Dieta saludable
El mal cumplimiento de los hábitos saludables, que es más fácil que el del tratamiento terapéutico y la poca efectividad en el caso de esta patología de la dieta, lleva a que en el paciente con dislipemia la intervención farmacológica sea más adecuada.
Es importante tener en cuenta que tras un ingreso hospitalario, habitualmente, el cumplimiento de dichas recomendaciones por parte de los pacientes se realiza de forma más intensiva y efectiva.
En la consulta, por diferentes motivos, como es el poco tiempo de consulta por paciente o la inercia terapéutica, puede que no se aplique de forma tan eficiente e insistente dichas intervenciones.
Aun así, es muy importante realizar un buen abordaje y enfatizarlo en cada consulta.
El estudio IMPROVE-IT demostró la reducción de mortalidad y de eventos cardiovasculares en el paciente de riesgo, gracias a la bajada de cifras de LDL añadiendo ezetimiba a la estatina.
Esto no deja ninguna duda de la necesidad de intensificación del tratamiento, en los pacientes de riesgo alto o muy alto en los que no se haya llegado al objetivo de 70 mg/dl o 55 mg/dl.
De ahí que las guías hayan bajado cada vez más los objetivos y que cada vez se insista más en que es importante conseguirlo cuanto antes.
Se debe intensificar el tratamiento cuando el paciente esté en monoterapia y no tenga buen control, incluso si al inicio del tratamiento se ve que con una estatina sola no se alcanzaría el objetivo según la categoría de riesgo, se debería empezar directamente con la doble terapia.
Los profesionales que se dedican a la patología cardiovascular no suelen infraestimar el riesgo. En cambio, los profesionales que no se dedican o que no tienen relación con dicha patología, posiblemente sí que infraestime el riesgo cardiovascular de los pacientes.
La prevención secundaria está destinada a la identificación, modificación y control de factores de riesgo de la enfermedad cardiovascular, cuando ya está establecida, con el objetivo de retrasar su progresión y disminuir sus posibles complicaciones. Por eso, el abordaje de la dislipemia en pacientes con enfermedad cardiovascular es fundamental.
En el momento del diagnóstico de la enfermedad, por ejemplo, durante el ingreso por un infarto agudo de miocardio, se dispone de una analítica sanguínea con un perfil lipídico completo. En ese momento, una vez establecido el riesgo y los objetivos de niveles de colesterol se plantea una estrategia terapéutica dependiendo del porcentaje de reducción de colesterol que necesite cada paciente, siempre asociado a medidas higiénico- dietéticas.
Posteriormente, en el seguimiento del paciente, se van realizando controles analíticos y se va ajustando el tratamiento farmacológico.
Además, en cada consulta hay que hacer hincapié en el cumplimiento de medidas no farmacológicas, como el abandono del hábito tabáquico, realización de ejercicio físico, pérdida de peso y llevar a cabo una dieta cardiosaludable.
El tratamiento farmacológico siempre tiene que ir acompañado de modificaciones en el estilo de vida.
De hecho, la primera línea de abordaje de la dislipemia en pacientes en prevención primaria (sin enfermedad cardiovascular establecida), según las guías de práctica clínica, se basa en cambios en el estilo de vida y, si con ello no se consigue reducir el colesterol, añadir el tratamiento farmacológico.
En la prevención secundaria, no hay que esperar a ver resultados tras modificaciones del estilo de vida. Hay que iniciar tratamiento farmacológico intensivo desde el diagnóstico de la enfermedad.
De todos modos, en este grupo de pacientes es muy importante acompañar dicho tratamiento de medidas higiénico-dietéticas adecuadas para conseguir una mayor reducción de niveles de colesterol y que éstas se mantenga en el tiempo.
La actividad física reduce el riesgo de situaciones adversas y de factores de riesgo a cualquier edad y en ambos sexos. Además, se ha objetivado una relación inversa entre la actividad física de moderada-alta intensidad y la mortalidad por cualquier causa, morbilidad, mortalidad cardiovascular y la incidencia de diabetes mellitus tipo 2.
Así, la prescripción de actividad física individualizada es una de las herramientas más para reducir el riesgo cardiovascular. Es igual de importante el ejercicio aeróbico como el anaeróbico. Lo más importante es animar a la práctica de ejercicio o de actividades que el paciente pueda incluir en su rutina.
En cuanto a la dieta, la cardiosaludable es la mejor opción. Se basa en la dieta mediterránea, donde deben estar presente alimentos de origen vegetal, frutas, verduras, legumbres y frutos secos.
También hay que restringir el consumo de carne procesada y consumir pescado, preferiblemente graso, al menos una vez a la semana. Disminuir el consumo de sal, sustituir las grasas saturadas por grasas insaturadas y reducir la ingesta de azúcares libres.
En personas con obesidad o sobrepeso se recomienda perder peso. Se debe abandonar el consumo de tabaco y restringir el consumo de alcohol a un máximo de 100 gr a la semana.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Ángel Hortal Álvarez, Alfredo Fernández Sanmartín, Carlos Ramón Villaverde Fernández y Daniel Fernández García, de Avilés, y los especialistas en Medicina de Familia Edith García Wong, María Ángeles Armengod González, Cristina Cambra Poveda, Alexandra Milan Mestre, Daniel Oñate Cabrerizo y Raquel Gambin Follana.
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