La OMS define adherencia como el grado en el que la conducta de un paciente, en relación con la toma de medicación, el seguimiento de una dieta o la modificación de hábitos de vida, se corresponde con las recomendaciones acordadas con el profesional sanitario. Así, se puede definir adherencia como el número total de días de toma de medicación de acuerdo con las pautas del prescriptor y la persistencia como el número de días de utilización continua de la medicación. De esta forma, se puede establecer para cada individuo un intervalo permitido para obtener o recargar la medicación prescrita.
Por su parte, el abandono hace referencia al no cumplimiento de la toma de la medicación, que se puede diferenciar por dos aspectos: la falta de persistencia, sí que se toma pero no se mantiene los niveles eficaces del fármaco, o por falta de adherencia, el paciente deja de tomarlo.
En este sentido, el cumplimiento es fundamental, ya que la falta de cumplimiento es sinónimo de malos resultados en cuanto al control de la enfermedad. Así, la utilización continua del tratamiento por parte del paciente es de vital importancia en la clínica del individuo, puesto que existe una relación directa entre la falta de cumplimiento y la obtención de peores resultados en términos de salud. La diferencia entre eficacia y efectividad de los tratamientos se hace todavía más patente en presencia de situaciones de incumplimiento terapéutico.
Y es que el no cumplimiento o abandono del tratamiento no sólo deriva en un empeoramiento de la enfermedad o daño en el paciente en sí, sino también supone un impacto social, pues un paciente que abandona el tratamiento es una persona con mayor posibilidades de complicaciones y hará más uso de los servicios sanitarios de urgencias, de ingresos hospitalarios y del uso de servicios especializados, lo que acarrea un mayor gasto social.
En lo que concierne a pacientes con hipertensión, diabetes o dislipemia, el análisis del grado de incumplimiento terapéutico de estas tres patologías determina que este varía en función de la patología, pero es un factor muy importante, no exclusivo, para lograr el objetivo a alcanzar. En líneas generales, el mayor grado de incumplidores se encuentra en hipertensión, puesto que se trata de una patología silenciosa, con dos extremos claros, hay pacientes incumplidores pero que, sin embargo, tienen controlada la HTA (15 por ciento), el resto de los incumplidores no la tienen controlada, y ese mal control en ocasiones viene de la mano de una incorrecta selección del fármaco. En dislipemias, hay mayor cumplimentación, pero como está muy relacionada con hábitos alimentarios, mientras que en diabetes es donde mayor grado de cumplimentación hay, debido a sus efectos secundarios.
Según los estudios ADHER2, desarrollado por la Federación Española de Diabetes en colaboración con Mylan, el 34,6 por ciento de los pacientes considerados crónicos dice no cumplir con su tratamiento. Una de las razones es porque no entienden su valor. Además, la presencia de efectos secundarios preocupa al 96,5 por ciento de los médicos y al 86,1 por ciento de los pacientes. Para el 96,5 por ciento de los pacientes, la polimediación también influye en la falta de adherencia. Además, en el estudio se pone de manifiesto que un 84,5 por ciento de los médicos y un 85,5 por ciento de los pacientes coinciden en señalar que una decisión compartida médico-paciente es un factor clave para mejorar la adherencia.
En todo el tema de la incumplimentación tiene un papel importante el médico en cuanto a marcar unas cifras de objetivos que no se puedan conseguir, en función de la edad, enfermedades concomitantes y los hábitos de vida. También es muy importante la elección del tratamiento, en monoterapia o en combinación, y la forma farmacéutica de administración.
Hay que tener en cuenta que el incumplimiento y el incremento de morbimortalidad están estrechamente relacionados. Unas cifras elevadas tanto de sistólica como de diastólica llevan a un incremento en la posibilidad de un evento cardiovascular o un segundo evento, con un aumento importante en los ingresos hospitalarios por insuficiencia cardiaca. Existen una serie de estudios que avalan esta afirmación, como son Obias-Manno en el tratamiento de las arritmias, Pitkala en pacientes con problemas cardiovasculares o CHARM en insuficiencia cardiaca. Todos llegan a la conclusión de que con cifras superiores a un 35 por ciento de incumplidores las mejorías son inapreciables, mientras en aquellos con incumplidores menores al 10 por ciento la mejoría en el descenso de la morbimorbilidad es muy positiva.
Desde el punto de vista de la oficina de farmacia, el incumplimiento del tratamiento por parte del paciente acarrea unos coste en medicinas y servicios al sistema sanitario que conlleva a la aparición de medidas de corrección del gasto poco efectivas. La prescripción de combinaciones fijas presenta en la farmacia una serie de ventajas, como son una mayor adherencia al tratamiento permite al farmacéutico controlar mejor si su paciente cumple con la posología, una reducción del stock de la farmacia, un menor tiempo invertido en la dispensación y un mayor margen comercial. A esto hay que añadir la comodidad de dosificación, por lo que, la adherencia se ve incrementada. Entre las desventajas está el gasto farmacéutico, que en las combinaciones fijas el precio es más alto que en dosis por separado.
Hay que destacar que los pacientes intentan informarse de su enfermedad siempre y suelen preguntar sobre los tratamientos, por lo que se establece una gran interacción entre paciente y médico. Cada vez más, el paciente puede intervenir y decidir cuando es posible en el tratamiento que va a recibir y la adherencia es proporcional a la facilidad del tratamiento, con el fin de llegar a un buen cumplimiento terapéutico. Si el paciente toma parte en la decisión del tratamiento, presentación, pauta y entiende que mejora por el cumplimiento y se consigue más compromiso del paciente con su enfermedad.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Atención Primaria Margarita Quirós Garrido, del Centro de Salud Aguadulce SUR, Carlos Alberto Campra Sánchez, del Centro de Salud Huercal Overa, José Luis Alcala Martín, del Centro de Salud La Cañada, Antonino Rey Giral, del Consultorio Matagorda, Juan José Bretones Alcaraz, del Centro de Salud Almería Centro, José García Cintas, del Centro de Salud San Agustín, Cayetano Galera Moreno, del Centro de Salud Cuidad Jardín, Estrella Albacete Saez, Antonio Romero García, María Dolores García Espejo, Enrique Pérez Ortiz, Gregorio Ortiz López y María Teresa Serrano León, de Granada, Heydi García, María José García, I Sanz Hernández, Isamael M Martín y Victor C Giménez, de los Realejos.
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