La Sociedad Española de Cardiología (SEC) advierte que el riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular está directamente relacionado con los niveles de colesterol total en sangre. A pesar de esta evidencia científica, el 56,1% de los españoles de más de 25 años (58,9% de los hombres y 52,9% de las mujeres) tiene el colesterol elevado, según datos de EuroHeart II, la estadística de la enfermedad cardiovascular en Europa. Además, el 16,4% de los españoles tiene valores considerados muy altos, por encima de los 240 mg/dl, pacientes a los que se les recomienda un tratamiento inmediato. Controlar los niveles de colesterol es fundamental para preservar la salud, ya que este lípido es el responsable del 8% de toda la carga de enfermedades de los países desarrollados, del 60% de las enfermedades de corazón y del 40% de los infartos cerebrales.
En las últimas décadas se ha experimentado un avance en el control de la hipercolesterolemia debido, fundamentalmente, a la disponibilidad de fármacos muy eficaces, seguros y bien tolerados para reducir los niveles de colesterol. Algunos estudios nacionales han puesto de manifiesto que la hipercolesterolemia es uno de los principales determinantes de la aparición de infarto agudo de miocardio en España, que continúa siendo la primera causa de muerte en nuestro país aunque con una incidencia sensiblemente inferior a la del resto de países europeos.
Para reducir estas cifras hay que centrarse en los factores modificables y no modificables. Entre los últimos está la edad, sexo, raza, genética. Luego están el sobrepeso, obesidad, obesidad abdominal, originados por una dieta inadecuada, falta de actividad física suficiente, ingesta de alcohol,…
También hay que considerar las enfermedades, como el hipotiroidismo, la patología biliar, el síndrome de Cushing, la anorexia nerviosa, el síndrome nefrótico y la enfermedad renal crónica. Algunos fármacos también hacen que suban las cifras de presión arterial.
La SEC recomienda practicar ejercicio físico de forma regular, porque aumenta los niveles de HDL; limitar la ingesta de grasas saturadas presentes en alimentos con grasa de origen animal, como la mantequilla, los quesos, los embutidos, la yema del huevo, las vísceras y las carnes muy rojas, ya que incrementan los niveles de LDL, y evitar el consumo de productos industriales, muy procesados, ya que contienen grasas trans, muy perjudiciales para la salud, que elevan el colesterol.
Como norma general, se debe seguir una dieta cardiosaludable, como la mediterránea, basada en el consumo de verduras y frutas (ricas en fibra), pescado azul, aceite de oliva y frutos secos con moderación (porque contienen grasas saludables que aumentan el HDL), así como de vino (no más de dos copas al día) y abandonar el tabaquismo. También hay que considerar tomar la medicación (estatinas y otros fármacos) que prescriba el médico para reducir los niveles de colesterol en los casos en que sea necesario, como el de los pacientes con hipercolesterolemia familiar.
Para prevenir la aparición de la dislipemia, se recomienda distribuir los alimentos en cuatro comidas principales y dos colaciones, moderar el tamaño de las porciones, reducir el consumo de alimentos que contengan grasas saturadas, azúcar y sal, consumir al día dos frutas y tres porciones de verduras de todo tipo, incorporar legumbres, cereales integrales, semillas y frutos secos, limitar el consumo de alcohol, sumar al menos 30 minutos de actividad física diaria, 150 minutos semanales a intensidad moderada o 75 minutos a intensidad alta y control semestral por su médico de cabecera.
La prescripción de tratamiento farmacológico debe hacerse en función del riesgo cardiovascular. Las estatinas son los fármacos de elección y han demostrado reducir el riesgo de eventos cardiovasculares y la morbimortalidad cardiovascular en prevención primaria y secundaria.
Cuando el tratamiento es conservador, solo dieta, se debe evaluar cada 3-6 meses. Si la reevaluación es positiva, se continúa hasta conseguir los objetivos, siempre que se esté progresando, al menos durante un año. Cuando los objetivos no se consiguen, se intervendrá farmacológicamente. En este caso, también se llevará a cabo una reevaluación cada 3-6 meses hasta conseguir el perfil lipídico deseado. Si el tratamiento aplicado no es efectivo se cambiará la dosis y/o el fármaco y se continúa evaluando con la misma pauta, hasta conseguir una normalización del perfil lipídico. En pacientes tratados con estatinas o fibratos hay que realizar trimestralmente durante el primer año determinaciones de transaminasas y CK (creatinkinasa). Si las elevaciones de estas actividades enzimáticas son mantenidas o superan cinco veces los valores normales o se acompañan de síntomas clínicos, la administración del fármaco debe interrumpirse.
Si el resultado es una intolerancia se recomiendan resinas, fibratos o ezetimiba. Si el resultado es insuficiente hay que aumentar la dosis, cambio de estatina o asociación con fibrato o niacina.
Con respecto a ezetimiba, hay que destacar que es un inhibidor selectivo de la absorción intestinal de colesterol procedente de la dieta y de los ácidos biliares, del aporte hepático del colesterol y aumento de la expresión de receptores para LDL. En líneas generales, se trata de un fármaco bien tolerado.
Las resinas de intercambio iónico aumentan la expresión de los receptores de LDL, en su seguimiento hay que prestar atención a los efectos digestivos y vigilar niveles de vitaminas liposolubles. Por su parte, los fibratos aumentan el catabolismo de las VLDL y disminuye los TG. Se recomiendan en el aumento de TG, en las mixtas y asociado a estatina. Seguimiento de miositis si afectación renal y aumento de la excreción biliar es imprescindible. La niacina se emplea poco por sus efectos secundarios y los ácidos grasos omega reducen la lipogénesis hepática y aumentan la oxidación de ácidos grasos.
Si durante el primer año el control ha sido normal, se puede espaciar el control semestral o anualmente. Una vez conseguidos los objetivos, se mantendrá de la forma más rigurosa posible, el tratamiento propuesto.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores Adolfo Cid Feijoo, Manuela María, Salgado Novoa, Luis Delgado Charro, Salvador Rey Suarez, César López Álvarez y Jordi Reguart Aransay, del Centro de Salud de Ribadavia.
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