La enfermedad del ojo seco afecta a cientos de millones de personas en todo el mundo y es una de las causas más frecuentes de visitas a la consulta del oftalmólogo. Se trata de una enfermedad sintomática, que se caracteriza por un ciclo vicioso de inestabilidad de la película lagrimal e hiperosmolaridad, que provoca un aumento de la inflamación de la superficie ocular, daños y anomalías neurosensoriales.
La enfermedad de ojo seco de moderada a grave se asocia a un dolor significativo, limitaciones en la realización de actividades diarias, reducción de la vitalidad, un mal estado de salud general y, con frecuencia, depresión.
Con la llegada del mes de septiembre, es tiempo de volver a las labores profesionales o académicas y “aunque no existen particularidades estacionales en otoño y no es una estación particularmente compleja por determinantes climáticos, el exceso de trabajo delante de las pantalla está relacionado con la vuelta a la actividad laboral o a los estudios porque empieza el curso”, explica el doctor Juan Manuel Palomares, especialista en Oftalmología del Hospital Virgen de las Nieves de Granada.
Uno de los factores que más influye hoy día en la aparición de ojo seco es el tiempo dedicado a pantallas de ordenador por motivos laborales. Además, a esto se suma todo el tiempo que dedicamos al uso de teléfonos móviles, tabletas, televisores y otros dispositivos. Por ello, la vuelta en otoño al trabajo puede ser una época en la que se puedan producir hábitos que inciden en el ojo seco. “El otoño puede ser incluso más amable que el verano para algunas personas con ojo seco teniendo en cuenta que es una estación más húmeda y en la que no se utiliza el aire acondicionado, pero el uso continuado de pantallas implica una disminución de la frecuencia de parpadeo”, explica el experto.
Los datos indican que la prevalencia mundial de la enfermedad de ojo seco es de hasta el 33% en algunas poblaciones. Entre el 5% y el 10% de las personas padecen la enfermedad de moderada a intensa.
Sin embargo, los expertos consideran que aquellos hábitos de vida más relacionados con el tiempo de exposición a pantallas están influyendo negativamente en los síntomas y, por tanto, en la incidencia.
“La recomendación más importante es que cada dos horas de trabajo visual continuado en pantallas hay que utilizar lágrimas artificiales. Además, para no tener el ojo demasiado abierto sería bueno que la pantalla no esté más alta que los ojos, sino un poco más baja”, señala el doctor Palomares para resumir las recomendaciones principales.
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