Una nueva investigación desmiente que los bebés nacidos por cesárea pierdan microbios esenciales transmitidos por la madre, según publican los investigadores en la revista ‘Cell Host & Microbe’, ya que las madres son capaces de transferir microbios a sus bebés por vías alternativas y compensatorias.
Aunque los bebés nacidos por cesárea reciben menos microbioma intestinal de su madre durante el parto, lo compensan ingiriendo los microbios de su madre en la leche materna, argumentan los científicos.
La mayoría de las investigaciones sobre el microbioma se han centrado en el intestino, pero también albergamos comunidades microbianas beneficiosas en otras partes de nuestro cuerpo, como las vías respiratorias y la piel. Este estudio ayuda a aclarar cómo los bebés, que suelen considerarse estériles antes de nacer, obtienen microbios esenciales para sus diversos microbiomas.
“Queríamos tener una idea más clara de cómo se desarrolla el microbioma infantil en distintas partes de su cuerpo y cómo influyen en él factores como el modo de nacimiento, el uso de antibióticos y la falta de lactancia materna”, explica el autor principal, Wouter de Steenhuijsen Piters, médico y científico de datos del Centro Médico Universitario de Utrecht (Países Bajos).
Para entender cómo se desarrolla el microbioma durante el primer mes de vida, el equipo reclutó y muestreó repetidamente a 120 madres holandesas y bebés que iban a nacer. Recogieron muestras del microbioma de la piel, la nariz, la saliva y el intestino de los bebés dos horas después de nacer y cuando tenían un día, una semana, dos semanas y un mes.
El equipo también recogió seis tipos diferentes de muestras del microbioma de las madres –piel, leche materna, nariz, garganta, heces y vagina– para determinar cuál de estas fuentes estaba “sembrando” los diversos microbiomas de los bebés. A continuación, analizaron estos resultados en el contexto de varios factores que se cree que influyen en la transferencia del microbioma, como el modo de parto, el uso de antibióticos y la lactancia materna.
“Vimos que muchos nichos de la madre son importantes para la transmisión de microbios, y si algunas de estas vías están bloqueadas por una razón u otra -en este caso, vimos que eso ocurría con la cesárea-, entonces estos microbios aún pueden llegar al bebé a través de otras vías“, señala De Steenhuijsen Piters.
Independientemente de la vía de nacimiento, los investigadores descubrieron que aproximadamente el 58,5% del microbioma del bebé procede de su madre. Sin embargo, diferentes comunidades microbianas maternas contribuyeron a diferentes microbiomas infantiles. Los bebés nacidos por cesárea recibieron menos microbios de los microbiomas vaginal y fecal de su madre pero, aparentemente en compensación, adquirieron más microbios de la leche materna.
“La transferencia y el desarrollo del microbioma son tan importantes que la evolución se ha asegurado de que esos microbios se transfieran de una u otra forma de la madre al hijo –apunta la primera autora Debby Bogaert, médica científica de la Universidad de Edimburgo (Reino Unido)–. La lactancia materna se vuelve aún más importante para los niños nacidos por cesárea que no reciben microbios intestinales y vaginales de su mamá”.
“Es un sistema inteligente, y tiene sentido desde una perspectiva evolutiva que este tipo de vías sean redundantes para garantizar que el niño pueda empezar la vida con el ‘kit de inicio’ adecuado”, añade De Steenhuijsen Piters.
Ahora, el equipo quiere saber más sobre las influencias no maternas en el desarrollo del microbioma infantil. “Hemos podido comprobar que el microbioma materno explica casi el 60% del microbioma total del lactante, pero todavía hay un 40% que desconocemos –destaca De Steenhuijsen Piters–. Sería interesante estratificar esa fracción desconocida para ver de dónde proceden todos los microbios; si contribuyen los padres, por ejemplo, o los hermanos, o el medio ambiente”.
En cualquier caso, los investigadores quieren entender cómo se relaciona el desarrollo del microbioma en los bebés con la salud a largo plazo.
“A continuación, queremos explorar si este proceso de los primeros años de vida, influido por la madre, afecta no sólo al riesgo de infección a corto plazo en el primer año de vida, sino también a la salud a largo plazo en términos de cosas como las alergias y el asma –dice Bogaert–. En el futuro, podríamos utilizar estos conocimientos para ayudar a prevenir, diagnosticar o tratar problemas de salud”.
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