Las alteraciones del metabolismo de las lipoproteínas constituyen la base bioquímica del desarrollo de la aterosclerosis y existe una relación directa entre la patología cardiovascular y el aumento de los niveles plasmáticos de colesterol, de lipoproteínas de baja densidad (LDL) y de triglicéridos, y una relación inversa con los niveles de lipoproteínas de alta densidad (HDL). De hecho, es una realidad la existencia de componentes lipídicos en las placas de ateroma, el desarrollo de cardiopatía isquémica precoz en la hipercolesterolemia familiar y el que las poblaciones con mayor ingesta de grasas saturadas y colesterol presentan una mayor incidencia y mortalidad por cardiopatía isquémica, que disminuye cuando se reducen las cifras de colesterol.
Sin duda, la hipercolesterolemia constituye un factor de riesgo cardiovascular independiente y, por tanto, su detección es muy importante en la prevención de enfermedad cerebrovascular. Los niveles elevados de lipoproteínas de baja densidad (LDL) en plasma se asocian a cambios en la función endotelial y juegan un papel importante en el desarrollo de la arterioesclerosis y la remodelación arterial. Modulan la fosforilación y localización subcelular de la proteína HSP27 en las células musculares lisas vasculares, lo que afecta a la polimerización de la actina y la dinámica del citoesqueleto. De hecho, está demostrado que las personas con niveles de colesterol en sangre de 240 tienen el doble de riesgo de sufrir un infarto de miocardio que aquellas con cifras que no llegan a los 200.
Por eso, es necesario concienciar a los pacientes sobre la necesidad de mantener a raya los niveles de colesterol. Deben tener presente que el colesterol elevado es un factor muy importante en el desarrollo de las placas de ateroma o ateroesclerosis, que consiste en el depósito de colesterol y el aumento de la rigidez de la pared vascular. Inicialmente, el efecto a corto plazo no es perceptible, pero sí lo es con el transcurso del tiempo y la edad, dado que el proceso de la rigidez de la pared arterial es fisiológico a medida que envejecemos. Los pacientes deberían conocer una serie de consejos en general para disminuir la prevalencia de los efectos del colesterol elevado sobre la salud cardiovascular. Así, deberían erradicar una serie de hábitos nocivos como suele ser el tabaco y el alcohol, bajar peso, llevar una dieta cardiosaludable: comer frutas, verduras, evitar grasas saturadas y trans que pueden elevar los niveles de colesterol.
También es recomendable seguir un programa de ejercicio aeróbico a intensidad moderada y de manera regular, ya que aumenta el HDL y reduce el LDL y los triglicéridos.
Las proteínas de baja densidad o LDL son las encargadas de distribuir el colesterol de síntesis hepática o absorción intestinal al tejido periférico. Cuando sus niveles están por encima de lo considerado normal se habla de un incremento del riesgo cardiovascular. No existe una cifra de colesterol LDL en sangre por debajo de la cual el individuo esté totalmente protegido de padecer una enfermedad cardiovascular.
Al instaurar medidas preventivas para evitar el efecto del colesterol el objetivo principal es evitar la aparición de una enfermedad cardiovascular y sus complicaciones. Para ello, se deben instaurar medidas dirigidas a controlar los factores de riesgo cardiovascular modificables, tales como la obesidad, la diabetes, la hipertensión, el sedentarismo. Específicamente para el colesterol se debe iniciar una dieta pobre en grasas saturadas, se debe realiza actividad física regular e incrementar el consumo en ácidos grasos poliinsaturados tipo omega-3. Si con ello no es suficiente y los niveles de LDL siguen siendo elevados se planteará iniciar tratamiento farmacológico para disminuirlo.
El abordaje de estos pacientes debe ser multidisciplinar. Una vez se confirme la hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia o dislipemia mixta con una segunda analítica realizada previamente con ayuno de 12 horas, se debe investigar sobre hábitos dietéticos, por la visita por parte del médico, personal de enfermería o en su oficina de farmacia habitual, promoviendo una dieta hipolipemiante y siguiendo las pautas de la dieta mediterránea. Se debe calcular en todo paciente en prevención primaria el riesgo cardiovascular y valorar el inicio de tratamiento farmacológico hipolipemiante, habitualmente con estatinas o fibratos. También se debe hacer un control analítico como seguimiento del tratamiento pautado; dieta o dieta más terapia farmacológica, cada 6-12 meses dependiendo del riesgo cardiovascular del paciente y las comorbidades que presenta. Además, hay que descartar problemas de tiroides, renales, suprarrenales o hepáticos. Algunos medicamentos como diuréticos, bloqueantes B-adrenérgicos y contraceptivos también pueden elevar los niveles de lípidos.
Cuando se detectan valores de colesterol elevados, superiores a 200 mg/dl, el farmacéutico puede realizar una educación sanitaria que, si es asumida correctamente por el paciente, a menudo puede controlar la elevación del colesterol. Desde la oficina de farmacia, por los conocimientos sanitarios y su accesibilidad a nivel poblacional, se puede ayudar a los pacientes con colesterol elevado ofreciendo información, aconsejando sobre la importancia de realizarse controles periódicos preventivos de colesterol y potenciando los estilos de vida saludable. Se debe insistir en los hábitos dietéticos adecuados específicos, la práctica de ejercicio regular y el control de otros factores de riesgo cardiovascular. Si se sobrepasan ciertos valores de colesterol y/o el paciente presenta otros factores de riesgo a controlar, se debe aconsejar acudir a la consulta del médico de atención primaria para valorar indicar tratamiento farmacológico o si ya lo toman, recordar su correcto cumplimiento terapéutico.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina de Familia Marta Trenchs Rodríguez, Laura Arbones Fincias y Custodio Buil Ferrero, de Barcelona; Cristina Castella Cuesta y Nuria López Lapeña, de Lloret de Mar, y Osmani Villegas Sánchez, de Figueres los médicos de Atención Primaria Jordi Nicolau, Manuel Armando López, Joan Torras y Josep Valls, del CAP Terrassa Nord, y Margarita Saiz, Jesús López y Carlos Losada, del CAP Rambla, ambos centros en Terassa. Jordi Nicolau, Manuel Armando López, Joan Torras y Josep Valls.
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