La prevención primaria es aquella que se lleva a cabo en personas aparentemente sanas. Es la principal herramienta disponible para reducir la incidencia de enfermedades cardiovasculares en la población general.
Se centra en medidas que buscan evitar o demorar las aparición de eventos cardiovasculares mayores, como el infarto de miocardio, ictus y muerte cardiovascular, en personas sanas. Se establece fundamentalmente en Atención Primaria y busca mejorar la salud del paciente.
Es fundamental conocer el riesgo cardiovascular de la población antes de que aparezcan manifestaciones clínicas para poder iniciar estrategias de prevención primaria.
En los últimos años se han desarrollado varias técnicas, principalmente de imagen, que permiten detectar la afección vascular subclínica, pero su uso generalizado no está aprobado.
Cuando un paciente ya ha presentado síntomas clínicos cardiovasculares o se sabe que tiene la enfermedad silente, se debe aplicar medidas de prevención secundaria para evitar nuevas manifestaciones clínicas.
Además de un estricto control de los factores de riesgo, se necesitarán fármacos e incluso intervenciones de revascularización, estrategias de demostrada eficacia pero infrautilizadas. La asignatura pendiente es la modificación del estilo de vida. Muchos de los avances se perderán si no se mejora la dieta, se hace ejercicio físico de forma regular y se suprime el tabaquismo.
Se recomienda iniciar tratamiento hipolipemiante según el riesgo cardiovascular. En riesgo bajo y moderado con LDL mayor a 190 mg/dL, riesgo alto con LDL mayor a 100 mg/dL y riesgo muy alto di LDL mayor a 70 mg/dL.
En este contexto, es muy importante la labor de concienciación en los pacientes en los centros de salud de Atención Primaria.
Es muy importante que el pacientes se implique en hacer cambios en su estilo de vida y mantenerlos en el tiempo; es decir, seguir una alimentación cardiosaludable, actividad física regular y disminución de niveles de estrés.
El sobrepeso y la obesidad, incluida la central, se relaciona con mayor riesgo cardiovascular y su control es parte de las estrategias de prevención primaria.
El consumo excesivo de alcohol también se relaciona con aumento de determinadas formas de enfermedad cardiaca, como miocardiopatía y arritmias.
La dieta mediterránea continúa siendo recomendada por las guías de prevención cardiovascular, debido a que incluye alimentos como el aceite de oliva, pescado y frutos secos, que se han asociado a disminución de riesgo. Estos alimentos, en general, poseen propiedades antiinflamatorias y antioxidantes.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores David Molina Fernández, Pedro Lozano Prieto, Manuel Guzmán Herrera, Isabel Crespo Villarejo, Jesús López Ávila y Jesús Pegalajar Martínez, de Jaén, y los especialistas en Cardiología Ana Gabriela Idoate Gastearena, Luis Mario Sollet López, Cristian Miguel Tiano Demolitsas, Juan Jose Restrepo Calle, Elizabeth Carolina Saputelli Francisco y el médico de Atención Primaria Jose Ignacio Astigarraga Lizundia, de San Sebastián.
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