El actual grupo de gobierno llegamos al Colegio Oficial de Farmacéuticos de Las Palmas con la intención de llevarlo al siglo XXI en cuanto a servicios y gestión. Además, teníamos muy claro que queríamos aumentar la percepción de pertenencia de los colegiados a la institución, que fueran conscientes de la utilidad y las prestaciones que se ofrece.
Creo, sinceramente, que en un año hemos caminado mucho en estos dos sentidos, poniendo las bases para tener un colegio más dinámico, activo y participativo. Cuando me presenté junto a los compañeros, alguien de confianza me dijo: “tranquila, tienes cuatro años para trabajar”. Ya ha pasado uno y creo que hemos hecho mucho, pero si miro al futuro creo que nos queda bastante. En menos de doce meses hemos puesto ya unas bases sólidas que nos permitirán ir hacia donde nos habíamos propuesto.
Creo que el talante del grupo de Gobierno ha quedado patente con el desenquistamiento de las dificultades judiciales de lo que será la nueva sede colegial y con los canales de colaboración abiertos con otros colegios profesionales para unificar esfuerzos y crear sinergias en campañas de interés sociosanitario.
En cuanto al aspecto interno, contamos con un organigrama por primera vez en el COFLP y, dentro de lo que la pandemia nos ha permitido, hemos creado espacios para fomentar el contacto entre colegiados a través de la organización de rutas de senderismo, actividades culturales y cursos de fotografía, por ejemplo.
Las farmacias canarias no han sido una excepción en el ámbito nacional y, diría, mundial. Quizá lo que más nos ha diferenciado es la realidad que vivieron las zonas turísticas. Pasamos de una población turística de 14 millones a cero en menos de una semana. Esto supuso un gravísimo problema para las farmacias de los municipios turísticos. Por suerte, y no solo para las farmacias sino para la economía insular en general, ya se están recuperando los niveles de años prepandémicos.
Pues como decíamos, las mismas que afectaban a otros territorios, con la peculiaridad de que somos islas, por lo que la insularidad marcó ritmos diferentes que en otras ciudades de población similar. Es verdad que la llegada de medicamentos, mascarillas o geles podía verse afectada, pero contamos con ello y se hacen previsiones para minimizar estas peculiaridades propias de la insularidad, si bien, como en todos sitios, el abastecimiento tuvo dificultades por el exceso de demanda y la carencia de proveedores.
Otra de las dificultades fue que el virus iba por delante de nosotros, por lo que la información que muchas veces se nos solicitaba no estaba clara ni dentro del mundo científico, así que jugamos un papel muy importante a la hora de tranquilizar y ofrecer pautas de comportamiento sociales y sanitarias dentro del conocimiento y la información a la que, como sanitarios, teníamos acceso.
Si de algo nos sentimos orgullosos los farmacéuticos canarios es de haber ofrecido varios servicios importantes, desde acercar la medicación a domicilio a las personas vulnerables o enfermas hasta la iniciativa Mascarilla-19, que nació para proteger a las mujeres en riesgo o que sufrían violencia de género desde la primera semana de confinamiento, una iniciativa copiada posteriormente a nivel nacional e internacional.
Debo decir que estas cuestiones me tocaron como farmacéutica, pero no como presidenta, ya que aún no se habían celebrado las elecciones y fue el grupo de gobierno anterior que asumió estas responsabilidades. No obstante, el papel de todos y todas las compañeras durante la pandemia fue ejemplar, y eso que decimos que las farmacias son un referente para un barrio, un pueblo o una zona rural, se mostró en toda su dimensión.
Creo que conseguimos que nadie se quedara fuera, que la ciudadanía cubriera todas sus necesidades sanitarias y que nadie se sintiera abandonado por la situación desde el aspecto farmacéutico. No puedo olvidar en este capítulo el esfuerzo que realizaron otros profesionales sanitarios con el que se salvaron miles de vidas.
No sé qué decir, la verdad. Como comentaba, la parte más grave de la pandemia la gestionó el grupo de gobierno anterior. Sí puedo decir que tanto entonces como ahora la visión que la Administración autonómica tiene de las oficinas de farmacia para cooperar ha sido más para dar salida a problemas administrativos y no sanitarios. O sea, que cuando la ciudadanía necesitaba certificados de vacunación se contaba con los farmacéuticos para imprimirlos y darlos, pero no para vacunarlos, a pesar de las colas y los desplazamientos.
Mientras que en otras comunidades las farmacias colaboraban vacunando contra la gripe, aquí nos ofrecimos en varias ocasiones y no tuvimos respuesta. Se llegó al punto de que las farmacias pudieron hacer test COVID-19 semanas después de que ya se lo pudieran hacer en casa y certificar cada persona por su cuenta el resultado.
En resumen, a la pregunta, yo diría que la administración sanitaria en Canarias no ha sabido sacar todo el provecho al papel sanitario de los farmacéuticos durante la pandemia, ni de la red de farmacias, casi 800, repartidas por todo el territorio insular.
Son varias. Para comenzar, faltan farmacéuticos en todos los campos. Faltan en Farmacia Hospitalaria, adjuntos en las oficinas de farmacia, en Salud Pública, Atención Primaria… No es un problema propio de las islas, pero también lo vivimos aquí con preocupación. Por otro lado, centrándonos en la farmacia comunitaria, nos encontramos con que la receta electrónica no permite tener una comunicación directa con el médico, lo que nos impide solucionar errores en la medicación.
No tener acceso al historial farmacoterapéutico de un paciente, por ejemplo, hace inviable dar la asistencia al paciente con la calidad que hoy en día nos permite la tecnología. En definitiva, la problemática que tenemos es resolver cómo dar mejor servicio al paciente, lo que redundaría, además, en la mejora de la salud y hasta repercutiría en los costes sanitarios.
Somos un territorio fraccionado, por tanto, todas las labores que impliquen desplazamientos se complican más que en otros territorios, como por ejemplo la inspección de Salud Pública. En cuanto a farmacia comunitaria, ya conocemos las dificultades de la insularidad, por lo que ponemos las soluciones que tenemos a nuestro alcance.
Es verdad que nos llegan los desabastecimientos dos o tres semanas más tarde que al resto, pero tardamos en que se vuelva a abastecer otras dos o tres semanas, así que podemos decir que hay cosas que las vemos venir pero que no podemos evitarlas, aunque puedan minimizarse en algunos casos.
Otro aspecto que nos afecta es el acceso a la formación en dos vertientes, una es la que realizamos desde los mismos colegios profesionales canarios, ya que para los farmacéuticos de las islas no capitalinas suele suponer una limitación importante, pues no solo hablamos de traslados, también puede implicar pernoctaciones y otros inconvenientes de tiempo y de gastos. Por otro lado, asistir a formaciones y congresos en la península supone también una dificultad, lo que no ocurre cuando son en el extranjero, ya que las conexiones aéreas en las islas están muy desarrolladas.
Estamos muy en contacto con el colegio de Santa Cruz de Tenerife. En total, fueron tres las farmacias afectadas, aunque a distintos niveles. Dos desaparecieron bajo la lava del volcán, de las que una ya ha podido abrir, y otra, cuenta ya con los permisos para poder hacerlo en breve. La tercera está en una zona que sigue afectada por los gases y, por tanto, a la espera. Desde el COFLP colaboramos en todo lo que está a nuestro alcance con el colegio homólogo de Santa Cruz de Tenerife.
A través del colegio se hizo una colecta de dinero que se ingresó en la cuenta del COF de Santa Cruz de Tenerife para ayudar a los afectados, ya fueran farmacéuticos o personal de farmacia afectado, técnico y auxiliares, y que se gestionó según las necesidades de cada familia. En este sentido, parte de la impotencia que podía sentir la población palmera también la sentimos aquí, porque es complicado saber cómo ayudar de otra manera que no sea económicamente desde aquí.
Este verano se prevé que volvamos a cierta normalidad, si bien estamos preocupados por el tema de la COVID-19 y por la viruela del mono, que tendremos que ver cómo evoluciona. Las farmacias turísticas sí tienen ya claros indicios de recuperación, lo que por un lado nos tranquiliza, si bien tendremos que seguir luchando contra la competencia desleal que se practica desde otros negocios que utilizan estrategias de confusión ante el turista que necesita de un profesional farmacéutico.
Pues son muchos y según se mire. Como junta, tiene mucho que ver con lo que hablamos antes. Queremos llegar al final de la legislatura con los deberes hechos, con un colegio más moderno, más activo y cohesionado. Tenemos que finalizar la nueva sede y dotarla de mobiliario y de herramientas que permitan su uso como espacio de referencia formativo y de gestión para los colegiados. Hay que poner en marcha programas de formación adecuados.
También tenemos como objetivo posicionar a los farmacéuticos de todas las modalidades como sanitarios de referencia ante la sociedad y afrontar la renovación del concierto entre el SCS y los colegios profesionales de farmacéuticos de Canarias.
Por último, debemos potenciar la vinculación de los farmacéuticos con otros profesionales sanitarios, con las asociaciones de pacientes y con la ciudadanía en general. Creo que si conseguimos esto en los tres años que nos quedan podremos decir que habremos cumplido con lo que nos proponíamos. Habremos hecho los deberes.
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