La hipercolesterolemia es una enfermedad silente de graves consecuencias

El control de la hipercolesterolemia se lleva a cabo con la realización de una analítica, normalmente en ayunas tras al menos ocho horas. En esa analítica se verificará el perfil lipídico incluyendo la concentración plasmática del colesterol total, el colesterol LDL, el colesterol HDL y los triglicéridos. Dada su importancia como factor de riesgo, es conveniente realizarla una vez antes de los 35 años en varones y antes de los 45 en mujeres. Posteriormente, habrá que hacerlos con cierta periodicidad.

Los estudios realizados con estatinas han permitido establecer que la disminución de la concentración de cLDL va acompañado de un descenso de la morbimortalidad coronaria. El control de la hipercolesterolemia, junto con la erradicación del tabaquismo y el control de la hipertensión arterial, la diabetes tipo 2, la obesidad y el sedentarismo pasan por ser las principales estrategias para prevenir las enfermedades cardiovasculares. Las estrategias de control de estas enfermedades pretenden evitar la implantación de los hábitos y estilos de vida que favorecen y aumentan la enfermedad. Por ello, la prevención es fundamental. Evitar la aparición de nuevos casos de enfermedad entre las personas libres de la misma -prevención primaria- y reducirla entre los que ya han sufrido un evento cardiovascular previo -prevención secudaria- son prioritarias.

Para esto, es conveniente hacer una estratificación del riesgo de los pacientes teniendo en cuenta los principales factores de riesgo cardiovascular es fundamental, ya que condiciona la periodicidad del seguimiento así como la modalidad e intensidad del tratamiento.

La hipercolesterolemia es uno de los principales factores de riesgo cardiovascular modificable. La prevalencia de la misma en las consultas de Atención Primaria es alta. Es un factor de riesgo muy importante de la cardiopatía coronaria. El riesgo cardiovascular expresa la probabilidad de padecer una enfermedad cardiovascular en un determinado periodo de tiempo, generalmente a los 5 o 10 años. La valoración global se hace fundamentalmente en Atención Primaria. Así los pacientes que ya han padecido una enfermedad cardiovascular tendrán una evaluación y seguimiento específicos. Por otra parte, las personas que no presentan ningún factor de riesgo son de riesgo cardiovascular bajo. En estos casos nuestra actuación consiste en llevar a cabo determinadas acciones dentro de los marcos de los programas y exámenes periódicos de salud.

Estratificar el riesgo

Otro grupo de pacientes lo constituye los hipercolesterolémicos de tipo familiar, especialmente la hipercolesterolemia familiar heterocigótica y la hiperlipemia familiar combinada que tienen un elevado riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular prematura, aún en ausencia de otros factores de riesgo cardiovascular.

Llevar a cabo una estratificación y clasificación clara del riesgo de los diversos pacientes, considerando los principales elementos es fundamental porque permite distinguir el tipo de hipercolesterolemia y también porque condiciona la periodicidad del seguimiento y del tipo de tratamiento que se debe de instaurar en la práctica clínica.

En líneas generales, los pacientes no son conscientes del riesgo a pesar de todas las campañas que se llevan a cabo en relación con el colesterol. Es una enfermedad que no presenta síntomas ni signos físicos hasta que se produce un evento cardiovascular como consecuencia de la misma.

El exceso de colesterol no es doloroso y para un paciente es difícil imaginar que lo que hace es obstruir poco a poco sus arterias, llegando a provocar accidentes fatales.

A veces se producen bajo la piel y tendones depósitos de colesterol, son los llamados xantomas o xantelasmas, que sitúan alrededor de los párpados.

Abordaje

El tratamiento de la hipercolesterolemia se debe basar en medidas higiénico-dietéticas básicas: no fumar, realizar dieta baja en grasas y efectuar ejercicio físico aeróbico moderado. Cuando estas no alcancen el objetivo, se deberá añadir tratamiento farmacológico. Hay que individualizar cada caso teniendo en cuenta la existencia de otros factores de riesgo cardiovascular, como la presencia de otras patologías asociadas. En líneas generales, se recomienda que la cifra máxima de colesterol total no supere los 200mg/dl, el colesterol LDL o malo, considerado como principal factor de riesgo debería de estar por debajo de 100mg/dl, salvo que exista una enfermedad cardiovascular, en cuyo caso debe intentarse bajar la cifra a 70mg/dl como máximo. En cuanto al colesterol HDL o bueno, se trataría del colesterol protector y se estima que lo ideal es que sea superior a 50mg/dl.

La necesidad de instaurar un tratamiento farmacológico vendrá determinada en función de los valores analíticos de colesterol en sangre, de la presencia de más factores de riesgo cardiovascular y/o de la historia familiar de enfermedad cardiovascular o de trastornos lipídicos. Para el adecuado tratamiento, es necesario poder estratificar el riesgo cardiovascular del paciente, ya que éste determinará la intensidad del tratamiento, las concentraciones de lípidos deseados y la probabilidad de presentar un evento vascular.

Problemas asociados

En líneas generales, el colesterol elevado puede causar, entre otros problemas, enfermedades coronarias: el colesterol alto es un factor de riesgo para terminar en un ataque al corazón, y posterior muerte. Esta es una enfermedad arterial específicamente del corazón, que generalmente pasan inadvertidas hasta tener una primera complicación cardiaca, como infarto o paro cardiaco.  También favorece la aparición de arteriosclerosis, que es el resultado de la obstrucción de las venas por el colesterol, y un exceso importante de grasas que restringen la circulación correcta de la sangre hacia el corazón y el resto del cuerpo.

La angina de pecho es otra de las enfermedades asociadas la colesterol y responde a la falta de irrigación sanguínea en una parte del corazón y produce dolor agudo en el pecho. Esta sensación y malestar se produce cuando se realiza algún tipo de esfuerzo y pasa después de un periodo de reposo. También favorece la aparición de accidente cerebrovascular que se produce cuando hay falta de irrigación sanguínea hacia el cerebro y es peligroso, porque puede causar la muerte, parálisis o pérdida del habla y de reflejos nerviosos de todo o parte del organismo.

Hábitos de vida

Por eso, es clave tomar una serie de medidas, donde mantener una dieta equilibrada es fundamental para evitar que los niveles de colesterol aumenten. Resulta esencial eliminar el consumo de grasas saturadas. La dieta mediterránea es un buena opción para alcanzar el objetivo de un colesterol saludable. El motivo es porque con las grasas saturadas se obtiene el aporte de grasas de los ácidos grasos monoinsaturados y poliinsaturados que pueden encontrarse en el pescado y el aceite de oliva. Además, la dieta mediterránea garantiza el consumo equilibrado de legumbres, hortalizas, cereales, frutas y vegetales.

Existen tres factores que influyen en el aumento del colesterol: grasas saturadas, ingesta elevada de colesterol y el desequilibrio entre el consumo de calorías y el gasto energético. La dieta en general debe ser pobre en grasas saturadas y colesterol y rica en ácidos grasos monoinsaturados, fibra vegetal e hidratos de carbono. Es clave para reducir el colesterol y los triglicéridos, pero además ayudará a evitar el sobrepeso. Mantenerse en el peso ideal es otro objetivo para mantener niveles de colesterol saludables. Una mala alimentación, junto con niveles de estrés inherentes a la vida moderna y la falta de ejercicio, provoca resultados que pueden ser gravemente perjudiciales para la salud de las personas.

Evitar sedentarismo

Las personas que quieran prevenir la aparición de la hipercolesterolemia deben incluir un plan deportivo en su rutina del día a día. Practicar deporte con una intensidad moderada y de forma regular adecuado a la edad, sexo y estado físico de cada persona, contribuye enormemente al aumento del colesterol bueno o HDL y a reducir el LDL, o colesterol malo y los niveles de triglicéridos. La inactividad física es en sí un factor de riesgo importante para la enfermedad cardiovascular. La actividad física regular, además de los beneficios cardiovasculares, ayudará a controlar el peso de forma óptima y además, en las personas mayores, dicha actividad contribuye a disminuir la pérdida de masa ósea y el riesgo de diabetes, mejorando la función cardiovascular y la masa y fuerza muscular.

El abandono del hábito tabáquico puede mejorar el nivel de colesterol HDL, ya que al año de abandonar el tabaco el riesgo de padecer una enfermedad cardiaca es la mitad del que es fumador ya los 15 años el riesgo es similar al de alguien que nunca ha fumado.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina General José Iglesias Fernández, Luis Magdalena Mouriño, Francisco Carrera Guerreiro, Antonio Novoa Rivas y Jesús Luengo Cifuentes, de Pontevedra; Amor Ardura González, del Centro de Salud  la Lila, Oviedo; Domingo Garcia Tenorio, Clínica del Fontán, Oviedo; Raquel Fernández Fuente, del Centro de Salud  Teatinos, Oviedo; Ramón Quintana Díaz, del Centro de Salud Sama de Langreo, Langreo;  Montserrat Rueda Cuadrado, del Centro de Salud la Carriona, y José Miguel Álvarez Cabo, del Centro de Salud Las Vegas, ambos en Avilés, y los médicos de familia Jesús Antonio Iglesias Vidal, Ángel Manuel Vigo Arcas, Luis Seoane Penas y Eugenio Guillén Montes, del Centro de Salud de San José, en La Coruña, y Manuel Abuín Rodríguez, Marcelino Calviño Cerqueiro, Ignacio Carlos Núñez Jiménez, Francisco Javier Refojos Giráldez, Juan José Seijo Vizoso y Braulio del Palacio López, del Centro de Salud El Ventorrillo, en La Coruña.

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