El exceso de ejercicio físico es perjudicial para la salud

El ejercicio físico es una actividad que no puede faltar en la vida diaria. Sin embargo, puede convertirse en algo muy perjudicial cuando se realiza por encima de las posibilidades de cada persona. Los beneficios del ejercicio se convierten en perjuicios cuando se realiza en exceso, perjuicios que pueden afectar tanto a la salud tanto física como mental.

Estos efectos perjudiciales vienen dados tanto por el exceso en el tiempo que se dedica al entrenamiento como en la intensidad del mismo, por lo que hay que atender a ambos factores para valorar si una persona se está ejercitando en exceso. Los principales problemas físicos por el exceso de ejercicio son oxidación y envejecimiento celular, la primera consecuencia del exceso de ejercicio es la aceleración del proceso de envejecimiento ya que el cuerpo libera una mayor cantidad de radicales libres, lo cual también nos puede predisponer a sufrir enfermedades como el asma, Parkinson y artritis; deterioro de las articulaciones, también aumenta los problemas articulares, ya que impide la recuperación de los tejidos debido a la falta de descanso entre una sesión y otra. El motivo es que, al hacer demasiado ejercicio, las articulaciones se deterioran al usarlas de forma excesiva, por tanto, partes del cuerpo importantes como son las rodillas, las caderas o la columna pueden resentirse por esta causa; desgaste de los músculos, ya que puede aparecer una pérdida de masa muscular. Esto ocurre cuando las personas que están realizando el deporte siguen una dieta hipocalórica; esta combinación hace que no se pierda peso, sino que lo que pierda sea músculo; afecciones cardiacas, también aumentan los problemas cardiacos y circulatorios, ya que el cuerpo mantiene constantemente un ritmo cardiaco acelerado y resulta más difícil recuperar un ritmo cardiaco normal tras la práctica del ejercicio; riesgo a lesiones, si se sobreexpone el cuerpo a la práctica constante de deporte sin dar tiempo a que los músculos se regeneren y descansen, será más fácil lesionarse durante el entrenamiento.

Menos defensas

Así, en el momento en que el cuerpo se encuentre muy cansado, las defensas caerán y existen más posibilidades de caer enfermo. Otra consecuencia de este trabajo excesivo es un trastorno del sueño. La actividad consigue acelerar la mente y el cuerpo, y la sensación es como si siempre se estuviera activos. Lo primero que siente es una notoria merma del rendimiento, además de un incremento de la frecuencia cardiaca sobre todo a las mañanas. El más doloroso de esos síntomas son las lesiones permanentes.

Para evitar esta situación, la información para la realización de ejercicio físico constituye una parte importante del trabajo del Médico de Familia. Se ha demostrado que existe una relación en forma de “U” entre la práctica de ejercicio físico y el riesgo de mortalidad, en el que los dos extremos (sedentarismo y exceso de ejercicio físico) presentan mayores riesgos cardiovasculares. Entre 30-50 minutos de ejercicio físico vigoroso o hasta 120 minutos de ejercicio físico de intensidad moderada ofrecen los mayores beneficios para la salud cardiovascular.

La valoración preparticipativa es una estrategia de prevención con una justificación ética, social y médica, con el principal objetivo de identificar cardiopatías silentes que pudieran favorecer la muerte súbita con la práctica deportiva. Objetivos adicionales son la identificación de otras entidades cardiovasculares que pudieran empeorar con la práctica deportiva y la prevención primaria de patología cardiovascular y educación sobre un estilo de vida saludable.

Pruebas previas

Como estrategia de primera línea y de mejor práctica clínica se recomienda hacer un ECG y exploración para identificar cardiopatías arritmogénicas (miocardiopatías y canalopatías). Se considera que el ecocardiograma u otras técnicas de imagen no mejoran significativamente el rendimiento diagnóstico en el cribado de masas y no parecen ser coste efectivas.

Hay que recordar que un estudio de la Universidad de Granada ha constatado un aumento de la incidencia de patologías osteomusculares, como dolor de cuello, lumbalgia o artrosis, como consecuencia de una excesiva práctica deportiva o por no emplear una técnica adecuada. En España se calcula que entre el 10 y 40% de la población general presenta alguna patología osteomuscular, que es la primera causa de bajas laborales permanentes y representan un gran coste económico y social.

Para poder recuperarse del síndrome de sobre entrenamiento hay que establecer un tratamiento para la sintomatología, empezando por los problemas fisiológicos y físicos, que redundarán en una mejoría de los parámetros bioquímicos, inmunológicos y de rendimiento.

La primera medida que se debe tomar es la suspensión inmediata del entrenamiento hasta que se esté seguro de no sufrir ningún tipo de lesión muscular o esquelética que se podría seguir agudizando en el caso de continuar con la actividad deportiva. Tras comprobar el estado general, hay que acudir a un preparador físico para que realice un programa de entrenamiento adecuado para mantener la forma y recuperarse de los problemas fisiológicos y físicos que ha producido el sobre entrenamiento. Resulta absolutamente imprescindible seguir las indicaciones del entrenador, tanto en los ejercicios, como en los descansos entre ellos y entre las sesiones de entreno, para no volver a caer en un problema con el entrenamiento.

Pautas básicas

Manteniendo un descanso y unos hábitos de sueño adecuados y modificando la dieta, es posible recuperar la faceta bioquímica e inmunológica que se alteró con el entrenamiento. Es importante elegir hidratos de carbono complejos (presentes en pasta, arroz, legumbres, pan…) en lugar de los simples, puesto que la liberación de energía en el organismo es progresiva y se adapta mejor a los entrenamientos. Hay que encontrar la manera más adecuada para mostrar a cada paciente que se puede entrenar y puede alcanzar sus objetivos con menos trabajo del que estaba haciendo, pero mucho mejor estructurado y productivo. Se trata, por tanto, de una reeducación del deportista para que cambie la forma de entrenar basándola en la calidad y no en la cantidad, entienda la importancia del descanso, y tenga cierta iniciativa para que sienta que puede decidir sobre su propio entrenamiento y desarrollar estrategias psicológicas para que pueda luchar contra su instinto de sobreentrenar y sea capaz de manejar el estrés y la ansiedad que le produce permanecer parado en los momentos de descanso.

Los pacientes no son cocientes del del riesgo que sufren con este tipo de actitud y lo que puede acarrearle a lo largo de la vida. Por eso, es muy importante que el médico controle estos problemas. Llevar una vida saludable sin grandes excesos implica una aceptación de uno mismo sin pretender ser un deportista de élite. Las medidas de prevención cardiovascular deben comenzar por cambios en el estilo de vida. Son necesarias intervenciones a distintos niveles, que promuevan la adopción y el mantenimiento de hábitos más activos y saludables en toda la población. Los cambios hacia un estilo de vida cardiosaludable en el hombre adulto deberían comenzar por el control médico preventivo a partir de los 30 años de edad, considerando varios aspectos, como la actividad física regular, nutrición cardiosaludable, suspensión completa del tabaquismo y control del peso corporal.

En esta prevención, el farmacéutico tiene un papel destacado ofreciendo con consejos sobre estilos de vida y prevención de lesiones y accidentes deportivos. El farmacéutico goza de una situación de intermediario a la hora de abordar al paciente, ya que su accesibilidad y cercanía le confieren una ventaja nada desdeñable sobre otros agentes sanitarios también implicados en el tratamiento del exceso de ejercicio.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina de Familia María José Villas González, Luis Lerga Paz y Manuel Portillo Calderón, del Centro de Salud Campanillas; Mariano Renedo Cava, del Centro de Salud de Rota; Eduardo Romero Ortega, del Centro de Salud Barrio Alto de Sanlúcar de Barrameda, y el endocrinólogo Luis Escobar Jiménez, de Cádiz; Juan Antonio Divisón Garrote, Celia Chumillas Checa, Rosario Beltrán Díaz y Carlos García Arnedo, de Albacete, y Antonio Javier Martínez Sánchez, Carmen García y García del Real y Justo Cabrera Iboleon, del Centro de Salud La Zubia.

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