La risa es un fenómeno biológico necesario y beneficioso, y más en estos momentos que nos toca vivir donde la mayoría de la información que recibimos es sobre catástrofes, atentados, paro, crisis económica, corrupción, agresiones de género, guerras, etc. Qué diferencia en nuestras emociones cuando contemplamos el cuadro de La Mona Lisa, con esa expresión enigmática de su misteriosa sonrisa, o la genuina sonrisa de Mahatma Gandhi. Tolstoi decía: “Confía en los hombres según su sonrisa”; y San Agustín afirmaba que: “Los ojos son la ventana del alma”. Y esto no es una metáfora descabellada, ya que, en efecto, los ojos no solamente reciben información, sino que ellos mismos a la vez son fuente de información y traducen al mundo sensorial el estado de ánimo, es decir, los sentimientos que están en ese momento activados por el cerebro. Y parafraseando al sociólogo Juan Antonio Jáuregui (1998) podríamos decir: “Dime cómo sonríes y te diré quién eres”.
La risa produce cambios transitorios en la expresión facial, propiciados por la contracción de hasta 50 músculos del rostro, como el cigomático mayor, que hace que la comisura bucal se desplace hacia atrás y arriba; y el orbicular de los párpados, que motiva que la hendidura palpebral se estreche y aparezcan arrugas, que se acompañan de emisión de sonidos particulares y variaciones en los movimientos de la respiración, producidos por la activación de otros músculos faciales, laríngeos y respiratorios que generan una contracción clónica de músculos implicados en la espiración. En una carcajada continuada se activan cerca de 400 músculos desde los faciales hasta los abdominales (Wild y col., 2003; Arias, 2011).
La risa suele ser una expresión de alegría, pero también tiene otras muchas connotaciones o desencadenantes: situación de humor, gesto social, significado de desprecio o burla, risa simulada o risa falsa, risa desencadenada por cosquillas, risa precipitada por el gas de la risa, etc. (Ekman y col., 1990; Wild y col., 2003). La sonrisa es una forma suave y silenciosa de risa, podría considerarse como un esbozo de risa, en la que suelen estar ausentes el componente respiratorio y las vocalizaciones. En los humanos ya se observan indicios de sonrisa a las 5 semanas de vida extrauterina y de risa a los 4 meses (Kraemer y col., 1999). La risa no es un patrimonio exclusivo de los homínidos, ya que también está presente en algunos roedores, perros y primates, pero puede afirmarse que cada sujeto se ríe de un modo particular y personal.
La risa como tema de estudio puede abordarse desde muchas perspectivas y muchos campos científicos. Por este motivo, se han planteado numerosas teorías, algunas contradictorias entre sí. Actualmente existen puntos en común, pero a lo largo de la historia han existido muchas discrepancias y concepciones diferentes de algo tan paradójicamente íntimo y genuinamente humano.
Para el naturalista alemán Karl Ritter (1779-1859), lo cómico depende del mundo vital concreto en el que se produce. Esto explica que, por ejemplo, no entendamos el humor de la Antigua Grecia, que el humor británico sea diferente del chino, o que el humor entre físicos no sea inteligible para un campesino. No obstante, este planteamiento no contradice el postulado universal de incongruencia: siempre es posible encontrar la esencia de lo cómico más allá de lenguas o formas de pensar.
En 1900 Henri Bergson publica La risa. Considera esta como un fenómeno exclusivamente humano, aunque otros animales pueden manifestar síntomas parecidos a la risa solo los seres humanos ríen de verdad. También la define como un fenómeno grupal. Un aspecto destacable de su pensamiento es que lo cómico aparece cuando se reprimen otras emociones, como el odio o la compasión.
Sigmund Freud (1856-1939) sugiere que la risa posiblemente posea un efecto catártico liberador de la energía nerviosa reprimida, atribuyendo a las carcajadas el poder liberar al organismo de energía negativa, algo que ha sido científicamente demostrado al descubrir que el córtex cerebral libera impulsos eléctricos negativos un segundo después de comenzar a reír.
La risa podría ser una forma ancestral de comunicación. El paso hacia la bipedestación que se produjo en los orígenes de la humanidad liberó al tórax de la función de soporte que ejercía en la locomoción cuadrúpeda, un paso crítico que, al desligar la respiración de la carrera, proporcionó a los seres humanos un control flexible de la respiración, necesario para el lenguaje oral y para nuestra risa característica. Actualmente existen diversas interpretaciones acerca de su naturaleza.
Los estudios realizados por Robert Provine (1978, 2005), neurobiólogo del comportamiento de la Universidad de Maryland, sostienen que la risa es un balbuceo lúdico, instintivo, contagioso, estereotipado y de control subconsciente o involuntario, que raramente se produce en soledad. En cambio, para otros autores, como Charles R. Gruner (1978), la risa es una reminiscencia o sinónimo del grito de triunfo del luchador tras ganar a su adversario. Asegura que en todas las manifestaciones de humor existe un gesto de agresión, incluso en los casos más inocuos. Considera, que incluso un lactante se ríe, no como manifestación de agradecimiento, sino porque consiguió lo que deseaba. El filósofo John Morreall (1983) sostiene que el origen biológico de la risa humana pudo estar en una expresión compartida de alivio tras pasar el peligro; la laxitud que sentimos tras reírnos puede ayudar a inhibir la respuesta agresiva, convirtiendo la risa en un signo de conducta que indica confianza en los compañeros. En cualquier caso, existen investigaciones recientes realizadas tanto en orangutanes como en chimpancés que sugieren que estos son capaces de reírse, con lo cual la risa sería de origen evolutivo y genético (Provine, 2005).
En diversos estudios de estimulación de la corteza cerebral se ha desencadenado risa al estimular la amígdala, la corteza frontal, las circunvoluciones cingular anterior, fusiforme y parahipocámpica, y también el hipotálamo (Fish y col., 1993; Gordon y col., 1996; Fried y col., 1998; Schmitt y col, 2006). Algunos sujetos parkinsonianos sometidos a estimulación del núcleo subtalámico han presentado crisis de risa (Krack y col., 2001). Se ha localizado una zona en el área motora suplementaria del cerebro, que, al estimularse por medio de electrodos, produce la sonrisa y, con una estimulación más intensa, la risa a carcajadas, estando esta zona muy cercana al área del lenguaje (Giménez, 2001).
Cuando un estímulo interno o externo es procesado en áreas primarias, secundarias y de asociación multimodal del sistema nervioso central, la integración de las emociones se realiza en el sistema límbico, el cual es probablemente responsable de los potenciales motores que caracteriza a la risa, incluyendo la expresión facial y los movimientos de los músculos que controlan la ventilación y la fonación. Una vez procesado el estímulo, además de los actos motores mencionados, se lleva a cabo una activación autónoma generalizada, la cual tiene salida por diversas vías, entre las que se encuentran el eje hipotálamo-hipófisis y el sistema nervioso autónomo. Todos estos componentes conforman la emoción, proceso que involucra, cuando se trata de alegría, el acto motor llamado risa, habiendo dos estructuras del sistema límbico implicadas en la producción de la risa: la amígdala y el hipocampo (Rodríguez-Álvarez y col., 2000).
Según Parvizi y col. (2001), la risa se activa por estímulos percibidos dentro de un contexto cognitivo-social, detectados por sitios de inducción localizados en el telencéfalo, que incluyen la corteza prefrontal ventromedial, la corteza cingulada anterior, la amígdala extendida y el estriado ventral; a su vez, los sitios de inducción activados operan en efectores como la corteza motora, el hipotálamo, la sustancia gris periacueductal, los núcleos de los nervios craneales y las regiones premotoras que interconectan el funcionamiento de estas estructuras. Además, durante la risa se ha detectado que las mujeres activan la corteza prefrontal izquierda más que los hombres, existiendo una actividad máxima de las regiones mesolímbicas, que incluyen el núcleo accumbens, lo que implica una mayor respuesta de la red de recompensas.
Teniendo en cuenta las aportaciones de la experimentación animal, los datos derivados del estudio de pacientes con risa patológica y también de los estudios de estimulación cerebral, hoy se postula que existe un centro coordinador de la risa situado en la parte dorsal de la unión del mesencéfalo con la protuberancia, en el seno de la sustancia gris periacueductal y la formación reticular, que mantiene conexiones con el cerebelo, hipotálamo, tálamo, ganglios basales, y lóbulos temporal y frontal (Wild y col., 2003; Parvizi y col. 2001, 2009). Este centro gelástico mesencefalopontino activará sincrónicamente los núcleos de los pares craneales que inervan los músculos implicados (expresión facial, vocalizaciones, espiración clónica) y los que determinan los fenómenos vegetativos asociados.
El centro gelástico mesencefalopontino está sometido al influjo de tres sistemas:
• Un sistema inhibidor que parte de la corteza premotora y motora, pasa por los pedúnculos cerebrales y se sitúa en la porción ventral del tronco encefálico.
• Un sistema excitador que proviene del córtex prefrontal, del lóbulo temporal basal (amígdala incluida), del tálamo y del hipotálamo.
• Un sistema modulador que arranca del cerebelo, que mantiene conexiones con el sistema límbico (corteza ventromedial prefrontal, cíngulo anterior, amígdala, estriado ventral), con el córtex premotor y motor, con el hipotálamo y la sustancia gris periacueductal.
En un sujeto sano, ante una situación emocional de alegría repentina, humor, etc., el sistema excitador media la respuesta, mientras que el fallo del sistema inhibidor sería el generador del síndrome de risa y llanto patológicos (RLP). El gas de la risa es un antagonista de los receptores NMDA glutamatérgicos, que podría ejercer su acción inhibiendo neuronas del área premotora y motora. De acuerdo con esta visión, el RLP sería un fenómeno de liberación similar a la espasticidad (Wild y col., 2003).
Popularmente a la risa se la considera básicamente una respuesta a momentos o situaciones de humor, como expresión externa de diversión, y relacionada con la alegría y la felicidad, aunque la risa, según numerosos estudios, está motivada por un estímulo cómico en una minoría de los casos cotidianos. Suele aparecer, de forma más o menos simulada, como complemento emocional de los mensajes verbales, así como en situaciones de estrés o en conductas de tipo lúdico como las cosquillas. En función de la fuerza con que se produce, la risa puede variar tanto en su duración como en su tono y características. Así, usamos distintas palabras para describir lo que consideramos diferentes tipos de risa: chasquido, carcajada, risotada, risita, risa despectiva, desesperada, nerviosa y equívoca (Moore y Udine, 2005).
Algunos estudios médicos atribuyen efectos beneficiosos para la salud y el bienestar a la risa, dado que libera endorfinas (Provine, 2005). La autoinducción del gesto de sonreír puede mejorar nuestro estado de ánimo. Otra propiedad es la de facilitar un incremento de la actividad de las células NK y mejorar así nuestro estado inmunológico (Sanz Ortiz, 2002).
En 2010, la Federación de Sociedades Americanas de Biología Experimental publicó una revisión de los diferentes estudios realizados a lo largo de los años sobre los efectos positivos y beneficiosos de la risa:
• Algunos indicadores relacionados con el estrés disminuían durante los episodios de risa, relacionados con la disminución de los niveles de adrenalina y cortisol.
• La risa incrementaba la producción de anticuerpos y la activación de células protectoras como los linfocitos o los linfocitos T citotóxicos, que producen la inmunidad celular, importante para evitar la formación de tumores.
• Las carcajadas o risas alegres y repetitivas mejoraban el estado de humor, reducían los niveles de colesterol en sangre y regulaban la presión sanguínea.
• Existe una relación entre la risa y el apetito, de tal modo que la risa aumenta el apetito de modo análogo a como lo hace el ejercicio físico moderado. Según estos estudios, simultáneamente se produce una reducción del nivel de leptina y un aumento del de grelina en la sangre.
Además, la risa genera otros efectos beneficiosos como los siguientes: libera del temor y la angustia, contribuye a aplacar la ira y a un cambio de actitud mental, favorece la digestión al aumentar las contracciones de los músculos abdominales, aumenta el ritmo cardiaco y el pulso y, al estimular la liberación de endorfinas, permite que estas cumplan una de sus importantes funciones, como es la de mantener la elasticidad de las arterias coronarias, y también disminuye la glucosa en sangre (Provine, 2005).
La risa, como una expresión de alegría y descarga emocional, ha sido considerada una terapia alternativa y no invasiva dentro del ámbito de la salud. La risoterapia es una técnica terapéutica que se encuentra fundamentada en los beneficios que proporciona la risa sobre la salud, calidad de vida y bienestar general de cualquier persona. La risoterapia es concebida como un procedimiento alternativo, complementario y preventivo a otros tratamientos, que proporciona al organismo beneficios a nivel fisiológico, psicológico y espiritual (Rodríguez Quezada y Rojas Verdugo, 2017).
Si bien la risa se considera en general beneficiosa para la salud, existen paradójicamente también problemas de salud que cursan con episodios de risa. Existe una risa patológica (no controlable, con incontinencia y labilidad afectiva) que caracteriza a ciertas enfermedades del sistema nervioso central, como es el caso de tumores, esclerosis múltiple, ictus y demencias. Enfermedades mentales como la esquizofrenia y la drogadicción también pueden presentarse con crisis de risa incontrolada (Sanz Ortiz, 2002).
Algunas evidencias señalan que la risa patológica estaría influida por la transmisión serotoninérgica y dopaminérgica, dados los resultados favorables en pacientes tratados con bloqueantes selectivos de la recaptación de serotonina y levodopa. Es probable que el sistema dopaminérgico y el cannabinoide se encuentren involucrados en la producción de expresiones emocionales positivas. La risa patológica ha sido asociada con lesiones cerebrales en áreas que van desde la corteza frontal y el tracto piramidal hasta el mesencéfalo ventral y la protuberancia; parece muy probable que la acción neurofisiológica de la mayoría de estas lesiones se deba a la desinhibición crónica del circuito generador de la risa (Wild y col., 2003).
Con la colaboración de la Real Academia Nacional de Farmacia.
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