Los médicos deberían recetar menos antidepresivos y durante períodos más cortos, debido a las continuas incertidumbres sobre su eficacia y a la potencial gravedad y durabilidad de los síntomas de abstinencia asociados a ellos, sugiere una revisión de la evidencia sobre el uso de antidepresivos, publicada en línea en el ‘Drug and Therapeutics Bulletin’.
El uso de antidepresivos también se asocia a una serie de efectos secundarios, mientras que los datos de los ensayos clínicos no evalúan en su mayoría los resultados que más importan a los pacientes, dicen los autores. Además, no hay ninguna diferencia clínicamente relevante entre estos fármacos y el placebo en cuanto a la depresión.
Aunque los antidepresivos podrían tener un papel entre los pacientes con depresión grave, los contras podrían superar a los pros en aquellos con depresión leve o moderada o en aquellos cuyos síntomas aún no se califican como depresión, añaden.
La prescripción de antidepresivos, principalmente las clases de nueva generación -inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina (ISRS) e inhibidores de la recaptación de serotonina y norepinefrina (IRSN)- ha aumentado constantemente en Reino Unido, según los autores, con una estimación de 7,8 millones de personas con al menos una receta en 2019-20. Esto equivale a un antidepresivo prescrito a uno de cada seis adultos, con tasas de prescripción 50% más altas entre las mujeres.
Gran parte de la evidencia de la eficacia de los antidepresivos en adultos proviene de ensayos controlados con placebo que duran solo de 6 a 12 semanas. Y los resultados no alcanzan el umbral de una diferencia clínicamente importante, dicen los autores.
Los resultados en adolescentes y niños son aún menos convincentes. Sin embargo, el número de jóvenes de 12 a 17 años a los que se les recetan antidepresivos se ha duplicado con creces entre 2005 y 2017, añaden.
Además, la mayoría de los estudios no incluyen los resultados que más importan a los pacientes, como el funcionamiento social o la calidad de vida, sino que se centran solo en las medidas de los síntomas.
Los efectos secundarios también son frecuentes. Alrededor de 1 de cada 5 pacientes que toman ISRS dicen tener somnolencia diurna, sequedad de boca, sudoración profusa o aumento de peso; al menos 1 de cada 4 dicen tener dificultades sexuales; y alrededor de 1 de cada 10 dicen tener inquietud, espasmos o contracciones musculares, náuseas, estreñimiento, diarrea o mareos.
La prevalencia de los efectos secundarios puede ser incluso mayor entre quienes toman antidepresivos durante más de 3 años, y puede incluir el entumecimiento emocional y la “niebla” mental.
Los pacientes que intentan abandonar el tratamiento suelen experimentar síntomas de abstinencia: pueden incluir ansiedad, insomnio, depresión, agitación y cambios en el apetito, y pueden interferir en el funcionamiento social y la vida profesional, sobre todo si el tratamiento se interrumpe bruscamente.
“El reconocimiento de que los efectos del síndrome de abstinencia de los antidepresivos son más comunes, más duraderos y más graves de lo que se había reconocido anteriormente llevó al Real Colegio de Psiquiatras a publicar un documento de posición, alertando a los prescriptores de este problema, incluyendo la recomendación de que los pacientes sean informados de este riesgo”, señalan los autores.
Afirman que la reducción gradual de la dosis es la mejor manera de ayudar a los pacientes a dejar el fármaco, aunque “no hay garantía de que los pacientes vayan a evitar consecuencias como efectos secundarios sexuales duraderos o síntomas de abstinencia persistentes, incluso con una reducción prudente”, escriben.
Pero señalan que “las reducciones graduales de la dosis y las dosis finales muy pequeñas requeridas para una reducción farmacológica informada requerirán el uso de formulaciones de medicamentos distintas de las formas de comprimidos comúnmente disponibles”.
Los pacientes que intentan abandonar el uso de antidepresivos, en particular los que llevan mucho tiempo tomándolos, pueden necesitar ayuda adicional, dicen los autores. Pero “actualmente no hay servicios del NHS dedicados a apoyar la desprescripción de antidepresivos”, añaden.
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