El seguimiento de los pacientes con dislipemia se realizará conjuntamente por parte de Medicina de Familia y de Enfermería. Se valorará el riesgo cardiovascular, se fijaran los objetivos terapéuticos, se fomentará la educación sanitaria, reforzando cambios estilo de vida, en especial el abandono del tabaco, la dieta mediterránea, ejercicio físico, control del peso y de la presión arterial, y se iniciará o ajustará el tratamiento farmacológico.
Antes de prescribir tratamiento farmacológico se aconseja realizar una determinación de transaminasas. No es necesario repetirlas si no hay clínica sugestiva. En caso de elevación de las transaminasas >3 del valor límite de la normalidad (LSN), deberíamos disminuir dosis o cambiar el tratamiento.
En prevención primaria, si el paciente no tiene otras patologías y el colesterol total (CT) no es < 200 mg/dl no es necesario repetir la determinación hasta los 5 años. Solo hay que prestar especial atención a los pacientes en alto o muy alto riesgo cardiovascular, a los que se les hará controles periódicos y se les vigilará de forma estrecha su estilo de vida y pauta farmacológica para ver si es necesario modificarla o intensificarla.
En prevención secundaria o comorbilidades se recomienda determinar el cLDL de forma anual. Es importante recordar, que en cualquier intervención que se lleve a cabo, incluso la dietética, debe ir precedida de educación sanitaria.
Tras el diagnóstico de hipercolesterolemia, y una vez recomendados los cambios en el estilo de vida, además de haber incidido sobre otros FRCV, es recomendable establecer controles para valorar el cumplimiento de la dieta, ejercicio y control de peso. La periodicidad de los controles depende del riesgo cardiovascular y global del paciente y de su respuesta a las medidas instauradas.
De forma general, al iniciar la pauta farmacológica se realizará un control analítico con perfil lipídico a los 2-3 meses del inicio para valorar el cumplimiento, la tolerancia y la eficacia del fármaco. Se repetirá el perfil lipídico cada 2-3 meses hasta conseguir el objetivo de cLDL, evitando caer en la inercia terapéutica. Cuando se haya conseguido una buena respuesta, los controles pueden espaciarse cada 6-12 meses.
El objetivo fundamental del control lipídico es la reducción del colesterol LDL (cLDL). Para los pacientes con muy alto riesgo cardiovascular, el objetivo es alcanzar un cLDL <70 mg/dl (aplicable a los que basalmente tengan un cLDL >135 mg/dl). De forma alternativa, y si el cLDL basal está entre 70 y 135 mg/dl debe obtenerse una reducción de al menos un 50%, lo que debe dar unos valores finales tras el tratamiento de 35-68 mg/dl (Clase I, Nivel B).
En los pacientes con alto riesgo cardiovascular, el objetivo debe ser alcanzar un cLDL <100 mg/dl (aplicable a los pacientes con cLDL basal > 200 mg/dl), o, si su valor basal está entre 100-200 mg/dl, alcanzar una reducción del mismo de al menos un 50%, lo que daría unos valores finales de 50-100 mg/dl de cLDL (Clase I, Nivel B).
En los pacientes de riesgo cardiovascular bajo o moderado, indica que debería alcanzarse un cLDL <115 mg/dl (Clase IIa, Nivel C). Una vez alcanzados los objetivos de cLDL, en los pacientes de muy alto riesgo puede considerarse obtener unos objetivos secundarios de colesterol no-HDL (30 mg/dl superiores a los correspondientes al objetivo de cLDL) y de apoB (<80 mg/dl para los pacientes de muy alto riesgo y <100 mg/dl para los pacientes de alto riesgo).
Es necesario un intercambio de información con el farmacéutico para asegurar la adecuada utilización del medicamento, dudas, problemas y mejorar estilos de vida (educación sanitaria). En la primera dispensación se deben conocer datos sobre la edad y situaciones fisiológicas del paciente, antecedentes de efectos adversos, miopatías y alergias. Se debe fomentar un estilo de vida que mejore el tratamiento, hora de administración e informar de posibles efectos adversos.
En las siguientes dispensaciones se debe hacer un refuerzo de conducta, mejorar el cumplimiento dietético, detección de miopatías, realiza ejercicio, dieta y recordar tomar la medicación correctamente. Se debe derivar al médico si hay efectos adversos o interacciones medicamentosas.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina de Familia Josefina Garcerán Fuertes, Josep Ignasi Gelabert i Vea y Enrique Peña Forcada, la endocrinóloga Susana Pérez Naranjo y el cardiólogo Joaquín Martín Pastor, y los médicos de Familia Miguel Ángel Palos Ortega, del Hospital de Manresa; Antonio Espino García, del CAP Bordeta de Lleida; Laura Camats Pascual, en Juneda; Jordi Vicente Rico, del MIPS Igualada; Pere Garriga Torres, del CAP Bases de Manresa, y el internista Francisco Nicolás Sánchez, del Hospital Santa María, de Lleida.
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