El abordaje del paciente fumador se debe realizar de forma conjunta por la unidad básica de Atención primaria, formada por médicos y personal de enfermería. El tipo de abordaje para la captación del paciente fumador se basa en un consejo breve, sin sobrecargar al paciente, en visitas sucesivas por otros motivos y sin extenderse demasiado. Hay que tener en cuenta que durante años el abordaje se ha hecho de manera grupal pero en los últimos años se ha cambiado la tendencia, quizás y como fruto de la experiencia ahora se realiza un abordaje individualizado dirigido al paciente. Esto sin duda tiene su lógica, puesto que cada paciente tiene sus hábitos personales, sociales y laborales. De lo que se trata es de ajustar lo máximo posible este tipo de tratamientos a las necesidades los pacientes. Así, una serie de entrevistas combinadas, tras una primera consulta explicativa sobre el tratamiento, los problemas que podrían surgir y la elección de dichos tratamientos son clave para valorar el grado de adhesión, el grado de ansiedad y posibles efectos adversos.
Está más que demostrado que el tabaco es un factor implicado en enfermedades respiratorias, cardiovasculares y, por supuesto, tumorales. El tabaquismo está considerado como una enfermedad adictiva y crónica, que constituye en sí misma un problema muy importante de salud pública. Actualmente, ocasiona importantes cifras de morbimortalidad en la población. El impacto social del tabaquismo en los últimos años ha quedado bien patente a través de los esfuerzos de las administraciones por sensibilizar e informar a la sociedad, y crear un marco legislativo que ayude en las medidas de prevención y de reducción de sus tasas de prevalencia. En 2016 murieron 2,9 millones de personas en el mundo como consecuencia únicamente de EPOC, la sexta causa de muerte. La Organización Mundial de la Salud ha pronosticado que en el año 2030 será responsable de 8,3% de todas las muertes que sucedan y será las tercera causa de muerte.
Así, el abordaje deber ser pasar por analizar y aumentar la motivación que tiene el paciente para dejar de fumar, realizar un estudio en profundidad de las posibles recaídas que haya tenido, descubrir los estímulos asociados a su consumo y ayudarle a enfrentarse a ellos, analizar qué aporta fumar, ver cómo debe ser sustituido y emplear los fármacos o estrategias que aumenten las tasas de cesación a largo plazo. Aún así, algunos pacientes necesitarán ser derivados a profesionales con una mayor experiencia en el manejo del tabaquismo u otros trastornos adictivos en general.
Todos los esfuerzos deben de ir dirigidos a la deshabituación tabáquica y acompañar al paciente en su camino hacia dejar de fumar. Cualquier momento es adecuado, desde el tiempo que está hospitalizado, en la urgencia o a pie de consulta. Aunque la mayoría de los fumadores desean dejar de fumar, muy pocos reciben atención sanitaria para este fin. Porque por lo general, no acuden al médico.
El Eurobarómetro de la Comisión Europea ha documentado que en España solo uno de cada diez fumadores que deja de fumar lo hace con ayuda de su médico, una cifra muy inferior a la de nuestros países europeos vecinos. El tratamiento del tabaquismo es una intervención muy coste-efectiva. La eliminación del consumo de tabaco es la única medida preventiva y eficaz para detener la evolución progresiva de esta enfermedad, y tiene un impacto determinante en la reducción de la mortalidad.
El internista aporta a sus pacientes un abordaje multidisciplinar y completo. Si un paciente fumador ingresa en las plantas de hospitalización, se debe iniciar desde el momento del ingreso una ayuda para la deshabituación tabáquica, incluso con terapias farmacológicas de ayuda. Así, el ingreso hospitalario supone un momento idóneo para la intervención si se tiene en cuenta la vulnerabilidad y el mayor grado de motivación del paciente, además de la prohibición de fumar en un centro sanitario y el frecuente contacto con el personal sanitario. Por su parte, el médico de primaria es la primera toma de contacto para que un paciente deje de fumar, por lo general, tras varios intentos por hacerlo por su cuenta, que no surten efecto y es cuando recurre al médico.
No hay que olvidar que los fumadores diabéticos tienen mayor probabilidad de presentar un evento cardiovascular que los diabéticos no fumadores. Está suficientemente demostrado que el tabaco produce un aumento importante de daños a nivel tanto micro como macrovascular, sobre todo nefropatía, lo que se objetiva en un aumento en la excreción de albúmina por orina y dificulta el control de la diabetes mellitus.
Este mayor riesgo parece ser debido a los efectos que la nicotina produce en el organismo. También reduce enormemente la sensibilidad de los pacientes diabéticos a la insulina y contribuye al desarrollo de síndrome metabólico, a un peor control de la enfermedad y mayor gravedad de las complicaciones vasculares, así como alteraciones en la función plaquetaria, trastornos de la coagulación y mayor riesgo de presentar HTA sistólica.
Desde el punto de vista farmacológico, se dispone de tres tratamientos: la nicotina transdérmica o en chicles, bupropión hidrocloruro y la vareniclina. Se emplean en función del nivel de dependencia que tenga el paciente y de lo preparado y predispuesto que esté para abandonar el hábito tabáquico. La elección del tratamiento va a depender del paciente, bajo consejo médico, teniendo en cuenta las evidencias actuales en relación a estos fármacos y su nivel de éxito. También se tendrá en cuenta su patología de base, así como los tratamientos concomitantes.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Susana Sánchez Ortega, Roberto Rodríguez Hernández, María Isabel Duran Solís y Juana Umaran Sánchez, de Bilbao; los especialistas en Medicina de Familia Manuel Cano Arjona, Damián Crespi Capo, Mª Belén Colas Martínez, Ignacio Abascal Carey y Antonio Álvaro Torrente Blasco, del Centro de Salud Acacias Elda; los médicos de Atención Primaria Aurora Guillermo Ruberte, Sebastián Recaj Ibañez, Javier Mateo Cabrejas y Carmelo Ibiricu Ardanaz, Consultorio Fustiñana, en Fustiñana, Navarra, y la internista Sonia López Garrido, del Hospital Universitario de Burgos; Vicente López Silanes y Juan Luis Martin Carbayo, del Centro de Salud Pintor Oliva, y Eduardo Villanueva Gómez, del Centro de Salud de Briviesca.
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