La secretaria general del Consejo General de Colegios de Farmacéuticos (CGCOF), Raquel Martínez, considera que, desde su introducción en el Sistema Nacional de Salud (SNS), “el medicamento genérico ha encontrado un aliado en la farmacia comunitaria”. Y eso ha sido así, reivindica, porque los profesionales del gremio han entendido desde siempre que la sostenibilidad del SNS va muy ligada a la sostenibilidad del propio modelo de farmacia. Muestra de ello es el convenio de colaboración que tienen con la Asociación de empresas de genéricos, AESEG, que renovaron en marzo, que los lleva a contribuir a la difusión de campañas para concienciar sobre las propiedades del genérico.
Recuerda, aunque a ella la regulación de las especialidades farmacéuticas genéricas (EFG), en 1997, le pilló muy joven, que los principios “no fueron fáciles” para estos medicamentos. “Nosotros, la calidad del genérico la teníamos clara. Pero el ciudadano comenzó dudando”, asegura, y de ahí que subraye la “inmensa” tarea de la farmacia “para explicar que la calidad es la misma y que, además, los genéricos contribuyen a la sostenibilidad del SNS y permiten tener mejor acceso a la innovación”.
En relación con los genéricos, los farmacéuticos comunitarios garantizan, dice, “que el paciente al que se le prescribe un genérico se sienta igual de seguro que si recibiera la marca; que cuando toman el medicamento, lo tomen bien, lo conozcan bien y eso les permita estar más sanos, que es lo que finalmente nos agradecen”.
Muestra de esa ingente labor informativo sería, según Martínez, el hecho de que muchos pacientes lleguen ahora a la farmacia preguntando directamente por el principio activo. “Eso tiene que ver con que el ciudadano conoce mejor la farmacoterapia y a eso ha contribuido mucho la labor educativa del farmacéutico”, subraya.
En relación con las dudas iniciales, lo que se encuentran ahora en la farmacia, en lo que tiene que ver con genéricos y marcas, son casos excepcionales de pacientes que aseguran que una presentación, “que puede ser de marca o de genérico, le hace más efecto que otra”. “Puede deberse a un determinado excipiente, que haya cambiado, o a la forma de metabolización”, indica, y aclara que en estos casos lo que suele hacerse es “contactar con los médicos para, si es necesario, cambiar la prescripción, siempre atendiendo a criterios clínicos”. “Pero estos casos no siempre se producen con el genérico. A veces, el genérico es el que mejor le funciona al paciente”, zanja.
Este incremento de la confianza general hacia las EFG ha ido en paralelo a la mayor penetración de estos fármacos en la farmacia comunitaria. Así, si en 2007 suponían el 8 por ciento de la facturación y 16 por ciento en número de unidades, el último estudio que realizaron desde el Consejo, que data de 2015, reflejaría un aumento hasta el 20 por ciento y el 40 por ciento, respectivamente.
Los datos, que se han mantenido bastante estables en los últimos años, no han acusado medidas como la eliminación de la priorización del genérico frente a la marca, y eso muestra, según Martínez, que el mensaje pro-genéricos “ha calado”, convirtiendo el tándem genérico-farmacia en “un binomio de éxito”. “Esto es señal de lo bien que trabajamos, de que somos unos profesionales cercanos en los que la población confía”, afirma, y añade: “Los proyectos en los que se implica al farmacéutico, tienen éxito. Ocurrió lo mismo con la receta electrónica o con los copagos. Los ciudadanos han terminado acogiendo mejor estas reformas cuando los profesionales de la farmacia hemos contribuido”.
Como se decía, la defensa que ha hecho históricamente la farmacia del genérico tiene que ver con la creencia en la necesidad de hacer sostenible al SNS. Y es que de ello también depende, al menos en parte, la viabilidad de muchas boticas que viven principalmente de los medicamentos de receta. Es el paradigma que reina en el mundo rural, con establecimientos que han llegado a ver comprometida su viabilidad con determinadas pautas aplicadas sobre el gasto farmacéutico.
En este sentido, es de sobra conocido el rechazo del Consejo General hacia determinadas medidas, como las subastas andaluzas, que solían saldarse con la adjudicación de lotes completos a un suministrador de medicamentos genéricos, lo que habría derivado en problemas de abastecimiento. “Eso impactaba en el paciente, porque solo se podía dar el medicamento adjudicado”, asegura su secretaria general, apuntando al hecho de que “cuando obligas a comprar una molécula, no hay libre mercado”.
Otro inconveniente que han generado las subastas, durante su vigencia, ha sido que eliminaban la capacidad de las farmacias de negociar con los laboratorios, reduciéndose mucho sus márgenes. Por eso, de cara a la aplicación de políticas en esta línea, Martínez pide “que sean sostenibles” para el SNS, “pero que también permitan realizar esas gestiones (negociación con los laboratorios) a estos establecimientos” que, recuerda, “son privados, aunque de interés público”. “Las farmacias pequeñas dependen más del medicamento para su viabilidad, y tener ese margen para la gestión es muy relevante”, concluye.
Hablando de nuevos cambios en la política de prestación farmacéutica que atañe a los genéricos, el Consejo prevé que “va a haber movimientos”, y su secretaria general considera que, a priori, “eso no es malo”. En la relación entre estos y los productos de referencia, opina que es importante que haya “un equilibrio”. “Es bueno que el genérico penetre, pero de forma equilibrada”, agrega. No obstante, sean cuales sean las medidas, valora como aspectos importantes “que haya diálogo con todos los agentes del sector; que se presenten estudios de impacto (incluidos posibles desabastecimientos); que sea viable para todos, incluida la farmacia, sobre todo las de la España vaciada, que no pierdan capacidad de negociación en las compras, y que sirva, al fin y al cabo, para mantener la viabilidad del SNS”.
Sea cual sea la línea de intervención, lo que tiene claro Martínez es que cualquier política orientada al uso racional debe contar con el farmacéutico como profesional en primera línea, ya que “el medicamento que no se utiliza bien, es el que más cuesta y más repercute en el paciente”, de ahí que desde el Consejo insistan tanto en la implantación de servicios profesionales como el orientado a la conciliación de la medicación.
Y culmina: “El futuro de la farmacia comunitaria y del genérico van de la mano. Ese binomio funciona bien y tiene futuro. El farmacéutico siempre demuestra, con el genérico también, que vela por la sostenibilidad del SNS y por la mejor asistencia al paciente y, si se nos abren oportunidades a nivel normativo, estamos abiertos a participar en potenciar la prescripción y la dispensación. Sabemos que contamos con una población cada vez más envejecida y polimedicada, con enfermedades crónicas, donde el genérico es muy relevante”.
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