La práctica regular de ejercicio reduce un 40 por ciento la mortalidad por causa cardiovascular, ya que mejora la resistencia física, ayuda al control de la presión arterial y el peso y, de forma indirecta, de otros factores de riesgo cardiovascular. No hay que olvidar que el ejercicio regular aumenta el tono y la masa muscular.
Por su parte, en los jóvenes contribuye a ganar masa ósea mientras que los mayores que hacen ejercicio pueden mantenerla.
Algunos trabajos hablan de su papel en la prevención del cáncer de mama y colon, mientras que otros estudios apuntan que la liberación de endorfinas que se produce con la práctica del deporte contribuye al control del estrés, la ansiedad (ambos importantes elementos que contribuyen al riesgo cardiovascular) y aumenta el vigor. También se ha demostrado utilidad a la hora de prevenir el deterioro cognitivo y la depresión.
Aunque el ejercicio físico es bueno, es necesario hacerlo bajo control, ya que existe un cierto grado de riesgo por muerte cardiovascular, pero los beneficios superan dicho riesgo. Por eso, la cantidad y calidad del ejercicio que se debe realizar tiene que individualizarse en función de cada persona, teniendo en cuenta la edad, forma física y las enfermedades que tenga.
Exceso de ejercicio
En líneas generales, el exceso de ejercicio se observa en personas muy exigentes, las que tienen un comportamiento obsesivo y unos objetivos de rendimiento muy altos, sin una planificación adecuada. De hecho, a las consultas pueden acudir personas con lesiones deportivas, incluso algunos pacientes ingresados por grandes aumentos de creatinfosfokinasa (CPK) por la realización de un entrenamiento muscular en exceso. Los problemas de abuso deportivo se deberían tratar intentando rebajar dicha actividad física a limites normales.
Por norma general, no se evalúa el riesgo cardiovascular si no hay antecedentes, pero si padecen hipertensión arterial, diabetes u otro factor de riesgo se recomienda exploración física y un electrocardiograma.
Hipoglucemias
En cuanto a cómo debería ser el control de los diabéticos a la hora de hacer ejercicio, hay que comentar que el diabético es un paciente especial. El ejercicio en el paciente diabético es una buena herramienta de prevención secundaria. Así, se recomienda realizar 30 minutos al día de ejercicio, dos días de ejercicio de fuerza que contribuye a disminuir la sarcopenia, que en el diabético está acelerada. Además, no deben faltar ejercicios aeróbicos y de flexibilidad. Como en el diabético tarda más en aumentar la frecuencia cardiaca, es mejor realizar antes el ejercicio de fuerza que el aeróbico. Si hay un descontrol metabólico está contraindicado el ejercicio, ya que este puede agravarlo
Hay que tener en cuenta que la complicación más observada cuando los diabéticos hacen ejercicio es la hipoglucemia, por lo que es bueno comer de 1 a 3 horas antes y tener a mano una fuente de hidratos de carbono de rápida absorción. También es importante que el paciente sepa reconocer estos síntomas cuando hace ejercicio y la forma de controlarlos.
Por eso, debe conocer el contenido de hidratos de carbono de su dieta y hacerse más controles glucémicos antes y después del ejercicio, para que él mismo pueda administrase la medicación y/o insulina que precise, hidratarse correctamente, aprender a evitar las hipoglucemias.
Pautas previas
Todo ello, viene determinado por el tipo e intensidad del deporte que practica y también de la gravedad y las complicaciones de su diabetes. De forma general, la actividad deportiva es recomendable para los diabéticos, pero adaptándose a sus características de edad, condición física, estado global de salud y tipo de diabetes.
Por eso, antes de hacer ejercicio, deben llevar a cabo un buen precalentamiento e hidratación; deben tener un conocimiento calórico de su alimentación habitual y de los posibles suplementos, un control pre y post ejercicio de los niveles de glucemia, y alternancia de ejercicio aeróbico con ejercicios de fuerza muscular, acumulando al menos 150 minutos de ejercicio moderado-intenso a la semana.
Para evitar hipoglucemias es recomendable hacer controles frecuentes de glucosa y adaptar el ejercicio al tipo de complicación que tenga; por ejemplo, si el paciente padece neuropatía periférica o pie diabético, le vendrá mejor realizar natación y no correr o marchar.
En pacientes con ACV ya establecido, es necesario hacer algunas pruebas si el ejercicio va a ser intenso.
Por su parte, el farmacéutico comunitario tiene un papel como el agente de salud, sobre todo en el seguimiento farmacológico en estos pacientes que suelen estar polimedicados.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Gerardo Antón Martín, María Ángeles Diaz Entresotos-Cortes, Ana María Parrella, María Espejo Romero, Pilar Lasala, Margarita Ruiz Pacheco y Cristina Carvajal Puente, del Centro de Salud Castroviejo.
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