La prevalencia de la diabetes y obesidad ha crecido de forma llamativa en los últimos tiempos, como consecuencia, en parte, de los malos hábitos y el estilo de vida poco saludable. La saturación y sobrecarga de la Atención Primaria conlleva no poder realizar de forma adecuada la prevención primaria, derivándose más al especialista. En este contexto, hay que comentar que la aparición de nuevos fármacos para el tratamiento de la diabetes (iDPP-4, GLP-1, ISGLT2) tienen un precio más elevado que metformina y sulfonilureas.
En la actualidad, existe un arsenal de fármacos antidiabéticos orales mucho más seguros, efectivos, con menos efectos secundarios y mucho más caros que las antiguas sulfonilureas a pesar del peligro de hipoglucemia. Los nuevos tratamientos para DM son más costosos; los GLP1, glucosúricos, bombas de insulina, e incluso una nueva insulina, Degludec, más cara pero más segura. Por eso, se individualizan los tratamientos dependiendo del paciente y siguiendo las pautas de las guías de las sociedades científicas, pautando dobles y triples terapias para conseguir las cifras para disminuir los FRCV y eventos cardiovasculares. De esta forma, los pacientes son detectados antes, viven más tiempo con un tratamiento crónico lo que aumenta el gasto sanitario.
Controles estrictos
En general, se ha producido un aumento de la incidencia de diabetes y cada vez se ven más casos en las consultas. Se hace un diagnóstico más temprano con controles más intensos y estrictos. Se suele tratar de pacientes obesos, jóvenes, mujeres (en mayor medida), HTA, con dislipemia, antecedentes cardiovasculares; es decir, pluripatológicos. Esto puede ser consecuencia del cambio que ha experimentado la población en su estilo de vida (sedimentarismo, estrés, …), uso nocivo del alcohol, alimentación desequilibrada (obesidad, HTA, …).
También una gran parte de estos pacientes son mayores de 75 años, esto se debe al envejecimiento de las sociedades industrializadas. Existe un alto porcentaje de la población que está sin diagnosticar y conforme acuden al centro de salud se van detectando más, gracias a las herramientas de detección precoz.
Dieta mediterránea
Una forma de prevenir la aparición de la diabetes sería seguir una dieta mediterránea y la reducción de grasas, azúcar y sal en los alimentos procesados y bebidas, y la eliminación de grasas trans. Llevar un estilo de vida saludable, realizando al menos 30 minutos al día de una actividad física es beneficioso para la salud.
El los últimos años se ha producido un aumento del gasto que se asocia a que el paciente no está bien controlado con tratamientos eficaces y seguros. A la larga sale más caro debido a los constantes ingresos provocados por hipoglucemias o agravamiento de otras enfermedades de paciente.
Los nuevos fármacos garantizan una disminución en las tasas de hipoglucemias graves, una mayor eficacia y seguridad, y están indicados en pacientes en los que el uso de metformina se considere inadecuada por presentar intolerancia o contraindicaciones o bien en el tratamiento complementario con otros medicamentos antihiperglucemiantes más dieta y ejercicio que no logran el control adecuado de la glucemia. Estos nuevos fármacos son más seguros y eficaces, y controlan mejor la enfermedad disminuyendo el número de crisis agudas e ingresos, lo que supone un ahorro a largo plazo y una mejor calidad de vida del paciente.
En esta situación, se puede percibir cierta presión por parte de los gestores para prescribir fármacos más económicos o la necesidad de que sean visados. También se desaconseja por parte de la administración el uso de novedades terapéuticas y se intenta tener todo controlado mediante protocolos, visado de fármacos… Todo ello constituye una dificultad a la hora de realizar un tratamiento individualizado.
Y es que el gasto farmacéutico lo incrementan las diabetes mal controladas: las hipoglucemias, los ingresos por complicaciones macro y microvasculares… Los medicamentos capaces de producir hipoglucemias graves, como las sulfonilureas, las insulinas antiguas (NPH, combinaciones fijas…), la metformina, con sus problemas renales o de acidosis láctica, deberían estar más restringidos, pues aunque baratos a largo plazo son más caros.
Control en la farmacia
El farmacéutico puede jugar un papel muy importante colaborando con el médico y enfermería en la concienciación de los pacientes sobre su enfermedad y seguimiento tanto como cumplimiento de sus tratamientos y asegurándose que son eficaces. En la farmacia pueden estar pendientes de que el diabético siga su tratamiento sin olvidos, asegurándose también su correcta administración y facilitándoles un control diario de los niveles de glucemia.
En la farmacia se suelen realizar controles de colesterol, HTA y peso, que junto con la glucemia, sirven para controlar estos pacientes y detectar si surgen complicaciones o existen interacciones con otros medicamentos que estén tomando y derivar el paciente a su centro de salud.
Además, puede facilitar un seguimiento de la glucemia en paciente que no tienen medidor de glucosa, o bien enseñarles a hacer sus controles de glucemia o a utilizar la insulina u otros medicamentos.
Coincidiendo con la recogida de la medicación, el farmacéutico debe intentar concienciar al paciente sobre la importancia del ejercicio diario, recordarles que a lo largo del tiempo pierden sensibilidad, con lo cual deben llevar mucho cuidado con los golpes, rozaduras e infecciones, y revisión diaria de zonas más escondidas. También aconsejarles revisiones oculares. En suma, se trata de consejos muy variados y útiles y si hubiera más recursos por parte de la administración se podrían desarrollar programas que coordinaran enfermería, médico asociaciones y farmacia.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina General María Victoria Carrasco Roncero, Miguel Ángel Saul Calvo, Manuel Cancho Maña, Emilio Ruiz Jarillo y Jesús Pereira Cuello, del Centro de Salud Manuel Encinas, en Cáceres; los médicos de Atención Primaria Manuel Ferrer Pulido, Pablo Acosta Lara y Salvador Gotor Montoro, y los cardiólogos Carmen Corona Barrio y Rafael Bravo Marques, de Málaga, y los médicos de familia Miguel Ángel González Marrero, del Consultorio Villarrasa, Eduardo Ángel García González del Corral, José Ponce Martin, Julio Caparros Almendro y José A. Novalio Gómez, del Centro de Salud de Punta Umbria, y José Ignacio Calles Romero, del Centro de Salud Aljaraque.
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