La combinación fija de rosuvastatina y ezetimiba es una medida simplificadora del tratamiento que demuestra resultados positivos tanto en términos de mejora del cumplimiento como del control de la enfermedad. Se trata de un aspecto de gran importancia para el paciente de alto riesgo cardiovascular, ya que suele estar polimedicado.
La combinación de rosuvastatina con ezetimiba ofrece más eficacia frente a la rosuvastatina en monoterapia.
Se han observado bajadas del LDL de hasta un 65% con la combinación, frente a un 35% con la monoterapia. El porcentaje de pacientes que llega a objetivo es más elevado con la combinación.
La terapia combinada con estatinas y ezetimiba tiene su base en los mecanismos de acción diferentes y complementarios. Las estatinas inhiben el enzima HMG-CoA reductasa, lo que limita la síntesis de colesterol, y ezetimiba inhibe la absorción del colesterol biliar y de la dieta, por lo que se reduce el colesterol que llega al hígado.
Existe evidencia disponible de los beneficios sobre el perfil lipídico que tiene añadir ezetimiba a la terapia con estatinas frente a la monoterapia, consiguiéndose reducciones de LDL, sin aumentar los efectos secundarios.
Las dosis más bajas de estatinas producen menos efectos adversos y se toleran mejor. La rosuvastatina tiene menos interacciones al no metabolizarse por el citocromo P450.
En hipercolesterolemia familiar, al ser pacientes de alto riesgo cardiovascular, es necesaria una combinación para llegar al objetivo de LDL marcado.
Este objetivo varía en función de la edad del paciente, menor de 130 mg/dl en los niños y adultos jóvenes, menos de 100 en los adultos y menor de 70 en adultos con enfermedad coronaria o diabetes.
Es necesario ser muy agresivo en el tratamiento, empezando con la combinación de estatina y ezetimiba directamente y en caso de que no se consigan objetivos hay que derivar al especialista para que añada un inhibidor de la PCSK9.
Los farmacéuticos tienen un papel muy importante en mejorar la adherencia terapéutica, En pacientes crónicos es tan solo del 50%, lo que puede tener consecuencias graves, como la ineficacia del medicamento y un mayor riesgo de ingresos hospitalarios. Es aquí donde el farmacéutico, como profesional sanitario más próximo al paciente, tiene un papel esencial. A través de la comunicación entre farmacéutico y paciente se puede reforzar la adherencia terapéutica.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Cardiología David Ledesma Oloriz, Andrea Aparicio Gavilanes, Rut Álvarez Velasco y Javier Cuevas Pérez, del Hospital Universitario Central de Asturias, y José Miguel Álvarez Cabo, Montserrat Rueda Cuadrado y Aurora Rivas Pérez, de Gijón.
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