Un proyecto de investigación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) concluye que “solo un 20%” de las guías europeas sobre dieta incorporan la sostenibilidad alimentaria, y recoge acciones y políticas dirigidas a los responsables públicos para promover este tipo de dietas en Europa.
La investigadora del grupo FoodLab de los Estudis de Ciències de la Salut de la UOC, Anna Bach, ha liderado durante dos años un trabajo encargado en 2019 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), llamado ‘Dietary patterns for health and sustainability’ y que se ha publicado en la revista ‘BMC Public Health’, ha informado la UOC en un comunicado.
El trabajo pretende conseguir un consenso internacional entre expertos y diseñar acciones para avanzar hacia un sistema alimentario “más sostenible y saludable” en el ámbito europeo, y se centra en la relación entre la alimentación y la salud, y también se ha añadido el concepto de sostenibilidad.
“Lo que ponemos en el plato importa mucho. Por cuestiones de salud y también ambientales, no podemos continuar con el modelo actual de producción y de consumo”, ha señalado la investigadora, que en el estudio define lo que debe ser una dieta saludable y sostenible.
Los resultados concluyen que hay que abordar la cuestión entre los diferentes agentes, con acciones simultáneas en diferentes campos, como la elaboración de guías estratégicas o cambios legislativos, y destaca la necesidad de “actualizar las guías de alimentación saludable, ya que la mayoría no tienen en cuenta la sostenibilidad“.
“Hay que actualizar las directrices existentes o crear e implementar nuevas. Solo un 20% de las guías europeas sobre dieta (food-base dietary guidelines) incorporan la sostenibilidad alimentaria”, ha explicado Bach.
El trabajo señala que hay que aumentar le consumo de alimentos de origen vegetal –fruta, verdura, cereales integrales, legumbres, fruta seca y semillas– y reducir el consumo de carne roja –procesada y no procesada– y de los productos ultraprocesados ricos en sal, grasa o azúcar.
Se recomienda llevar una dieta mediterránea tradicional, que tiene un alto consumo de vegetales y pescado, y un bajo consumo de carne, y en este sentido la investigación considera que la dieta japonesa también sería adecuada.
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