ÁREA CARDIOMETABÓLICO

Hay que fomentar la adherencia en los cambios en el estilo de vida y en las pautas farmacológicas

Ni las intervenciones farmacológicas ni los cambios en el estilo de vida se aplican de forma suficiente. A esto hay que sumar la inercia terapéutica.

Distintos estudios han demostrado que el control actual del colesterol en pacientes con enfermedad cardiovascular establecida no está en los niveles en que debería. No obstante, sí que hay tratamientos adecuados como son las estatinas de alta intensidad y combinaciones de estatinas y ezetimiba.

La inercia terapéutica por parte del profesional puede influir en esta situación que hay que revertir. Es necesario reevaluar periódicamente al paciente e intensificar el tratamiento farmacológico cuando no se cumplen objetivos.

Además, se debe realizar educación sanitaria continuada y consistente para modificar estilos de vida no adecuados, centrándose en una dieta cardiosaludable y realización de ejercicio físico regular.

Para ello, se necesita colaboración y coordinación de todos los profesionales implicados en la asistencia del paciente con enfermedad cardiovascular.

Beneficios

El ensayo IMPROVE-IT demostró que la reducción agresiva del cLDL hasta los 50 mg/dl después de un síndrome coronario agudo conlleva un beneficio en el pronóstico cardiovascular del paciente. Los beneficios también se observan en la diabetes, cuya prevalencia es menor en aquellos pacientes con mayor riesgo de presentarla cuando se tratan con estatinas a dosis altas.

Añadir ezetimiba a simvastatina de 40 mg ofrece efectos beneficiosos adicionales reduciendo los eventos cardiovasculares sin aumentar los efectos secundarios.

Riesgo cardiovascular

En este contexto, hay que tener en cuenta el estudio Controlrisc, que pone de manifiesto que los médicos españoles, tanto de Atención Primaria como Atención Especializada, tienden a infraestimar el riesgo cardiovascular, a pesar de disponer de la documentación necesaria para estratificarlo de forma adecuada.

El cálculo del riesgo cardiovascular permite facilitar la actuación del médico en los distintos escenarios posibles y podría ayudar a concienciar a los pacientes para mejorar su adherencia terapéutica y adopción de estilos de vida más saludables.

Prevención secundaria

Los pacientes con enfermedad coronaria establecida u otra enfermedad arterioesclerótica son una prioridad en cuanto a la intervención.

Los niveles de colesterol deben controlarse de manera más rigurosa con objetivos terapéuticos más exigentes. Se requieren niveles de LDL inferiores a 55 mg/dl. Por ello, es clave optar por estatinas de alta potencia o combinaciones de estatinas con ezetimiba.

Es clave el papel de la Atención Primaria para realizar una educación sanitaria individualizada, acompañando, aconsejando y ayudando a adoptar estilos de vida saludables. Los cambios deben ser paulatinos pero persistentes en el tiempo.

Es habitual que el paciente tras sufrir un evento cardiovascular adopte estilos de vida cardiosaludables muy estrictos desde el inicio y que cuando disminuye el temor a la enfermedad no mantienen. Por eso, se debe realizar un seguimiento estrecho y control de otros factores de riesgo cardiovascular como presión arterial, glucemia, peso y tabaco.

Seguimiento

Debemos realizar una valoración global del paciente intensificando el tratamiento para conseguir objetivos de control. Se debe intensificar el tratamiento farmacológico para conseguir un adecuado control del LDL colesterol, cifras de tensión arterial y glucemia. También hay que fomentar los hábitos higiénico-dietéticos saludables mantenidos en el tiempo para evitar otros factores de riesgo como la obesidad o el tabaquismo.

Debemos fomentar la adherencia terapéutica y realizar educación sanitaria individual y grupal.

La actividad física aeróbica tiene efectos beneficiosos sobre el peso corporal, la presión arterial, los lípidos plasmáticos (elevación de la concentración plasmática del cHDL) y la sensibilidad a la insulina y pueden prevenir el desarrollo de episodios coronarios.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Cardiología Ramon Rubio Patón y Isidro Hernández Fernández, y los médicos de Familia Álvaro M. Alcaraz Pérez, Concepción Carvajal Lucerga, Juan Aledo Peralta y Carmen Diaz Mateo, del Centro de Salud Cartagena, y José David Bravo Navarro, Miguel Bethencourt Muñoz, Sima Samimi Fard, Néstor Baez Ferrer, Alejandro Sánchez-Grande Flecha y Rubén Alfonso Juárez Prera, de Santa Cruz de Tenerife.

Ester Crespo

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