La neumonía representa un importante problema de salud, ya que se relaciona con una elevada morbi-mortalidad de personas de todas las edades a corto y largo plazo. Son numerosos los tipos de microorganismos que pueden causar esta enfermedad: bacterias, virus respiratorios y hongos, entre otros. Precisamente, la identificación de los patógenos causantes de la neumonía es clave en el progreso del tratamiento, dado que la terapia antimicrobiana tardía e inadecuada puede concluir en malos resultados.
La correcta detección de los patógenos a través de pruebas de diagnóstico rápidas y precisas, junto con las nuevas terapias antibióticas y no antibióticas, son cruciales para mejorar el manejo de la neumonía. Así se refleja en un estudio sobre esta enfermedad publicado en la revista Nature Review Disease Primersi.
Diferenciar si una neumonía es bacteriana o viral, hoy en día, no es posible si nos fijamos en los síntomas de la enfermedad, porque estos son muy parecidos. Tos, dificultad para respirar, dolor en el pecho, producción de esputo y fatiga son los síntomas más comunes. De hecho, un estudio encontró que la inteligencia artificial tampoco pudo diferenciar la etiología microbiana en función de los síntomas, las características clínicas y la radiología.
Esto sugiere que el diagnóstico debe basarse en la anamnesis del paciente y otras pruebas complementarias radiológicas o de imagen −como la ultrasonografía de pulmón− y de laboratorioi.
Según se revela en el estudio, los test de diagnóstico rápido son el futuro en la determinación de esta enfermedad.
La actual pandemia de la COVID-19 ha traído consigo el desarrollo de diferentes tipos de pruebas diagnósticas rápidas, como la prueba directa del antígeno del SARS-CoV-2 que detecta los componentes virales presentes en las secreciones nasofaríngeas, y la indirecta de anticuerpos detectados en el suero. Estas dos pruebas son relativamente sencillas de realizar e interpretar, dado que requieren una formación básica de quien realiza las pruebas.
En cuanto a los biomarcadores que facilitan el diagnóstico rápido de infecciones, los más utilizados son la proteína C reactiva (PCR) y la procalcitonina (PCT). Ambas pueden ayudar en el diagnóstico clínico de la neumonía, pero no se pueden utilizar de forma aislada como base para las decisiones de tratamiento.
Por otro lado, está el nuevo método molecular de alto rendimiento que detecta la infección del nuevo coronavirus en muestras de saliva. En este caso, la desventaja viene dada por la necesidad de contar con un equipo especializado y personal capacitado.
En lo que se refiere al tratamiento, los antibióticos son el pilar fundamental para el manejo de la neumonía. Sin embargo, esta va a depender de una variedad de factores patógenos y del huésped. El estudio, en el que han participado tres especialistas españoles miembros de la Sociedad Española de Neumología y Cirugía Torácica (SEPAR), recoge que la terapia ideal debe estar condicionada por los patógenos, aunque sea difícil su identificación.
Otro factor esencial en el tratamiento es que se inicie de forma temprana; se suele empezar por una terapia empírica de amplio espectro dirigida a los patógenos etiológicos más probables. A partir de ahí se van reduciendo y focalizando los antibióticos una vez que se vayan conociendo los resultados de las pruebas diagnósticas.
En la revisión se señala que los métodos moleculares rápidos proporcionan resultados en un plazo de entre dos y cuatro horas y media. Son técnicas que incluyen marcadores de resistencia a los antibióticos y facilitan la identificación de virus y bacterias específicos. De esta manera, ayudan a elegir la terapia más adecuada, a reducir el uso de antibióticos o a dejar de utilizarlos.
Referencia:
i Torres, A., Cilloniz, C., Niederman, M.S. et al. Pneumonia. Nat Rev Dis Primers 7, 25 (2021). https://doi.org/10.1038/s41572-021-00259-0
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