El paciente experto es aquel que se sabe el principal responsable de su salud, decide cuidarse y tiene las habilidades, la motivación y la confianza para hacerlo, siempre en colaboración con el personal sanitario. Es un paciente que tiene interés en formarse, capacidad para ello y para adquirir los conocimientos necesarios para responsabilizarse de los autocuidados de su enfermedad.
Para convertirse en paciente experto es muy importante el autocuidado, su capacidad de manejarse en el día a día con las consecuencias físicas, psíquicas, cambios sociales y en su estilo de vida para poder vivir con su enfermedad y adherirse a un tratamiento médico. La educación basada en el autocuidado hace al paciente capaz de tomar decisiones respecto a su salud, favoreciendo los cambios conductuales necesarios para la prevención y el tratamiento de las enfermedades crónicas.
En el caso de la diabetes es conocedor de su enfermedad, profundiza en su conocimiento y asume el control de su evolución. Generalmente está bien formado en temas de alimentación saludable, en diferentes tratamientos, su ajuste, los nuevos avances y en herramientas diagnósticas.
Puede ayudar a otros pacientes diabéticos menos activos en sus cuidados, a conocer su enfermedad y las acciones o cambios para mejorar la evolución de su patología. También deben conocer el impacto físico, social y emocional de su enfermedad. Es conocedor de que padece una enfermedad y decide profundizar en el conocimiento de la misma, tomando las riendas en el control.
Patologías crónicas
Hay que tener en cuenta que el manejo de las enfermedades crónicas supone un gran reto que deben afrontar los sistemas sanitarios, debido al envejecimiento de la población y su multimorbilidad. En los últimos años se potencia mucho la capacidad del autocuidado y en esta línea se están desarrollando estrategias para la salud en las que el paciente se convierta en un personaje activo. Resultan una pieza clave en la sostenibilidad del sistema.
Los pacientes diabéticos son uno de los mejores prescriptores de comportamientos y conductas saludables que mejoran la evolución de la enfermedad diabética de otras personas en su misma situación. Para eso, tienen que formarse en el conocimiento de su propia enfermedad, las pruebas y los tratamientos a los que son sometidos, los problemas psicológicos derivados de la patología diabética, los hábitos saludables a seguir y como integrarse en las actividades cotidianas de la vida diaria.
Complicaciones
Aunque obtener un buen control de los niveles de glucosa en sangre es un paso imprescindible, hay que tener en cuenta otros muchos otros factores para reducir la morbimortalidad cardiovascular asociada a la enfermedad. Entre estos factores de riesgo destacan la obesidad, la hipertensión o la dislipemia, que contribuyen al riesgo cardiovascular y aumentan la mortalidad y cuyo control es clave para mejorar el manejo de la enfermedad. Además se deben tener en cuenta las características individuales como la edad, los años de evolución de la patología o comorbilidades asociadas que permiten individualizar el tratamiento, también importante para promover la adherencia terapéutica y lograr una mayor eficacia del plan terapéutico escogido para cada paciente.
Formación
En la formación del paciente experto, el médico de familia es fundamental. Tiene un papel como transmisor de conocimientos y resolución de dudas, facilitando la lectura de textos y links de webs adecuadas para su formación, así como la derivación a la consulta de Enfermería para la realización de educación para la salud, tanto de manera individual como grupal. Puede potenciar la participación del paciente en la toma de decisiones y animar el resurgimiento de una nueva manera de relación médico-paciente menos paternalista. En la formación del paciente experto es imprescindible la intervención de todos los profesionales de la salud que trabajan sobre su enfermedad, destacando también el papel importante de los profesionales de enfermería. Además de los aspectos nutricionales, proceso metabólico, complicaciones a largo plazo y el manejo de su patología en situaciones especiales, puede informarle sobre recursos de la comunidad, fiabilidad de información en redes y el uso de apps.
El diabético es un paciente que necesita conocimientos sobre educación diabetológica avanzada, síntomas y manejo de la enfermedad, opciones terapéuticas, dieta por raciones, ajuste de insulinoterapia (ratio insulina/hidratos de carbono, factor de sensibilidad, conocimiento de los distintos tipos de insulina), conocimiento de las tecnologías aplicadas a la diabetes (bombas de insulina, calculador de bolos, monitorización continua de insulina, manejo de internet y aplicaciones de móvil existentes sobre el tema de ayuda para el día a día del paciente). Además también es interesante que aprenda a tener las habilidades necesarias y técnicas de comunicación oportunas para transmitir esta información a otros pacientes, para ayudar a resolver los problemas cotidianos asociados a la enfermedad e insistir en la importancia del cumplimiento terapéutico.
Educación en la farmacia
El farmacéutico también debe estar integrado en los equipos interdisciplinares participando en el programa educativo mediante protocolos consensuados impartiendo con los profesionales información fármaco-terapéutica para conseguir que los medicamentos sean efectivos y seguros.
Su papel para promocionar la salud pasa por poder evaluar que el mal control de las glucemias sea debido a una dosificación insuficiente, posología inadecuada, incumplimiento tanto voluntario como involuntario por falta de adherencia, información errónea sobre la medicación, interacciones, duplicidad de medicamentos con mismo mecanismo de acción, situaciones especiales, como el embarazo.
Su intervención es fundamental para mejorar la situación clínica, su adherencia terapéutica y mejora constante de la calidad de vida, educando al paciente en el uso del tratamiento, indicaciones del mismo, y minimizando las dudas sobre su administración y posibles efectos secundarios. El asesoramiento será más intenso cuando se diagnostica la enfermedad en sus primeros momentos y luego seguir proponiendo nuevos cursos que ayuden a la formación del paciente experto.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Atención Primaria Ana Mª Bonaplata Revilla, Valeriano Blázquez Díaz, Mª Soledad Araujo Luis y Yolanda Santamaría Calvo, de Madrid; Mª Cruz Cardesa Sabio, Nuria García Arpa, Yolanda Fernández Martín, Rosa Leli Velásquez Mota y Hugo Juan Gallinari, del Centro de Salud Panaderas, Fuenlabrada; los médicos de Familia Pilar Gil Díaz, Arancha Montilla Bernabé, Marbella Piñera Tames, Cristina Valdivieso Blanco, Jorge Fernández Arias y Luciano Lanzara Novielli, de Madrid; Roberto García Montero, del Centro de Salud Reina Victoria; José Miguel Roldan Gaspar y Jesús Francisco Benito Ruesca, del Centro de Salud Molina de Aragón; Manuel Francisco Gil Bergua, de la Clínica RM Moralzarzal; Belén Corredor Palomino, del Centro de Salud Collado Villalba Estación; Agustín de la Fuente Alarcón, de la Clínica Averroes, en Majadahonda; José María Osuna Chambón y Manuel Ramón Navarro Maldonado, de la Clínica Majadahonda, y Fernando Ruiz Álvarez, del Consultorio Infante Don Luis, en Boadilla del Monte, y Nieves Tolsada León, Inmaculada González Garcia, Margarita Signoret Sacristán, Ana Alayeto Sanchez, Silvia Medrano Sanz y Caridad Carrascosa Salmoral.
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