El término diabesidad resulta de la adición de la palabra obesidad a diabetes. Su uso se ha generalizado debido a la estrecha relación que existe entre ambas patologías.
El paciente diabético y con sobrepeso es casi en la totalidad de los casos un paciente de muy alto riesgo cardiovascular.
Es fundamental iniciar estrategias de prevención primaria de enfermedad cardiovascular y evitar el paso a obesidad.
Dicho control pasa por una estimación del índice de masa corporal y del perímetro cintura cadera, como exploraciones y vías de abordaje iniciales.
Además, en muchos pacientes es conveniente y deseable hacer también una valoración dietética y morfofuncional completa, estimando el porcentaje y distribución de la grasa, e incluso apoyado en la bioimpedancia, valoración nutricional con ángulo de fase, estimación de masa celular/hidratación.
Según los resultados del programa de prevención de diabetes, Diabetes Prevention Program, bajar de peso es una medida clave para reducir el riesgo a la diabetes tipo 2. De las más de 3.000 personas participantes del programa, un 7% de redujo en un 58% el riesgo a desarrollar diabetes tipo 2.
La mejor manera de prevención es cuidar los hábitos de alimentación y realizar ejercicio físico desde la infancia.
La educación nutricional desde la escuela es el fundamento básico para evitar la aparición de diabetes en la edad adulta.
Para el diabético es importante tener unos correctos los hábitos de alimentación, cuidando el aporte de carbono de absorción rápida y el ajuste del balance calórico para conseguir un peso adecuado son pilares básicos del tratamiento.
Junto a ello, hay que mantener una vida activa a través de la actividad física, que siempre debe ser adecuada a las características y capacidad del paciente para poder realizarla. La prescripción de ejercicio es algo que con demasiada frecuencia se olvida y debe tener más en cuenta.
Medidas para prevenir la obesidad y la diabetes tipo 2 pasan por incrementar la actividad física. Los expertos recomiendan que las personas con riesgo de diabetes tipo 2 hagan ejercicio de intensidad moderada, como caminar, bailar, andar en bici…, durante 150 minutos a la semana, unos 30 minutos/5 días por semana.
También se debe seguir una alimentación saludable, donde predominen las frutas y verduras, evitando productos ricos en azúcar y grasas saturadas: bebidas azucaradas, alimentos procesados y alcohol.
Tener una buena hidratación, dormir bien y evitar el estrés son elementos que hay que tener en cuenta.
En líneas generales, el paciente solo toma conciencia de su enfermedad cuando ocurre el primer evento macrovascular, del tipo cardio o cerebrovascular. Entonces la enfermedad diabética y la obesidad ya están avanzadas.
Las consecuencias de la combinación de ambas, diabesidad, suelen ser catastróficas y las manifestaciones clínicas amplias y variadas, como las complicaciones microvasculares en retina y riñón, macrovasculares en cerebro, miembros inferiores y circulación coronaria, sobrecarga articular, artrosis, esteatosis hepática, neuropatía, problemas genitourinarios…
El papel que tiene el farmacéutico comunitario en el manejo de la diabesidad es fundamental. El farmacéutico, desde su condición de profesional sanitario, ejerce un rol primordial en el seguimiento del tratamiento del paciente diabético. Además, puede ser pieza clave en su educación para la salud.
Los farmacéuticos pueden hacer hincapié en que el paciente comprenda todo lo relativo a su enfermedad, medicación, y la importancia de la adherencia terapéutica.
Desde la farmacia se puede incidir no solo en la prevención de riesgos vinculados a la medicación, sino también en la detección de problemas que el enfermo no siempre relaciona con su enfermedad o que llega a considerar normales e inevitables, cuando pueden ser evitados para mejorar su calidad de vida.
La farmacia ocupa un lugar estratégico en el mapa sanitario y puede ofrecer ayuda diaria al 60% de la población que tiene problemas de sobrepeso, tanto para el control de su enfermedad como para implantar las medidas de prevención adecuadas.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina General Mario Benamente Muñoz, María Victoria Carrasco Roncero y Gabriel Sánchez Nava, del Centro de Salud Cáceres Norte, y Clara Jiménez Rubio, Javier Zafra Sánchez, Francisco José Fernández García, José Antonio López Medina, Daniel Elena Aldana y Alberto Avilés Toscano.
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