabólico crónico.
Entre las posibles causas, hay que destacar periodos de ayuno prologando, ejercicio físico exagerado, consumo de alcohol, pacientes de edad avanzada, personas con insuficiencia renal, diabetes de larga evolución, tratamiento con dosis altas de insulina y pauta intensiva, equivocación en la dosis por parte del paciente en el tratamiento antidiabético, falta de consejos dietéticos y ejercicio físico personalizados, y alteración en la percepción de la hipoglucemia.
En una persona diabética puede padecer un episodio de hipoglucemia si consume una dosis demasiado alta de insulina o de alguno de los medicamentos para la diabetes, no respeta el horario de tratamiento con insulina u otros tratamientos antidiabéticos o no ingiere suficiente alimento, es decir, no tiene en el cuerpo glucosa disponible, ni para ser almacenada ni para ser consumida.
En líneas generales, las hipoglucemias más graves se producen en los diabéticos tipo 1. En los diabéticos tipo 2, los casos más habituales se producen en pacientes ancianos que están con tratamientos antiguos o con insulina y porque son pacientes que llevan asociado deterioro cognitivo y esto hace que las hipoglucemias sean más difíciles de detectar. Ahora, afortunadamente, hay fármacos mucho más seguros, que no producen hipoglucemias, se ven menos y, casi todas en pacientes tratados con insulina. La forma de evitarlas es no usar sulfonilureas y usar insulinas de larga duración tipo glargina.
En el grupo de diabéticos tipo 2 suele aparecen con el uso de antidiabéticos orales estandarizados sin tener en cuenta la dieta y ejercicio físico, además de la actividad laboral habitual del paciente, sobre todo aquellos que tiene un tratamiento con sulfonilureas de vida media prolongada. Los pacientes de larga evolución tienen disminuido la percepción de los síntomas de alerta de la hipoglucemia.
El grado de concienciación sobre la hipoglucemia no está muy extendido, todavía hay pacientes que no saben o no quieren darse cuenta de la gravedad de una hipoglucemia.
En la consulta y con la ayuda de la enfermera, se va concienciando y encaminando a este tipo de pacientes sobre los cuidados necesarios de su enfermedad. Tienen que tener claro que no pueden abandonar la medicación, deben seguir una dieta y deben acudir a consulta ante cualquier duda.
Para intentar evitar la aparición de hiperglucemias, se cuenta con diversas opciones terapéuticas. Las mejores opciones son, de entrada, metformina y, si no es suficiente, se debe añadir iDPP4 o ISGLT-2. En los casos que sea posible hay que evitar insulinizar al paciente, sobre todo a las personas mayores.
En general, ya son son pocos los pacientes que quedan con tratamientos orales con riesgo de hipoglucemia; los que quedan son porque el paciente está bien controlado y nunca ha tenido ningún episodio de hipoglucemia.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina General Francisco Javier Fernández de Frutos, Alberto Domínguez Recio, Ovidio Campano Hernández y Eligio González Moro, de Valladolid; Elvira Toural Méndez, Fernando Pazos Toral y Mariano Rodríguez Porres, de Santander; José Antonio Vázquez López, Ángel Otero Toral, Gonzalo Fernández Núñez, Isham Kahil Refahi y José Alfonso Machín Fernández, de León, y los endocrinólogos Alfredo Yoldi Arrieta, Josu Pérez Yeboles, Ihintza Larrañaga Unanue, y médico de Atención Primaria María Angeles Lombardero Espeso.
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