Hay que mejorar el incumplimiento terapéutico en diabéticos jubilados

La jubilación constituye, no sólo en los diabéticos, sino en todos los pacientes afectados por enfermedades crónicas, un importante punto de inflexión en diferentes aspectos del cumplimiento terapéutico. Durante la etapa de actividad laboral, en la mayoría de los pacientes, a  pesar de ser la diabetes una enfermedad  crónica y con complicaciones potencialmente graves, pasa a un segundo plano en el orden de prioridades vitales de atención del paciente. Pero el paciente jubilado dispone de un tiempo libre y  suele estar en una época de su vida con una situación socio familiar más descargada de tareas. En este contexto, el autocuidado y la preocupación por sus enfermedades, y en especial las crónicas, como es la diabetes mellitus tipo 2, es mucho mayor. El paciente diabético jubilado se vuelve mucho más demandante de servicios sanitarios, acude más a consultas, tanto de médico como de enfermera, y se preocupa más de conocer los aspectos y consecuencias de su enfermedad que puede mejorar. Todo esto hace que sea un paciente mucho mejor cumplidor que los más jóvenes en plena actividad laboral.

Además, la jubilación sí que influye en el cumplimiento terapéutico del paciente diabético. Aunque en algunos casos puede favorecerse dicho cumplimiento debido a la flexibilidad de horarios y a que el hecho de tener menos obligaciones permite al paciente estar más pendiente de su salud y de su medicación. Sin embargo, en otros casos, paradójicamente, el cumplimiento terapéutico empeora en pacientes jubilados, no tanto por este hecho, sino por asociarse al envejecimiento otras comorbilidades que hacen que el paciente esté polimedicado, lo que suele perjudicar el cumplimiento.

Factores psicosociales

También hay que tener en cuenta otros factores psicosociales, como el estado de ánimo deprimido secundario a la falta de perspectivas o proyectos y el progresivo aislamiento que acompaña a este periodo vital. Por eso, hay que ser conscientes que dichos pacientes están en el periodo más frágil de la vida, desde la perspectiva de la salud, posiblemente facilita la adherencia y cumplimiento terapéutico.

Pero, por otra parte, también está el paciente con diabetes 2 jubilado que, en general, disfruta de una buena calidad de vida y en esas circunstancias realiza otras actividades: hace viajes, cuida a los nietos, hace ejercicio u otros hobbies. Esto suele depender del sexo del paciente; así, los hombres quizás manifiesten un comportamiento más extrovertido que las mujeres. Algunos estudios han puesto de manifiesto que la percepción de la salud y  la percepción de la enfermedad disminuyen con la jubilación, por eso, a partir de esa edad puede bajar el cumplimiento terapéutico.

Unas de las medidas a emplear es la valoración inicial exhaustiva de la edad del paciente hasta la edad de inicio de la diabetes. Evolución temprana del control metabólico, expectativas de vida, nivel cultural y económico, apoyo socio familiar y los recursos de su entorno con los que cuenta son elementos a tener en cuenta, a lo que hay que añadir la valoración inicial del peso y su evolución en el tiempo, valoración estado psicofisiológico, comorbilidad, función renal, cardiaca, hepática y respiratoria. También hay que saber las medicaciones que toma, incapacidades, físicas, el estado de los sentidos (vista-audición), estado cognitivo…

Motivación

Todos estos elementos permitirán valorar su situación orgánica y el nivel de dependencia de los jubilados con su diabetes mellitus y con esto mejorar el control del cumplimiento. Y es que para conseguir este objetivo, la clave está en la motivación y concienciación de estos pacientes, con medidas simples como la receta electrónica, los pastilleros semanales, la supervisión por parte de la familia son la clave para su facilitar su adherencia terapéutica.

La  historia clínica informatizada y la prescripción electrónica permiten conocer el número de recetas retiradas de cada uno de los fármacos prescritos y también se puede emplear el test de Haynes-Sakett  que valora junto a la  dispensación farmacéutica el  control de la enfermedad y como consecuencia el cumplimiento.

Otra  medida muy  importante para mejorar la cumplimentación, tras  el  diagnóstico y la prescripción, es la educación sanitaria tanto individual como grupal y establecer la mejor relación médico-paciente. Si además se le facilita un documento escrito con la enfermedad  que padece y el plan de tratamiento, dosis diarias, efectos  secundarios, interacciones, régimen terapéutico que sea  sencillo y  mejor si es posible en  mono dosis, se pueden obtener beneficios.

En este contexto, el refuerzo del control por parte de enfermería es importante, ya además de la toma de medicación, hay que llevar un seguimiento de la dieta y el ejercicio físico dependiendo de la posibilidad del paciente, especialmente teniendo en cuenta de la mayor disponibilidad de tiempo. También es importante en estos casos la participación de la familia para contribuir a este control.

Es sabido que la falta de recursos económicos favorece a una mala adherencia, que junto con la depresión o la toma de varios medicamentos en diferente franja horaria hace que el paciente se olvide de tomar toda su medicación. Además, si el paciente no está motivado o presenta algún rasgo depresivo es mucho más difícil que cumpla el tratamiento. Si no hay una buena estructura familiar, paciente que ha enviudado o es incapaz de llevar una vida ordenada no se podrá tomar la medicación según las pautas establecidas. De hecho, algunos informes de la OMS revelan que el cumplimiento terapéutico en pacientes con enfermedades crónicas está en torno al 50%.
Los equipos de Atención Primaria tienen un papel importante para mejorar el cumplimiento terapéutico, donde la buena relación médico-paciente es la base para alcanzar los objetivos propuestos.

Educación sanitaria

Y es que la educación por parte de los profesionales sanitarios se considera una parte fundamental en los cuidados del diabético para mejorar el control metabólico y reducir las complicaciones agudas y crónicas y las hospitalizaciones. Las personas con diabetes, utilicen o no insulina, tienen que asumir la responsabilidad del control diario de su enfermedad; por ello, es clave que entiendan la enfermedad y sepan cómo tratarla y en este punto es donde entramos nosotros el personal sanitario. Por eso, tanto enfermería como los farmacéuticos son profesionales sanitarios indispensables para llevar a cabo una buena educación sanitaria y así poder realizar las labores que todo diabético requiere a nivel de llevar una vida saludable y un cumplimiento medicamentoso óptimo.

Así, la labor del farmacéutico debería ir encaminada a resolver dudas o las carencias de información que detecte, a proteger al paciente ante la aparición de problemas relacionados con su medicación, a derivar al médico a poder ser acompañado de una información adecuada al paciente preferiblemente por escrito, a participar  en las explicaciones que faciliten al paciente la  comprensión de su enfermedad y la necesidad de su terapia y su cumplimiento, a comprobar que la periodicidad en la demanda coincide con la pautada y a comunicar a la familia y su médico las desviaciones apreciadas en la adherencia y cumplimiento. La atención farmacéutica en coordinación con médicos y enfermeras contribuye a mejorar la atención asistencial al paciente y a la comunidad.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Atención Primaria Jesús Roca Chillida, Salvador Juárez Antón, Mª Luisa Berdún Ramírez, Miriam Rodríguez Bastida y Mariano Crespo Peña, del Centro de Salud Alcalde Bartolomé, de Móstoles; Cesar Augusto Cueva Alcántara, Antonio Prieto Perea, Andrés Santoyo Hernández, Rosalía Castro Poza, Francisco Matador Alcántara y Wally Joel Reynoso Heinsen, del Centro de Salud Sonseca; José Mª García Deza, Manuel Pena Arnaiz y Virginia Sánchez Fernández, de Mollerussa; Juan José Cabré Vila,  Ángel Carrillo Pujol y  Marta Piñol Margalef, de Reus; Ramón Ruiz Sales, José María Vendrell Parera, Asunción Salat Veciana y Sonia Vidal Asensio, de El Vendrell; María Teresa Vidal Sarmiento, Juan José Antón Álvarez, Joaquín Carrasco Navarro, Esther Batista Álvarez, Elena Hernández Boluda, Alberto Benchimol López y Alejandro Oriol Daza, de Barcelona, los especialistas en Medicina de Familia Esther Juanola Torrent, Raquel Urdiain Agorriz, Laura Díaz Gete y Ana Gallego González, de Barcelona; Miquel Puigserver Colom, Guillermo Caldentey Bauza, Juan Noguera Bennaser,  Gabriel Bauzá Dalmau, Cristian Casseus Schurig, Rosa Cortés Serra y Josefina Rullán Losadau, Estebán Pérez Gutiérrez, Juana Blasco Albert, Mar Escobar Gallegos y Estrella Guitiérrez Ocaña, del Centro de Salud María Jesús Hereza Cuellar, en Leganés, y los especialistas en Medicina General Pilar Martínez Merodio, Lidia Ardiaca Burgues, Asunción Vitoria Lapeña, Juan Carlos Álvarez Pérez y Ricardo Carrascal Chico, de Madrid.

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