Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en nuestro país y conllevan además un elevado grado de discapacidad y gasto sanitario. La Sociedad Española de Farmacia Hospitalaria (SEFH) calcula que el 40 % de los pacientes no se medica correctamente. Supone ingresos y visitas médicas, y tiene un coste tanto en vidas como económico, estimado en 18.400 muertes prematuras y 11.000 millones de euros al año.
La adherencia terapéutica es un factor clave para asegurar la sostenibilidad del sistema sanitario, ya que la no adherencia se vincula a peores resultados de salud y mayores costes sobre el sistema de salud.
Los pacientes con enfermedad vascular subclínica tienen un riesgo de complicaciones cardiovasculares. Se encuentran entre prevención primaria y secundaria, aunque numerosas guías los clasifican como prevención secundaria.
La falta de tiempo y recursos dedicados a la educación sanitaria del paciente, la dificultad de acceso a programas de rehabilitación cardiaca, la persistencia en la concienciación del médico y la falta de aceptación de la enfermedad por parte del paciente son los factores que determinan la falta de adherencia en prevención secundaria y en pacientes de alto o muy alto riesgo con enfermedad cardiovascular subclínica.
Unas pautas que pueden ayudar a mejorar la adherencia pasan por simplificar la prescripción, la dosis o el número de tomas; el uso de recordatorios o alarmas para las tomas; formaciones didácticas; disponer de un apoyo social y familiar para que el paciente mejore su adherencia, y tener el apoyo de las oficinas de farmacia a través de las dosificaciones de los pacientes.
Para lograr una correcta adherencia es importante empoderar al paciente con una buena información sobre su enfermedad y de las consecuencias que se pueden derivar de unos parámetros altos de LDL. Hay que tener en cuenta que el colesterol alto es asintomático.
La falta de adherencia terapéutica implica un mal control de los factores de riesgo cardiovascular, lo que se traduce en número mayor de visitas en Atención Primaria, servicios de urgencias y una mayor probabilidad de hospitalización. Todo esto hace que se produzca una sobrecarga asistencial para los profesionales sanitarios y un lógico sobrecoste económico para el sistema sanitario.
La adherencia entendida como el grado de seguimiento de las recomendaciones dadas por el médico es clave en el control de las enfermedades crónicas y de los principales factores de riesgo cardiovascular. El término adherencia o cumplimentación terapéutica incluye tanto el cumplimiento de los tratamientos farmacológicos como el seguimiento de las recomendaciones higiénico-dietéticas o la adopción de cambios de estilos de vida de los pacientes.
Las combinaciones fijas están demostrando buen control de los objetivos LDL y buena tolerancia general. Son, sin duda, un beneficio para el paciente, ya que hay una reducción de los posibles eventos, lo que mejora la prevención cardiovascular. Si a esto se le añade una reducción económica en el coste del comprimido es aún más beneficioso.
El incumplimiento en el tratamiento con estatinas genera un aumento de morbilidad y mortalidad cardiovascular. Las medidas adoptadas para optimizar la adherencia a las estatinas, como la educación sanitaria, el apoyo al tratamiento y los recordatorios, han tenido escaso éxito.
A pesar de que las guías actuales ya especifican categorías de pacientes a los que se debería indicar estatinas, hay que tener en cuenta la heterogeneidad de los riesgos y beneficios que comportan las estatinas en cada caso en concreto.
Es importante destacar que la simplificación del régimen terapéutico se acompaña de mejores resultados en cuanto a adherencia terapéutica y a un mayor control de factores de riesgo cardiovascular. Estos datos sirven tanto en prevención primaria como en prevención secundaria, lo que podría tener un impacto significativo en la tasa de complicaciones cardiovasculares.
Por su parte, en los pacientes que ya son adherentes, la simplificación del régimen terapéutico en una combinación fija podría favorecer su adherencia a largo plazo, especialmente de los pacientes polimedicados y los que presentan mayores dificultades para comprender su enfermedad y su tratamiento.
Desde la oficina de farmacia se puede concienciar al paciente que es una enfermedad silente, que no duele. Hay que intentar que los pacientes tomen en serio las causas que la producen y cambiar hábitos de vida.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina Familiar y Comunitaria Yolanda Sipan Sarrion, Mª Dolores Just Cardona, Víctor Climent Ferri, Ramon Mansergas Suay y Enrique Grajales Pardo, y el cardiólogo José Luis Colomer Martí, de Valencia, y Daniel Castro Fernández, del Chare Loja y María José Antolinos Pérez, del Hospital Virgen Nieves, y los médicos generales Francisco Vazquez Moreno, de Cabra; Carlos Javier Berral de la Rosa, de Puente Genil; Antonio Arboledas Márquez, de Chauchina; Magdalena Berbel Barranco, de Santa Fe, y Alejandro Carmona Rivas, de Peligros.
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