El seguimiento del paciente con dislipemia pasa por una serie de controles periódicos, que serán útiles para vigilar de forma estrecha su estilo de vida y su pauta farmacológica para ver si es necesario modificarla o intensificarla.
Cualquier intervención que se lleve a cabo, incluso la dietética, debe ir precedida de educación sanitaria.
Una vez iniciado el tratamiento, la respuesta terapéutica se puede valorar a las 6-8 semanas, pero la respuesta a los cambios en el estilo de vida puede llevar más tiempo.
De acuerdo con las recomendaciones de la American Heart Association, el control de los niveles de colesterol y triglicéridos, así como de otros factores de riesgo cardiovascular, debe realizarse cada 4 a 6 años siempre que el riesgo permanezca bajo.
Las guías europeas recomiendan realizar una estimación del riesgo en adultos asintomáticos mayores de 40 años sin evidencia de enfermedad cardiovascular, diabetes, enfermedad renal, hipercolesterolemia familiar o LDL por encima de 190 mg/dL.
También incluyen la recomendación de realizar al menos 2 determinaciones separadas 1-2 semanas antes de iniciar el tratamiento con fármacos hipolipemiantes.
Una vez iniciado el tratamiento, los niveles de colesterol se deben comprobar entre 1 y 3 meses tras iniciar el tratamiento.
Y este mismo intervalo de tiempo se recomienda una vez se haya realizado un ajuste de dosis para alcanzar el intervalo objetivo.
Una vez alcanzado el nivel óptimo, el seguimiento es anual, salvo si hay problemas de adherencia u otros motivos específicos que recomienden revisiones más frecuentes.
Los objetivos terapéuticos, de acuerdo con las últimas guías terapéuticas europeas del manejo de las dislipemias (ESC 2019), se fundamentan en la estimación del riesgo individualizado para cada paciente según las tablas SCORE y la presencia de factores de riesgo cardiovascular; comorbilidades importantes, como la enfermedad renal crónica, y antecedentes cardiovasculares, como cardiopatía isquémica, ictus, arteriopatía periférica, evidencia de calcio coronario o carotídeo.
Se establecen cuatro niveles de riesgo. En riesgo muy alto se sitúan los pacientes con enfermedad cardiovascular previa, DM con afectación de órgano o duración mayor de 20 años, o con 3 FRCV mayores, enfermedad renal crónica con filtrado glomerular (FG) < 30 mL/min, un SCORE ≥ 10% o hipercolesterolemia familiar (HCF) asociada a otro FRCV.
En estos, los objetivos de cLDL serán < 55 mg/dL y reducción de al menos un 50%, Colesterol no de HDL < 85 mg/dL y ApoB < 65 mg/dL. Si pese a ello recurren los eventos se intensificara el tratamiento hasta cLDL < 40 mg/dL.
En riesgo alto están los pacientes con HCF sin otros FRCV, CT > 310 mg/dL o cLDL > 190 mg/dL, presión arterial > 180/110 mmHg, DM con otro FRCV mayor o duración de 10 o más años y sin lesión de órgano diana, ERC con FGE entre 30-59 mL/min o un SCORE ≥ 5 y ≤ 10%. Los objetivos de cLDL se sitúan en < 70 mg/dL y reducción de al menos un 50%, colesterol no de HDL < 100 mg/dL y ApoB < 80 mg/dL.
Los pacientes con SCORE ≥ 1 y ≤ 5%, diabéticos tipo 1 < 35 años, o tipo 2 < 50 años de menos de 10 años de evolución y sin otros FRCV están en riesgo moderado. Se buscan unos objetivos de cLDL < 100 mg/dL, colesterol no de HDL < 130 mg/dL y ApoB < 100 mg/dL.
Con un SCORE <1% están los pacientes en riesgo bajo. Aquí, el cLDL debe ser < 116 mg/dL y colesterol no de HDL < 146 mg/dL.
La labor del farmacéutico puede ser muy beneficiosa para el paciente, sobre todo desde el punto de vista de la concienciación y el cumplimiento terapéutico.
La insistencia en controles periódicos puede ayudar a acrecentar la sensación de importancia relacionada con el consumo de estatinas y/o ezetimibe en los pacientes. En la prevención, tanto primaria como secundaria del riesgo cardiovascular, el farmacéutico debe ser un eslabón más de esta cadena remando en la dirección correcta.
En el caso de los pacientes con enfermedad cardiovascular establecida, el farmacéutico debe colaborar en la consecución de los objetivos.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Cardiología Patricia Mahia Casado, Teresa Segura de la Cal, Raquel Luna López, Felipe Diez del Hoyo y Carlos Ortiz Bautista, de Madrid.
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