Una reducción absoluta del cLDL a menos de 70mg/dl o una reducción relativa del 50% cuando dicho objetivo no es alcanzable proporciona el máximo beneficio para la disminución de la enfermedad cardiovascular en los sujetos de muy alto riesgo cardiovascular. Las nuevas guías de la Sociedad Española de Cardiología especifican que el objetivo del cLDL sea menor de 50mg/dl.
Sin embargo, a pesar de las evidencias del beneficio de un estricto control lipídico, el grado de consecución de objetivos en este grupo de pacientes de muy alto riesgo es alarmantemente baja.
En ensayos clínicos a gran escala, las estatinas han demostrado que reducen significativamente la morbimortalidad cardiovascular tanto en prevención primaria como en prevención secundaria.
En prevención secundaria la evidencia científica avala el uso de las estatinas más eficaces a las dosis más altas toleradas, por lo que las guías internacionales recomiendan esta estrategia inicial en el manejo de la hipercolesterolemia y el tratamiento farmacológico combinado si no se ha alcanzado el objetivo terapéutico.
La reducción máxima de cLDL que se alcanza utilizando las dosis máximas de las estatinas más potentes comercializadas en España (atorvastatina 80mg y rosuvastatina 20mg) escasamente llega a superar el 50%. En los pacientes de muy alto riesgo cardiovascular y con valores basales de cLDL>150mg/dl, en los que aún la estatina más potente en su máxima dosis no permita llegar al objetivo de <70mg/dl es necesario valorar el uso de la terapia combinada con el fin de conseguir reducciones más ambiciosas del cLDL.
Un control inadecuado del paciente tras la prescripción del hipolipemiante o una insuficiente comunicación entre el médico y el paciente se han asociado con una alta tasa de fracasos del tratamiento.
El infratratamiento de las hiperlipidemias se relaciona con la inercia terapéutica. Hay que destacar que los propios sistemas sanitarios pueden suponer una limitación al control de la dislipidemia al restringir algunos tratamientos. Los modelos sanitarios que han potenciado los incentivos a los profesionales en función de la consecución de los objetivos terapéuticos, en contraposición a la utilización de genéricos, han demostrado ser más eficaces en el control de los factores de riesgo y, lógicamente, aportar más beneficios a la población.
Todos estos factores pueden llevar a un inadecuado control lipídico de muchos pacientes y les exponen a un riesgo fácilmente evitable.
Por otro lado, otra causa importante de fracaso terapéutico es que este tipo de pacientes con alto riesgo cardiovascular son, en su mayoría, polimedicados, con las consecuencias que supone esta situación.
Los efectos y consecuencias de la polimedicación son casi siempre graves. Por un lado, la adherencia terapéutica decae con la complejidad del régimen terapéutico y cuanto mayor es el número de medicamentos prescritos. Los efectos adversos y las interacciones medicamentosas también aumentan con el número de medicamentos.
Simplificar y unificar tratamientos mejora situación de polimedicados y la adherencia terapéutica, lo que permite conseguir el objetivo de un mayor control.
El papel del farmacéutico en el manejo del paciente polimedicado es fundamental porque muchas veces es el encargado de preparar los pastilleros, lo cual resulta de gran ayuda a la hora de favorecer el cumplimiento. También es en la farmacia en donde se detectan incumplimientos, interacciones o duplicidades de tratamiento.
La atención farmacéutica se define como los cuidados que un paciente concreto requiere y recibe, y que aseguran un uso seguro y racional de la medicación. En esta atención se incluye la dispensación, la formulación magistral, la consulta e indicación farmacéutica, la formación en el uso racional del medicamento, la educación sanitaria, la farmacovigilancia y el seguimiento farmacoterapéutico.
En pacientes con enfermedades crónicas y múltiples medicaciones la adherencia es fundamental para un tratamiento efectivo.
La intervención farmacéutica ha demostrado ayudar a mejorar el conocimiento de la medicación y aumentar la adherencia, simplemente a través de un seguimiento y contacto con el paciente más frecuentes.
Otro servicio asistencial ofrecido por el servicio farmacéutico, es el SPD, sistema personalizado de dosificación, que está dirigido a pacientes crónicos polimedicados. Es una herramienta clave para aumentar la adherencia terapéutica
El farmacéutico, en colaboración con los facultativos, puede contribuir a la mejora de la salud del paciente, ya que puede intervenir en la identificación de interacciones farmacológicas y contribuir a la optimización del tratamiento crónico del paciente.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores María Tato Fontaiña, Evangelina Filloy Miguez y Carolina Valcarce Rodríguez.
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