La candidiasis vulvovaginal es una enfermedad común. Se define como una vaginitis, es decir, la inflamación de la vagina, que es sintomática y que, a menudo, afecta a la vulva. La Candida albicans es la causa más común, responsable del 85 o el 90 % de los casos.
Entre los síntomas más comunes se encuentra el picor en la vulva, irritación e hinchazón tanto de la vagina como de la vulva y, a veces, puede haber una secreción anormal.
Todos estos síntomas pueden causar angustia emocional e incomodidad física, ya que la mujer que la padece puede sentirse avergonzada, lo que no facilita que hable de sus síntomas y consulte por ellos.
En este contexto, es importante destacar los mitos sobre dicha infección. Entre ellos está que es una enfermedad de transmisión sexual, que se asocia a una mala higiene, que la mujer que la sufra la tendrá de por vida, y que aumenta el riesgo de infertilidad. Nada de esto es cierto, puesto que la candidiasis vulvovaginal no se suele adquirir en las relaciones sexuales, aunque sí se puede transmitir entre la pareja.
Otro dato a tener en cuenta es que el lavado excesivo, las duchas vaginales y el uso de jabones perfumados pueden alterar el entorno natural de la vagina, favoreciendo su aparición.
Es importante saber que en la mayoría de los casos se resuelve bien con los fármacos disponibles y que no hay una relación entre candidiasis recurrente e infertilidad.
Entre los factores de riesgo para desarrollar una candidiasis están el embarazo, el tratamiento con antibióticos y tener una diabetes mal controlada. Otros de los factores que se relacionan con la aparición de candidiasis son el uso de anticonceptivos, el comportamiento sexual y la ropa ajustada, pero no se sabe con certeza si afectan o no al desarrollo de dicha infección.
Lo que sí se sabe es que en las embarazadas es más común: una de cada tres mujeres embarazadas es portadora de C. albicans, de las cuales entre el 60 y el 90 % serán sintomáticas.
Para poder hablar de las candidiasis recurrentes se deben dar cuatro o más episodios documentados al año. Entre el 5 y el 8 % de las mujeres premenopáusicas pueden padecerlas, lo que supone una importante carga psicológica.
El tratamiento de la candidiasis busca la eliminación los síntomas clínicos. Existen en el mercado distintos fármacos antifúngicos con esta indicación, como los azoles, el clotrimazol o el fluconazol. Las presentaciones son tópicas u orales, para adaptarse de la mejor forma posible a cada caso y de las características que presente la mujer afectada.
De esta forma, se puede elegir entre las distintas formulaciones que van desde los comprimidos intravaginales/óvulos blandos, cremas internas y externas y comprimidos orales.
Según las conclusiones del estudio Vulvovaginal candidiasis: A real-world evidence study of the perceived benefits of Canesten, el 90 % de las mujeres tratadas con alguno de los seis productos de Gine-Canestén mejoraron sus síntomas y su calidad de vida después del tratamiento.
Las mujeres que participaron en el estudio tenían una edad que variaba entre los 18 y los 60 años, con al menos un episodio de candidiasis vaginal en los seis meses previos al inicio del estudio.
En el estudio Clotrimazole for Vulvovaginal Candidosis: More Than 45 Years of Clinical Experience se hizo una revisión sistemática del clotrimazol en un periodo de unos 50 años. El clotrimazol pertenece a los fármacos de elección para el tratamiento de la candidiasis vulvovaginal. Aunque lleva muchos años en el mercado, las revisiones sistemáticas sobre la eficacia del clotrimazol tópico según la gravedad de la enfermedad y las poblaciones afectadas son escasas. Por lo tanto, los autores del trabajo quisieron llevar a cabo una búsqueda bibliográfica sistemática en las bases de datos PubMed y Embase para analizar la eficacia y la seguridad del clotrimazol tópico en el tratamiento de la candidiasis vulvovaginal no complicada; es decir, aguda, y en los casos complicados. En total, se revisaron 37 estudios controlados aleatorios en mujeres que padecían candidiasis vaginal.
En mujeres con candidiasis vulvovaginal no complicada, las dosis intravaginales de clotrimazol de 500 mg ofrecen unas altas tasas de curación. Una dosis única de clotrimazol de 500 mg fue equivalente a múltiples dosis más bajas.
Además, se constató que las pautas de tratamiento prolongado también fueron efectivas en casos graves y recurrentes, así como en mujeres embarazadas que no presentaban sintomatología.
Por lo tanto, los autores del trabajo esperan que, en población general, el clotrimazol continúe siendo ampliamente utilizado en el campo de la salud vaginal en los próximos años, teniendo en cuenta que la resistencia al clotrimazol en la candidiasis vaginal no es frecuente.
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