La diabetes mellitus tipo 2 (DM2) es una enfermedad crónica que precisa por parte del paciente de unos conocimientos en la práctica de hábitos saludables, el desarrollo de autocuidados y el manejo efectivo del régimen terapéutico para obtener un buen control de la enfermedad y una mejora de la calidad de vida que evite complicaciones a largo plazo. La unidad básica asistencial en el manejo del paciente diabético está formada por el profesional médico y de enfermería. El profesional de enfermería puede identificar pacientes con factores de riesgo de futura diabetes y solicitar una analítica e informar acerca de los hábitos saludables que pueden evitar o retrasar su aparición. Una vez que el paciente es diagnosticado de diabetes, el personal de enfermería tiene un papel fundamental en el control y educación diabetológica, que debe incluir la promoción de hábitos saludables (dieta, control de peso y ejercicio), control de factores de riesgo cardiovascular (glucemia, lípidos, tensión arterial y tabaquismo), manejo de complicaciones asociadas a la diabetes (hipoglucemia, lipodistrofia, pie diabético etc.) y adherencia a la medicación.
El hecho de no tener síntomas dificulta que la diabetes se perciba como una enfermedad grave. Para mejorar la relación de los profesionales de la medicina con los usuarios del sistema de salud resulta necesario poner en marcha diferentes estrategias y acciones que permitan captar más información, ganar confianza y dar respuesta a las necesidades de los pacientes desde una perspectiva integral. Por eso, es importante que exista una confianza reciproca entre todos los agentes.
En el centro de salud, enfermería realiza controles analíticos periódicos a pacientes sanos según el PAPPS (programa de actividades preventivas y de promoción de la salud) y a los pacientes incluidos en protocolos por otros diagnósticos (HTA, hipercolesterolemia). En la apertura de la historia clínica del paciente, puede detectar el riesgo de padecer diabetes según los antecedentes familiares y realizar una determinación de glucemia capilar. En cuanto al control de la diabetes, es esencial el profesional de enfermería para que el paciente comprenda, sobre todo en su inicio, en qué consiste su enfermedad, que repercusiones tiene, sobre todo a medio y largo plazo, y la importancia del control de sus cifras, no solo de glucemia, sino de parámetros como peso, tensión arterial, colesterol…, así como evitar el tabaco, el alcohol y la práctica de ejercicio aeróbico regular.
La educación diabetológica es fundamental. Debe iniciarse en el momento del diagnóstico, ya que el paciente se muestra más receptivo y siente la necesidad de saber, pero comenzando por unos contenidos básicos ya que no está preparado para recibir demasiada información. Esta tiene que estar adaptada a su edad, nivel cultural, tipo de tratamiento y se deben evitar barreras del lenguaje. Posteriormente se debe ir ampliando la información durante las sucesivas visitas de revisiones, evaluando siempre lo que se ha comprendido y registrando las actividades educativas en la historia para llevar un control de los temas abordados y los progresos del paciente. Entre los temas a abordar, hay que destacar conceptos sobre fármacos, hipoglucemia, autoanálisis, plan de alimentación, ejercicio, consejo antitabaco, cuidado de los pies, enfermedades asociadas; en caso de estar tratados con insulina: técnicas de inyección, tipos de insulina, modificación de dosis,…
Una vez se detecta la diabetes, la relación con enfermería se estrecha. A partir de este momento, para ayudar a que el paciente tenga una vida normal, enfermería tiene que adoptar tres tipos de roles: educador, cuidador y consultor. La mayor parte van enfocados a los cambios en los hábitos de vida. No hay que olvidar otro tipo de consejos que proporcionan es que deben estar alerta, porque pueden padecer otras enfermedades como la retinopatía diabética o el pie diabético. Para ello realizan las exploraciones periódicas que permiten detectar estas complicaciones.
Sin embargo, hay aspectos a mejorar, porque lo primero que hay que ser conscientes es de la elevada presión asistencial que hay en atención primaria que viene dado por el envejecimiento y el gran número de pacientes que se atienden en las consultas.
En este contexto, se debe fomentar la participación de los farmacéuticos comunitarios para reforzar la acción de la educación diabetológica. El farmacéutico comunitario es muy importante dada su proximidad a la población. Su participación de forma activa para la detección precoz de estos pacientes, por ejemplo utilizando el test de FINDRISC así como el seguimiento en pacientes ya diagnosticados, puede ayudar a impedir o retrasar complicaciones en estos pacientes.
Además, puede jugar un papel importante en cuanto al cumplimiento del tratamiento, comprobando y aclarando dudas sobre la posología, detección de reacciones adversas, interacciones con otros fármacos…. Por tanto, el farmacéutico, como profesional de la salud, debe colaborar en el seguimiento y cuidado de los diabéticos, aclarando dudas de sus tratamientos y detectando factores de riesgo asociados a su enfermedad. También debe supervisar los medicamentos que toma, la adherencia al tratamiento y posibles efectos secundarios y participar en la educación diabetológica.
Las asociaciones de pacientes surgen con el objetivo de poner en común los intereses de sus integrantes en cuanto a mejorar su calidad de vida y recibir apoyo para su enfermedad. En ellas se puede encontrar información segura y contrastada de especialistas en el tema; ofrecen charlas y distintas actividades de interés para mejorar el conocimiento de su enfermedad, compartir experiencias con otros pacientes puede ayudar a llevar mejor la enfermedad y a cambiar hábitos de vida que mejoren la calidad de vida.
Actualmente, existen numerosas asociaciones de pacientes en activo, de las cuales casi 100 están dedicadas exclusivamente a la diabetes pudiendo acceder a ellas a través de distintas webs, como las de la Asociación Americana de Diabetes, la Sociedad Española de Endocrino y Nutrición, la Asociación de Diabetes en Madrid y la Federación Española de Diabetes.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Paula Hernanz López, Natividad Puche López y Juan Carlos Obaya, del Centro de Salud Chopera; María Manuela Caballero Sánchez, Ana Muñoz Cildoz, Alberto de Miguel Ballano y María Inmaculada García García, del Centro de Salud Fronteras; Sonia Peral Moya, Ana Isabel Corcuera Martínez y Juan Carlos García Álvarez, del Centro de Salud Mendiguchia Carriche, y los médicos de familia Cristina Valdivieso Blanco, Jorge Fernández Arias y Francisco Javier Andújar Albarracín.
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