La incidencia y la prevalencia de enfermedades endocrino metabólicas y nutricionales a nivel mundial ha hecho que aumente el gasto sanitario. En España hay más de 5 millones de personas mayores de 18 años que son diabéticos, lo que supone un 13,8 por ciento. La diabetes, la obesidad y las dislipemias aumentan el gasto sanitario tanto en tratamiento, ingresos hospitalarios, estudios y seguimientos. Así, el gasto medio por paciente con diabetes ha aumentado debido al mayor número de pruebas analíticas que se realizan para un mejor control, al mayor precio de los nuevos fármacos antidiabéticos y al mejor cumplimiento por parte del paciente. Y aunque el gasto medio por paciente ha aumentado a medio y largo plazo, el gasto global es menor que hace años.
Así, hay que recordar que el aumento del gasto también se debe también a un aumento del precio de los medicamentos nuevos en el mercado, tanto antidiabéticos orales, como análogos de GLP1 como insulinas.
Con los años, el coste de las sulfonilureas, glitazonas, metformina, insulina y otras bajó bastante y en especial con el uso generalizado de metformina que había demostrado su eficacia y reducción del número de eventos cardiovasculares asociados a la diabetes tipo 2. Al tener el paciente una mayor educación sanitaria hace un mayor uso de los recursos sanitarios.
En este contexto, se ha observado un aumento de los casos de diabetes en las consultas, sobre todo del tipo 2. La mayoría de los pacientes tiene antecedentes familiares, sobrepeso u obesidad, poca actividad física y gran consumo calórico diario, y algunos son de diagnóstico tardío, por no haber consultado aún teniendo síntomas. Así, el fenotipo de paciente es obeso, sedentario, con hábitos alimenticios erráticos, muy ricos en hidratos de carbono de absorción rápida, grasas saturadas… Suelen tener más de 40 años y acuden a consulta para hacerse una revisión o porque en prensa o televisión han visto que a partir de cierta edad es aconsejable controlar el colesterol, el azúcar o la tensión arterial. Suelen ser asintomáticos, que luego harán más o menos caso de las indicaciones ofrecidas. Pero al menos es un primer paso para captarlos e iniciar con ellos un tratamiento higiénico-dietético o farmacológico.
También hay que tener en cuenta que un porcentaje mayoritario de los pacientes que debutan con diabetes tipo 2 suelen ser de sexo femenino. En algunas áreas se observa la influencia del condicionante sociocultural de parte de la población que procesa la religión musulmana. Un porcentaje significativo de estas mujeres llevan una dieta muy rica en azucares, ya que el aumento de peso es considerado un síntoma de posición social.
En líneas generales, el paciente no está más controlado porque tenga un nuevo fármaco más caro, aunque es cierto que en algunos tipos de diabetes estos fármacos son ideales porque el pacientes puede controlar su peso, hacer una dieta equilibrada, tener un consumo calórico acorde a su peso y necesidades, tiene un control de dislipemia.
El tratamiento de la diabetes es muy complejo y con los nuevos tratamientos se pretende minimizar los efectos negativos o adversos de los fármacos clásicos. Lo importante, y eso lo dirá el tiempo, es si este aumento del coste de los nuevos tratamientos es coste-efectivo y si los estudios a largo plazo despejan ciertas incertidumbres sobre posibles efectos adversos graves y seguridad cardiovascular. En principio, son una buena opción a añadir a la batería de fármacos disponibles.
El paciente diabético se sitúa en un estado de elevada morbilidad y esto genera una clara tendencia ascendente del gasto farmacéutico. Sólo se imputa el gasto sanitario como aquel que se deriva del importe de los medicamentos prescritos, pero no por la calidad de la prescripción y del ahorro global que está prescripción adecuada supone en una menor presión asistencial, menor índice de absentismo laboral, al estar el paciente mejor controlado y no tener que faltar a su trabajo, y menor número de bajas e incapacidades, que se transforman en percepción de las pensiones a edades tempranas, por invalideces secundarias a secuelas de las complicaciones de un mal control de la diabetes, como infartos de miocardio, accidentes cerebro vasculares, retinopatias, nefropatias y neuropatias diabéticas derivadas de la micro y macroangiopatía características la enfermedad. A eso hay que añadir el gasto que supone en ingresos hospitalarios, transporte sanitario en ambulancia, rehabilitación y necesidad de prevención secundaría con polimedicación tras los eventos secundarios a un mal control de la diabetes.
Para poder reducir este gasto, se puede incidir en la promoción de salud, insistir en las campañas educativas de divulgación y orientación a los pacientes, crear círculos de interés a nivel primario, escuelas de diabéticos para que conozcan su enfermedad, los factores de riesgo, los cuidados para su control y los tipos y ventajas del tratamiento.
Además, la formación continuada del personal sanitario, sobre todo de Atención Primaria, en diabetes, nutrición, educación para la salud y en los nuevos avances terapéuticos en diabetes es esencial para la eficiencia en el tratamiento de esta enfermedad. También se puede optar por empezar antes el tratamiento farmacológico en pacientes prediabéticos y con glucemias basales alteradas. En este sentido, la metformina es un fármaco seguro y barato que puede retrasar la aparición de una diabetes mellitus tipo 2 en pacientes predispuestos.
La mejora en la coordinación entre niveles asistenciales también es clave en este contexto. Sin una adecuada coordinación entre niveles asistenciales no parece posible alcanzar una atención sanitaria de calidad. El abordaje del paciente diabético, como en otras patologías, en “compartimentos estancos” es frustrante para el profesional sanitario, poco resolutiva y con efectos económicos desastrosos para el Sistema Sanitario. Es prioritario recuperar el diálogo entre profesionales, organizar tiempos y espacios de reunión entre profesionales de Atención Primaria y especialistas en Endocrinología, establecer protocolos consensuados de abordaje y derivación del paciente diabético.
Desde la oficina de farmacia también se puede hacer promoción de la salud, mediante el control de los distintos factores que inciden en esta enfermedad. La oficina de farmacia ofrece una mayor accesibilidad y permite una mayor confianza. Muchos recurren al profesional farmacéutico con preguntas relacionadas con la medicación, los niveles de azúcar en sangre, los modos de administración de insulina. De ahí, la importancia de la relación médico-farmacéutico porque gracias a ella dependerá la salud de los pacientes.
Además, la farmacia puede ser un aliado para conseguir que el paciente no haga mal uso de la medicación y de los controles de la glucemia determinados, pueden ser un aliado importante para conseguir que el paciente con diabetes 2 aprenda y comprenda los detalles más importantes para el control de su enfermedad.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina de Familia María José Villas González, Juan Francisco Sierras Corbacho y José Francisco Martín García, del Consultorio Santa Rosalía Maqueda, en Campanillas; Juan Carlos Mata Padilla, Redouan Gaougaou Obtel, Ana Amate Garrido y Abselam Mohamed Buskri, Hospital de Ceuta; José Olmedo Ruiz, del Centro de Salud Mollina; José Rafael Rodríguez García, del Centro de Salud de Antequera, y José Antonio Torres Avilés, del Centro de Salud Humilladero, los médicos generales Jesús Domínguez González, Miguel Angel Saúl Calvo y José María Villanueva Rebollo, del Centro de Salud Plaza de Argel, en Cáceres, y Francisco Andrada, Pedro Luis García, Antonio Luengo, Moisés Madreño y Rafael Mendoza, del Centro de Salud de Aceuchal.
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