Mujer corriendo
El deporte regular previene enfermedades y accidentes cardiovasculares. Además reduce la probabilidad de que aparezcan factores de riesgo cardiovascular, como la hipertensión arterial, el colesterol elevado, la diabetes o la obesidad.
Este efecto preventivo es también extensible a aquellas personas que ya han sufrido un episodio de evento cardiovascular, como prevención secundaria. Es importante que el tipo de ejercicio sea aeróbico (correr, caminar, montar en bicicleta, bailar…), ya que para estas actividades la respiración es fundamental, además tienen un componente esencial para el trabajo cardiovascular; la resistencia.
La frecuencia y la intensidad con la que se realiza una actividad física también es clave. En adultos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) recomienda realizar al menos 150 minutos a la semana de actividad deportiva aeróbica.
El ejercicio físico realizado de forma regular disminuye la frecuencia cardiaca estando en reposo y aumenta la cantidad de sangre que el corazón expulsa en cada latido, esto significa que el corazón necesita gastar menos energía para trabajar con normalidad.
También estimula la circulación sanguínea dentro del propio músculo cardíaco, además de aumentarla en el resto de músculos, y evita la formación de coágulos dentro de las arterias. Contribuye a reducir la presión arterial y disminuye el riesgo de sobrepeso-obesidad. Las personas con diabetes también obtienen beneficios con la actividad física, ya que les ayuda a mantener en limites saludables los niveles de glucosa.
No obstante, hay que tener cuidado porque pueden aparecer lesiones musculares, como tendinitis, meniscopatías, esguinces de tobillo… Si se hace deporte de competición es recomendable realizar previamente una ecocardiografía y un electrocardiograma.
La recomendación general a cualquier diabético es realizar actividad física para favorecer el metabolismo glucídico. En este tipo de pacientes, se debe ajustar el tratamiento y verificar los niveles de glucemia antes del ejercicio.
El tratamiento preventivo pasaría por intensificar las medidas higiénico dietéticas y la práctica del ejercicio físico. Hay que evitar el sedentarismo y controlar el peso.
Si se observa alguna lesión, estos pacientes son catalogados de riesgo cardiovascular alto, por lo que se iniciaría un tratamiento con estatinas potentes a altas dosis y con fármacos (tras metformina) que tuviesen repercusión cardiovascular (como los iSGLT-2 o los análogos de GLP-1).
Los pacientes con accidente cerebrovascular son considerados como de muy alto riesgo cardiovascular. En este grupo hay que ser muy exigentes con los objetivos de LDL, por lo que la rosuvastatina o la atorvastatina serían los ideales para llegar a cifras objetivo.
Estos pacientes deben seguir una serie de medidas higiénico dietéticas, en las que se incorpore el ejercicio físico en su vida diaria y llevar a cabo analíticas de control, junto con electrocardiogramas e incluso, a ser posible, ecocardiografías.
El papel del farmacéutico comunitario tiene que ser junto con el médico de familia, dar soporte y ayuda a nivel farmacológico y preventivo. Es importante para garantizar un uso más seguro, efectivo y eficiente de los medicamentos. Por ello, los farmacéuticos comunitarios pueden contribuir a reducir errores de la medicación, a favorecer la adherencia y a evitar el abandono de tratamientos.
Hay que recordar que la práctica deportiva es buena para mantener la buena salud, pero es necesario realizarla con mesura, ya que los efectos para el organismo pueden ser negativos, que se traducen en una serie de alteraciones en la estructura del corazón.
En general, los deportistas no son conscientes del riesgo que supone la práctica excesiva de dicha actividad. Su propia convicción de fortaleza, la ignorancia y, muchas veces, no todos los entrenadores no tienen la preparación suficiente en las complicaciones cardiovasculares influyen a la hora de percibir los riesgos que entraña el deporte.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Ángel Hurtado de Mendoza Medina, Romualdo Sánchez Moreno, José Ramon García Fabero, Francisco Cabrera de la Fuente, Juan Antonio Pérez Herrera y Carlos Bazner Domínguez, de Sevilla, y los médicos generales José Ignacio Prieto Romo, Carlos Elias Becerra, Antonio León Lambea, Amaru Tazzioli Ernesto, Rafael de la Cruz Rodríguez Francisco Javier, de Navalmoral de la Mata.
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