El riesgo cardiovascular es la probabilidad de que ocurra un determinado episodio vascular en un periodo de tiempo definido, teniendo en cuenta los factores de riesgo cardiovascular que tiene el paciente y que le hacen pertenecer a un determinado grupo poblacional. Por lo tanto, no hay un sistema universal de cálculo del riesgo cardiovascular.
Los factores de riesgo principales son los que cuya intervención en el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares se ha comprobado. Los factores de riesgo secundarios pueden elevar el riesgo de sufrir estas enfermedades.
Entre los factores de riesgo mayores no modificables están la edad, el sexo, antecedentes de enfermedad cardiovascular y antecedentes familiares. Entre los modificables se encuentra la dislipemia, la diabetes, el tabaquismo y la hipertensión. Por su parte, la obesidad, sobre todo la abdominal, el sedentarismo, el HDL inferior a 40 mg/dL y los triglicéridos por encima de 150 mg/dL configuran los factores de riesgo condicionantes modificables.
En las nuevas guías de prevención cardiovascular se recomienda el cálculo del riesgo cardiovascular de manera sistemática a todas las personas adultas con algún factor de riesgo cardiovascular. Se puede considerar también en los hombres mayores 40 años y en las mujeres mayores 50 años, que se pueda repetir cada 5 años.
Las guías presentan un nuevo modelo para calcular el riesgo: SCORE2 (2) y SCORE2-OP(3). Estos se han calibrado para cuatro regiones de Europa según las tasas de mortalidad vascular. España pertenece a los países de bajo riesgo cardiovascular.
Dicha herramienta permite el cálculo del riesgo de morbimortalidad vascular en los próximos 10 años: infarto de miocardio, ictus y mortalidad vascular, en hombres y mujeres entre 40 y 89 años.
En la consulta se puede usar la app de la European Society of Cardiology (ESC) o la herramienta disponible en la web U-Prevent, que permite la entrada del colesterol total y HDL, además de la edad, el sexo, la PAS, y el tabaco. También permite calcular el riesgo de por vida (LIFE-CV model), el riesgo en personas con diabetes (ADVANCE risk score o DIAL model) y con enfermedad vascular establecida (SMART RISK score SMART2 RISK).
Las enfermedades cardiovasculares son la principal causa de muerte y de enfermedades invalidantes, por lo que es importante prevenir el riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares.
La prevención primaria es el conjunto de actuaciones dirigidas a reducir el riesgo de una primera complicación. El tratamiento con estatinas en prevención primaria reduce el riesgo en mortalidad total, de eventos coronarios, eventos cardiovasculares, ictus y revascularizaciones en comparación con placebo.
Las recomendaciones deben dirigirse a realizar cambios para un estilo de vida saludable y sobre factores de riesgo cardiovascular. La pauta farmacológica con estatinas en prevención primaria se centra en pacientes de riesgo alto, según las tablas, y a grupos de población específicos, como los que tienen un colesterol mayor de 320 mg/dL, HTA, microalbuminuria y diabetes.
En prevención secundaria hay que valorar el perfil lipídico y lograr objetivo lo antes posible, con un de cLDL < 55 mg/dL o una reducción > del 50% del cLDL basal.
Para ello, se cuenta con estatina de alta potencia, ezetimiba e iPCSK9. Sin embargo, en estudios observacionales se muestra que los pacientes con riesgo alto o muy alto a tratamiento hipolipemiante en prevención secundaria uno de cada cinco logra objetivos de cLDL.
Esto se debe a la inercia terapéutica, la mala adherencia al tratamiento, la baja utilización de la terapia combinada y/o uso de estatinas de baja intensidad y el poco uso de iPCSK9 por problemas de visado y alto precio del fármaco.
Por lo tanto, hay que potenciar el uso de hipolipemiante de alta intensidad disponible. La atorvastatina de 80 o la rosuvastatina de 20 reducen entre un 50-55 % los niveles de CLDL y esto la mayoría de las veces no es suficiente para obtener el objetivo de cLDL < 55 mg/dl.
En estos casos, doblar la dosis de estatina solo aumenta la reducción del cLDL en un 6%, pero si se añade ezetimiba la reducción alcanza el 65 %, y si le añadimos iPCSK9 la reducción llega al 75 %. Con los tres, la reducción alcanza el 85 %.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas Guillermo Carrio García, Amelia Carro Hevia, Manuel Sánchez García, Víctor García Suarez y Yolanda González Pozuelo, de Gijón.
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