La dislipemia está considerada como uno de los factores de riesgo cardiovascular más importantes, junto con la HTA y el tabaco. De hecho, son el principal factor de riesgo para desarrollar enfermedad cardiovascular.
El riesgo asociado a los niveles de colesterol se multiplica cuando coexisten otros factores de riesgo cardiovascular, como HTA o diabetes mellitus.
Para el cribado de las dislipemias lo aconsejable es utilizar el cLDL, teniendo en cuenta además que es un factor de riesgo independiente, resultando así muy importante también para estratificar el riesgo cardiovascular del paciente.
Cuando el tratamiento es conservador, solo dieta, se debe evaluar al paciente cada 3-6 meses. Si la reevaluación es positiva, se continúa hasta conseguir los objetivos, siempre que se esté progresando, al menos durante un año.
Cuando los objetivos no se consiguen, se intervendrá farmacológicamente. En este caso, también se llevará a cabo una reevaluación cada 3-6 meses hasta conseguir el perfil lipídico deseado.
Si el tratamiento no es efectivo, se cambiará la dosis y/o el fármaco y se continúa evaluando con la misma pauta, hasta conseguir una normalización del perfil lipídico. En pacientes tratados con estatinas o fibratos hay que realizar trimestralmente durante el primer año determinaciones de transaminasas y CK (creatinkinasa).
Si las elevaciones de estas actividades enzimáticas son mantenidas o superan cinco veces los valores normales o se acompañan de síntomas clínicos, se debe detener la medicación. Si durante el primer año el control ha sido normal, se puede espaciar el control semestral o anualmente. Una vez conseguidos los objetivos, se mantendrá de la forma más rigurosa posible el tratamiento propuesto.
Se ha demostrada un mayor nivel de cumplimiento terapéutico y una mayor eficacia del tratamiento hipolipemiante con una mayor frecuencia de los controles lipídicos. El paciente se motiva más a cumplir el tratamiento y las medidas higiénico-dietéticas cuando acude a consulta a evaluar sus parámetros lipídicos.
Siguiendo las recomendaciones del Programa de Actividades Preventivas y de Promoción de la Salud (PAPPS), los límites que determinan las decisiones terapéuticas se sitúan en 200 mg/dl (5,2 mmol/l) y 250 mg/dl (6,5 mmol/l).
La actitud terapéutica estará determinada por la existencia de otros factores de riesgo cardiovascular.
El objetivo pasa siempre por prevenir las manifestaciones clínicas y, en especial, la cardiopatía isquémica. La forma de establecer el tratamiento ha de ser individualizada para cada paciente, según la analítica y el resultado de la evaluación de los factores de riesgo cardiovascular.
Para determinar en qué pacientes con dislipemia es necesario iniciar el tratamiento con fármacos, las guías de práctica clínica proponen que se tome la decisión en función del riesgo cardiovascular del paciente y sus niveles de c-LDL.
Las guías de la ESC/EAS proponen unas categorías de riesgo cardiovascular que contemplan la clasificación de las tablas SCORE. Así, en pacientes con riesgo muy alto, se recomienda una reducción >50% del valor basal y c-LDL < 55mg/dl; en riesgo alto, >50% del valor basal y c-LDL <70mg/dl; en riesgo moderado, c-LDL<100mg/dl y en riesgo bajo, c-LDL<116mg/dl.
La farmacia pasa por ser un centro sanitario ideal para el cribado y determinación de las cifras de colesterol, que puede ayudar al diagnóstico o seguimiento de la hipercolesterolemia.
Una aplicación de protocolos consensuados entre médicos de familia y farmacéuticos comunitarios permiten una intervención más eficiente tanto en la dispensación de los fármacos como en la indicación de consejos de salud para mejorar su estilo de vida e influir así positivamente en el control de la hipercolesterolemia, en la dispensación de algún medicamento u otro producto que no necesite prescripción médica para intervenir en las cifras de colesterol elevado.
Por otro lado, el farmacéutico puede derivar al médico cuando esas cifras de colesterol o la situación del paciente lo requiera.
También son importantes las campañas llevadas a cabo en las farmacias comunitarias donde se conciencia a la población general de la importancia de la detección y control de las dislipemias.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Francisco Antonio Cofán Sabas, Genoveva Naval Calviño, Cecilia Curieses Arcos, Carlos González Vicente y Miguel Ángel González Rodríguez, del Centro de Salud Ribadavia, en Ourense, y María García Lamazares, Elena García Del Río, Luis Seoane Penas, Juan Antonio López Villasante y Julio Alberto Freire Pérez, de A Coruña.
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