La prevención primaria es aquella que se lleva a cabo en personas sanas. Es la principal herramienta para reducir la incidencia de enfermedades cardiovasculares en la población general. Se trata de implantar medidas a distintos niveles (ejercicio, dieta, control lipídico, glucémico…) en población sana para evitar el desarrollo de un evento cardiovascular.

Entre las estrategias de prevención primaria se encuentra el control lipídico. La disminución en las cifras de LDL se acompaña de un descenso en la morbimortalidad cardiovascular, tanto en pacientes con enfermedad cardiovascular conocida como en sanos.

Se ha demostrado que no existe un nivel de LDL por debajo del cual deje de obtenerse un beneficio preventivo, sin objetivarse una mayor incidencia de efectos secundarios. La prueba recomendada para el cribado de dislipemia es la determinación en sangre de colesterol total y sus fracciones, HDL y LDL.

Determinación analítica

No hay evidencia suficiente para establecer un rango de edad y periodicidad para su determinación, por lo que se aconseja incluirlo en cualquier determinación analítica solicitada a población mayor de 18 años, con periodicidad mínima de 4 años. Una vez diagnosticado e iniciado su tratamiento se recomienda un control anual. En algunos casos será suficiente con estas recomendaciones dietéticas y conductuales, pero en otras situaciones será necesario realizar intervención farmacológica.

Además, hay que prestar atención al control del peso, al sedentarismo y al tabaquismo.

La diabetes mellitus y la hipertensión arterial son otros factores de riesgo cardiovascular que hay que contemplar en la prevención primaria.

Es importante destacar que son necesarias y urgentes intervenciones a distintos niveles, que promuevan la adopción y el mantenimiento de hábitos más activos y saludables en toda la población.

Se debe concienciar sobre la importancia de promover estilos de vida cardiosaludables.

Promoción de la salud

El consejo sanitario es una modalidad con la que se puede hacer tanto promoción de salud como la prevención de enfermedades y que debe hacerse siguiendo una metodología y una comunicación adecuadas que lo hagan más efectivo.

Se recomienda la adopción de la estrategia de intervención de las 5 A: averiguar, aconsejar, acordar, ayudar y asegurar para la ejecución de intervenciones conductuales y de consejo sobre los principales factores de riesgo.

Los individuos con sobrepeso u obesidad presentan un aumento del riesgo cardiovascular, por lo que un adecuado control y alcanzar un peso saludable resultan objetivos clave. El perfil de menor riesgo se alcanza con IMC entre 20 y 25 kg/m2. Así, la ingesta calórica diaria balanceada es la piedra angular para conseguir un control del peso asociada a un aumento de la actividad física.

Estilo de vida

Los resultados de diferentes metaanálisis indican que el incremento en dos puntos en una escala de adherencia a la dieta mediterránea se asocia con una reducción significativa en la mortalidad total, incidencia por mortalidad cardiovascular, mortalidad por cáncer y enfermedades degenerativas.

Por su parte, la actividad física regular disminuye la morbimortalidad, tanto cardiovascular como de cualquier causa, debido a sus importantes efectos positivos sobre distintos factores de riesgo cardiovascular. Reduce la glucemia, la presión arterial, el peso, el LDL y aumenta el HDL.

Ejercicio físico

Se recomienda realizar 30-60 minutos al día, al menos 5 días a la semana, de actividad física aeróbica moderada. Por ejemplo, caminar enérgicamente o montar en bicicleta a una intensidad ligera.

Además, se puede asociar una actividad física de resistencia, ya que mantiene la masa, fuerza y función muscular consiguiendo mejorar la sensibilidad a la insulina y el control de lípidos y de presión arterial.

A pesar de los beneficios demostrados y la recomendación de realizar actividad física en la población, el porcentaje de población que lo hace es muy bajo, disminuyendo progresivamente a partir de la adolescencia, siendo especialmente bajo en el sexo femenino.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Atención Primaria Francisco de Borja Rodríguez Salas, José Antonio Carmona Álvarez, Inmaculada Cañizares Sánchez, Andrés Plaza Ramírez, Luis Caparros Sepúlveda y José Manuel Krivocheya Montero, de Málaga.