En el abordaje de un paciente con dislipemia, la primera estrategia a seguir son los cambios de estilo de vida, sobre todo enfocados en mejorar los hábitos de ejercicio físico, la pérdida de peso y los cambios en la dieta para evitar o, al menos, reducir la cantidad de alimentos con alto contenido en grasas saturadas y de origen animal.
Esto es beneficioso para la reducción de niveles lipídicos y para el control de otros factores de riesgo, por lo que tienen un papel global en la prevención cardiovascular. Pero en muchos casos se va a necesitar una segunda estrategia; el tratamiento farmacológico con agentes hipolipemiantes.
Existen distintos tipos y familias de compuestos que permiten la reducción de los niveles de lípidos. El principal grupo de fármacos a destacar son las estatinas.
Las estatinas realizan su acción en el metabolismo del colesterol en el hígado. Impiden la acción de una de las principales enzimas que favorecen la producción de colesterol endógeno, es decir, del colesterol que fabrica el propio cuerpo, la HMG-coA reductasa.
Entre los inhibidores de la absorción del colesterol, se encuentra ezetimiba, que funciona sobre todo a nivel intestinal.
Otros fármacos clásicamente utilizados han sido las resinas biliares, que evitan que se reabsorban los ácidos biliares que sintetiza el hígado y que son compuestos de colesterol, pero cuyo principal problema consiste en la frecuente aparición de síntomas digestivos que limita en gran medida la tolerancia del tratamiento por parte de los pacientes.
También está el ácido nicotínico o niacina cuyo mecanismo de acción consiste en inhibir la producción hepática de VLDL y de su metabolito el cLDL.
Los fibratos, que actúan provocando un aumento en la síntesis de la enzima lipoprotein-lipasa (LPL) que se encarga de catabolismo de las VDLD y los quilomicrones, lo que reduce los niveles de triglicéridos.
Los inhibidores del PCSK9 son de administración parenteral y que presentan una alta eficacia en la reducción de los niveles de colesterol.
Las estatinas son los fármacos que más se utilizan para la reducción de los niveles de colesterol, siendo la rosuvastatina y la atorvastatina las que presentan mayor potencia.
La eficacia hipolipemiante de las estatinas se basa en su capacidad de reducir y disminuir la biosíntesis intracelular hepática del colesterol y la concentración en plasma del cLDL.
Teniendo en cuenta la capacidad de reducción del colesterol LDL, las estatinas se pueden clasificar en tres grandes grupos. Las de baja potencia cuando la reducción es <30%; las de potencia moderada, cuando está entre el 30 y el 50%; y las de alta intensidad, cuando las cifras de reducción de c-LDL que se alcanzan son >50%.
Con dosis de rosuvastatina de 10 a 40 mg/día se consiguen disminuciones de c-LDL entre el 46 y el 55%. Además rosuvastatina tiene descrito también una acción beneficiosa sobre el estrés oxidativo, la función endotelial y la inflamación.
Las combinaciones de estatinas más ezetimiba han demostrado una eficacia superior a la monoterapia.
El efecto adverso más importante de las estatinas es la toxicidad muscular, que aumenta cuando se titulan las dosis de estatinas. Con las combinaciones a dosis más bajas se consiguen mejores resultados que con el uso de estatinas a dosis más altas.
Además, las combinaciones mejoran la adherencia al tratamiento. Es de especial interés en pacientes mayores, que padecen de múltiples patologías, llegando a requerir la toma de muchos medicamentos, con el riesgo agregado de confusión de fármacos, toma del medicamento equivocado o gastritis por polimedicación.
Las combinaciones fijas permiten reducir el número de comprimidos al día, lo que favorecerá un mejor cumplimiento del tratamiento.
Al instaurar un tratamiento hipolipemiante es necesario determinar qué estatina se adapta mejor al paciente y qué porcentaje de reducción de cLDL hay que conseguir. Es necesario conocer el historial de las dislipemias familiares, ya que suponen un elevado riesgo cardiovascular.
Hay que destacar que el uso de los hipolipemiantes debe acompañarse siempre por la mejora de los estilos de vida saludables del paciente.
El uso de combinaciones de fármacos hipolipemiantes ayuda claramente a reducir el riesgo cardiovascular de un número más importante de pacientes.
Teniendo en cuenta que un porcentaje muy alto, sobre el 60%, de los adultos españoles no se han medido el colesterol en los últimos años, queda patente la importancia de la oficina de farmacia comunitaria en la prevención y control de las cifras de colesterol.
En las áreas donde se aplican protocolos consensuados entre los médicos de familia y los farmacéuticos comunitarios existe una intervención más eficiente tanto en la dispensación de los medicamentos para tratar las dislipemias como en la indicación farmacéutica sobre consejos de salud para una mejora del estilo de vida y una motivación en el cumplimiento del tratamiento. De hecho, se observa un mejor control lipídico de la población.
Son importantes también las campañas sanitarias que se puedan llevar a cabo en las oficinas de farmacia encaminadas a concienciar a la población general de la importancia en la detección y control de las dislipemias que al final acabará salvando vidas.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores María Portal González Lorenzo, Andrés Manuel Martínez González, Ramona Esteban Álvarez y Dolores Recarey García, de A Coruña, y Cecilia Marco Quirós, Isabel Monedero Sánchez, Ana Huelmos Rodríguez, Pablo Robles Velasco, Diego Jiménez Sánchez, Jorge Vázquez López-Ibor y Jefferson Salas Castro.
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