Intervenir sobre la dieta y el sedentarismo es imprescindible para control del riesgo cardiovascular. Para conseguir cambios en el estilo de vida son necesarias estrategias conductuales de amplio alcance. Además de explicar al paciente por qué debe hacerlo, es preciso enseñarle cómo cambiar y proporcionarle herramientas que le ayuden al cambio y, sobre todo, a mantenerlo en el tiempo.
La dieta debe ser variada y la ingesta calórica proporcionada para mantener el peso ideal. Hay que fomentar el consumo de productos vegetales frescos, como legumbres, cereales integrales, frutas y verduras; pescado y aceite de oliva, propio de la dieta mediterránea.
También se recomienda reducir las grasas totales hasta el 30% del valor calórico diario y evitar grasas trans por su gran capacidad aterogénico. Hay que limitar el consumo de sal hasta valores de 4-5 g/día, es muy efectivo no solo en el hipertenso.
En cuanto al ejercicio, se puede ofrecer una serie de recomendaciones, como subir escaleras o bajarse del autobús una parada antes.
Entre las recomendaciones para llevar una correcta alimentación están la de dedicar un día de compras a la semana y preparar comidas saludables que se puedan congelar y comer más tarde cuando no se tenga tiempo para cocinar. Hay que crear adherencia sobre hábitos saludables.
Hay que prestar atención a una adecuada higiene de sueño nocturno y evitar el estrés puesto que se sabe que empeora el RCV.
Los especialistas recomiendan realizar entre 3 y 5 comidas al día con un ajuste de lo que se come al perfil del paciente y sus necesidades. Es importante aumentar el consumo de frutas, verduras y hortalizas, legumbres, huevos, cereales integrales y frutos secos. El pescado debe incluirse tres veces por semana y hay que evitar los refrescos, zumos comerciales, chocolate, helados o productos de repostería.
La ingesta energética debe limitarse a la cantidad de energía necesaria para mantener o conseguir un peso saludable, es decir un IMC 20-25. Importante medir grasa corporal y composición, ya que la grasa abdominal conlleva mayor riesgo cardiovascular que la subcutánea. Alcanzar y mantener un peso saludable tiene un efecto beneficioso en los factores de riesgo cardiovascular (presión arterial, lípidos, tolerancia a la glucosa) y reduce el riesgo cardiovascular. La dieta, el ejercicio y las modificaciones de la conducta son los pilares del tratamiento.
La actividad física regular es el pilar de la prevención cardiovascular. Se recomienda realizar al menos 150 minutos a la semana de actividad física aeróbica de intensidad moderada o 75 minutos a la semana de actividad física intensa. El aumento progresivo de actividad física conlleva beneficios adicionales.
Otro aspecto a considerar es abandonar el hábito tabáquico. Son importantes las intervenciones sobre la conducta tanto individuales como grupales, así como el apoyo de la familia y entorno.
También pueden ser útiles los nutracéuticos como, los fitoesteroles, que son esteroles vegetales que compiten con la absorción intestinal de colesterol. Se encuentran de manera natural en numerosos alimentos de origen vegetal, como el aceite de maíz, de girasol, de oliva, etc., pero también pueden encontrarse como suplementos alimenticios. Aunque han demostrado reducción de LDL de en torno a un 10%, aún no hay ensayos clínicos que hayan demostrado reducción de eventos cardiovasculares.
La levadura de arroz rojo contiene monacolina que inhibe la hidroxi metil glutaril CoA reductasa, al igual que las estatinas. Por ello, puede tener los efectos secundarios de las estatinas y se recomienda precaución en el uso de suplementos nutricionales que contienen esta molécula.
Los ácidos grasos insaturados n-3 proceden principalmente del pescado y de alimentos vegetales. También pueden adquirirse mediante suplementos.
En cuanto al policosanol y berberina no hay evidencia suficiente para recomendar suplementación con estas sustancias.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores especialistas en Medicina Interna Mª Elena Bello Martínez y Agustín Blanco Echevarría, el cardiólogo Juan Carlos Gómez Polo y el endocrinólogo Juan Carlos Percovich Hualpa, de Madrid; Jesús Palomo del Arco, José Félix Aparicio Martín y Manuel Ramos Rodríguez, del Centro de Salud de Guijuelo; los médicos generales Diana Fernández Torre, Pablo González Astorqui, Dolores García Sánchez y Juan Carlos López Caro, de Santander; Mª Jesús, Esteban Sastre, Ana García Martin, Miguel Costillo Orive y Eduardo González Ferrer, de Madrid.
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