El margen de mejora en el control del riesgo cardiovascular en España sigue siendo muy amplio. Una prueba de mejora lo ejemplifica la HTA, el 33 % de la población española es hipertensa; sin embargo, poco más del 20 % está bien controlada. Algo parecido sucede con la hipercolesterolemia; uno de cada dos adultos en España tiene el colesterol alto, pero solo lo sabe la mitad.
De esos, el 41 % está tratado y de dicho grupo, el 51 % está bien controlado. Esto es una llamada de atención a los profesionales, porque, teniendo tratamientos farmacológicos eficaces, no se consigue esa eficiencia.
Actualmente hay muchos fármacos hipolipemiantes en el mercado, destacando las estatinas, sobre todo las de alta potencia, atorvastatina y rosuvastatina; ezetimiba; los inhibidores de PCSK9 y, el ácido bempedoico.
Se dispone de un arsenal completo de terapias hipolipemiantes, pero es necesario un uso adecuado, con una individualización del tratamiento en cada paciente según su nivel de LDL basal, su riesgo cardiovascular y el porcentaje de reducción que se necesita alcanzar.
No se puede descuidar la tolerancia al tratamiento y su adherencia. Además, resulta fundamental una adecuada concienciación de enfermedad e implicación tanto de pacientes como de resto de profesionales en el tratamiento, seguimiento y la consolidación de los objetivos propuestos.
Hay que recordar que en la práctica clínica habitual, bastantes pacientes presentan un nivel de colesterol fuera de objetivos. Desde el punto de vista cardiológico, la gran mayoría de los pacientes tienen riesgo cardiovascular muy alto, ya con evento isquémico, con niveles diana de LDL muy exigentes: menor de 55 mg/dl y menor del 50 % del valor que tenía cuando sufrió el evento índice.
Si bien la gran mayoría están tratados con estatinas, la no consecución de objetivos podría deberse a los efectos secundarios, a la falta de adherencia, a la escasa educación del paciente y a la demora de derivación al especialista.
La elevación de los valores de LDL aumentan el componente lipídico de la placa de ateroma y disminuyen el grosor de su componente fibrótico, lo que hace que disminuya su estabilidad.
Por eso, dichas placas son más vulnerables de romperse y generar un fenómeno inflamatorio y trombótico con el consecuente síndrome coronario agudo. Estudios recientes desarrollados en laboratorios de Hemodinámica han objetivado que disminución en valores de LDL se asocian a aumento de grosor de placa, al incrementarse su componente fibrótico.
El aumento de grosor de la placa de ateroma se relaciona con menor riesgo de ruptura y, por tanto, menor incidencia de evento coronario agudo.
Es fundamental el tratamiento hipolipemiante intensivo con estatina de alta intensidad y combinación con ezetimiba como tratamiento base en pacientes de muy alto riesgo cardiovascular como prevención primaria o secundaria de desarrollar un evento coronario.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Misleydi Domínguez Ramos, Javier Ballesta Lozano, Alina María Rodríguez Dalmao y José María Narváez Martín, del Centro de Salud de Adeje, y Jorge Fuertes Alonso, Luis Gutiérrez de la Varga y Silvia Prieto González, de Avilés.
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