El cambio del estilo de vida es la mejor forma de enfrentarse a la diabesidad

El término diabesidad engloba dos enfermedades, obesidad y diabetes; es decir, cuando una persona con problemas de obesidad, además padece diabetes tipo 2. Ambas patologías están relacionadas y tienen el mismo origen; el exceso de grasa corporal, más concretamente, la grasa que se localiza en el interior del abdomen (grasa intrabdominal), cuyo parámetro de medición más utilizado es el perímetro de cintura.

Dicha grasa acumulada tiene la capacidad de producir diferentes sustancias, entre ellas las adipoquinas. Cuanta más grasa acumulada, más se incrementa la secreción de adipoquinas, lo que dificulta la acción de la insulina. Es lo que se conoce como intolerancia a la glucosa, que conduce a la aparición de la diabetes tipo 2. Por esta razón, la mejor forma de hacer frente a la diabesidad es cambiar de estilo de vida, siguiendo una dieta adecuada y realizando actividad física para reducir el exceso de grasa corporal y, sobre todo, el exceso de grasa intrabdominal. Eliminándola se contribuye a reducir el riesgo de sufrir diabetes tipo 2, además de otras patologías cardiovasculares, como el exceso de colesterol o la hipertensión. En caso de padecerla, reducir el exceso de grasa ayuda a controlar los niveles de glucosa en sangre y otras alteraciones asociadas.

Perder peso

Cuando un paciente obeso debuta con diabetes tipo 2, lo primero que se plantea es que tiene que perder peso. Si no existe otra patología de base que haga necesario que el paciente tenga que ser valorado por un endocrinólogo, se recomienda que cambie sus hábitos de vida hacia otros que sean más saludables en cuanto a la alimentación. También se valora la posibilidad de empezar a realizar algún tipo de actividad física, aunque siempre hay que consensuarlo con el paciente, puesto que dependiendo del grado de obesidad que padezca podrá realizar actividad física más o menos intensa. Pero lo ideal sería conseguir que la actividad física sea un hábito de vida diario.

En líneas generales, también se instaura tratamiento farmacológico; ya que en este tipo de pacientes los valores de glicada suelen ser bastante altos. Todas las guías recomiendan comenzar con metformina, pero la experiencia clínica sugiere que en este tipo de pacientes no suele ser suficiente y quizás lo más recomendable es pasar directamente a un tratamiento de doble terapia. Para elegir el tratamiento hay que basarse en que sea neutro en cuanto al peso o no lo aumente. Por este motivo, utilizar un iDDP4, en concreto vildagliptina, sería muy recomendable.

Hipertensión y dislipemia

Pero el abordaje del paciente obeso y diabético no acaba aquí. También hay que vigilar las cifras de presión arterial y el perfil lipídico del paciente, si no completo al menos por los niveles de LDL. Estos dos parámetros suelen estar alterados y es frecuente que se necesite medicación para controlarlos.

Es muy importante insistir en la obligatoriedad de conseguir perder peso con una dieta adecuada y equilibrada; ya que la pérdida de peso conseguirá importantes beneficios para controlar glucosa, cifras tensionales y niveles lipídicos.

Normalmente, estos pacientes no suelen ser consciente de la importancia de su enfermedad, se fijan más en las limitaciones sociales que le ocasiona, dejando a un lado el riesgo cardiovascular. Por eso, es fundamental ofrecer al paciente información sobre su salud y cómo debe hacer frente a su enfermedad. Se tendría que realizar desde el centro de salud un programa específico para estos pacientes, donde se pudiera hacer un seguimiento correcto con todos los profesionales implicados en el control de esta patología. En esta misma línea de trabajo, debería actuar el farmacéutico y en su oficina de farmacia podría ofrecer todos estos servicios de formación y fomento hacia conseguir hábitos de vida que ayuden a controlar su patología.

Educación diabetológica

Porque los pacientes con diabesidad deben recibir educación en autocontrol y autocuidados. Se debe de abordar los problemas psicosociales, ya que en este tipo de pacientes el bienestar emocional se asocia con resultados positivos. En este sentido, es necesario una mayor implicación del colectivo sanitario, desarrollando programas eficaces que consigan estos fines. Además también sería necesario la implicación de otro tipo de profesionales sanitarios (psicólogos, nutricionistas,…) que nos ayuden a conseguir educar a estos pacientes.

El farmacéutico se puede implicar en el cuidado de estos pacientes analizando y detectando entre los pacientes que acuden a su farmacia quienes son susceptibles de recibir ayuda para mejorar su situación. Estas personas pueden entrar a formar parte de programa de ayuda y control de la diabesidad con visitas periódicas donde controlen niveles de glucemia, presión arterial y peso. Además de desarrollar una importante función de difusión de información sobre esta enfermedad y colaborar en la labor que se hace desde atención primaria de reeducación de estos pacientes.

Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Atención Primaria Rafael Gómez Carmona, Rafael José Serrano Blanco, José Manuel Gavilán Plaza, Cristóbal Prieto Cid, Manuel Barragán Solís, Antonio Varo Soriano, Carlos Javier Berral de la Rosa, Miguel Valdecantos Morán, Rafael Ángel Cejas López, José Ignacio Martínez Morente, Fernando Báez Cruz, Francisco Javier López Jiménez, Alfonso Hidalgo Pineda, María Asunción Gil López, Manuel Ángel Jiménez Torres y los internistas Daniel Rosado Álvarez y Bernardo Marín López, de Córdoba.

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