La inercia terapéutica se define como la incapacidad de intensificar la terapia adecuadamente cuando no se han cumplido los objetivos del tratamiento. En lo que respecta a la diabetes, se valora mucho la inercia terapéutica en los diabéticos tipo 2 respecto al control glucémico y lipídico.
En el tratamiento de enfermedades crónicas es relativamente frecuente, y sobre todo en las primeras fases de la sintomatología.
La relación médico-paciente debe ser en todo momento fluida, ya que de eso depende, en gran medida, la respuesta del paciente al tratamiento. Una relación fluida ayuda a mejorar la inercia terapéutica.
En la diabetes es conveniente no intensificar el tratamiento a pacientes con un control insuficiente de su enfermedad. El paciente a veces tiene rechazo a la hora de tomar medicamentos y miedo a los efectos secundarios.
La comunicación y el entendimiento entre médico y paciente debe ser de confianza mutua y que el paciente confíe plenamente en el tratamiento que le ha puesto su médico.
De esta relación depende, en parte, la evolución y la respuesta de su patología.
El tratamiento de la diabetes está muy protocolizado. Se suele empezar con la metformina, pero si no se tolera bien o es insuficiente se puede optar por los IDPP-4, que han demostrado seguridad y eficacia.
Las guías son siempre un magnifico referente a la hora de tratar la diabetes. Seguir sus recomendaciones es un referente y una garantía.
La inercia terapéutica de los pacientes es una de las principales causas del mal control glucémico y suele impedir la buena evolución de la patología.
En ese sentido, se depende mucho del proceso asistencial, el médico, el paciente y el sistema sanitario. El paciente debe seguir en todo momento las recomendaciones de su médico y comunicar si la evolución es satisfactoria y bien tolerada.
El paciente tiene que ser consciente que padece una enfermedad crónica y, como tal, debe ser constante y disciplinado en el tratamiento y comunicar alguna posible reacción adversa a su médico.
El farmacéutico comunitario juega un papel muy importante hoy en día, pues gracias a él se detectan errores de medicación que en su mayoría son predecibles.
Tratan de garantizar un uso más seguro, efectivo y eficiente de los medicamentos. Eliminan errores de medicación en los diferentes puntos de la cadena terapéutica y plantean a veces su revisión por el médico.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Adolfo Bolea Lafont, Luis Escobar Jiménez, William Delgado Nava, Ramón Hernández Cortés, Carlos Pérez Muñoz, Antonio Martín Santana, Antonio Agarrado Luuma, Ana Troncoso Gil, Mariano Renedo Cava, Silvestre Lerma Castilla y Antonio Zambrano Barea, de Jerez de la Frontera.
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