Cada vez se ven más jóvenes con riesgo cardiovascular en las consultas de Atención Primaria. Estos pacientes llegan especialmente con sobrepeso, que junto a hábitos poco o nada saludables, como son consumo de tabaco en edades cada vez más temprana y el alcohol de forma de consumo agudo y los fines de semana, ayudan a que los factores de riesgo sean preocupantes.
En edades un poco más avanzadas, hay que añadir el estilo de vida sedentario. El ritmo de vida actual y el estrés diario también dificulta el mantenimiento de una dieta y unos hábitos saludables. Además, este aumento se da en mayor medida entre los adultos jóvenes que viven en zonas urbanas frente a zonas rurales y donde el estrés puede jugar un papel importante.
La mayor parte de los pacientes con riesgo cardiovascular se detectan en reconocimientos de salud realizados en el trabajo o en campañas de despistaje llevadas a cabo desde Atención Primaria, donde se ven valores alterados de presión arterial, glucemia basal o lípidos en sangre. En otras ocasiones, la primera manifestación es un evento cardiovascular en forma de infarto de miocardio o ictus. Pero hay que tener en cuenta que la exploración inicial, midiendo el perímetro abdominal, puede dar una pista sobre el riesgo cardiovascular. En personas más jóvenes, el riesgo se puede ver en exámenes físicos que se hacen cuando empiezan la universidad o cuando acceden al mercado laboral y se les hace un reconocimiento.
Una vez conocido el riesgo cardiovascular, hay que tomar las medidas adecuadas, comenzando por la modificación de aspectos fundamentales del estilo de vida, como es abandonar el habito tabáquico, seguir una dieta mediterránea rica en frutas, verduras y pescados, evitar las grasas saturadas y el exceso de sal e intentar realizar una actividad física de intensidad moderada con regularidad, como salir a caminar a buen paso unos 30 minutos, 5 días por semana. Si estas medidas no resultan suficientes para alcanzar los objetivos según guías de presión arterial, control lipídico y glucemia, se debe plantear el inicio del tratamiento farmacológico, que habrá de ajustarse de forma individualizada en cada paciente según su perfil de riesgo.
En el caso de iniciar el tratamiento farmacológico, en pacientes jóvenes donde el estrés pueda ser el origen de la hipertensión se puede comenzar con un betabloqueante, mientras que si se trata de hipertensión esencial hay que recurrir a un IECA o un ARA II.
Por eso, es clave la educación y cuanto antes se implante, mejor. Con una buena formación, los jóvenes tendrán más posibilidades de reducir estos factores de riesgo.
En muchas ocasiones, estos pacientes no son conscientes del riesgo que presentan, puesto que se encuentran asintomáticos y no han presentado eventos cardiovasculares previos, lo que hace que se produzca un menor cumplimiento terapéutico comparado población de mayor edad. Además, tener que tomar de por vida una medicación no facilita el cumplimiento terapéutico.
En este contexto, hay que incidir en la necesidad de que los factores de riesgo estén más controlados, donde la dieta y el ejercicio sean los pilares básicos, desterrando las bebidas azucaradas, las precocinada, el tabaco y el alcohol. También es aconsejable evitar, en la medida de lo posible, las situaciones de estrés.
En el control de estos pacientes el farmacéutico tiene un papel fundamental a la hora de resolver dudas acerca de la posología de la medicación o los posibles efectos secundarios, así como a la hora de incentivar a los pacientes para mantener una adecuada adherencia terapéutica. Por eso, es complementario y colaborador con el médico, puesto que tiene acceso a poder hablar con los pacientes por la frecuencia con los ve en la oficina de farmacia.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores médicos de Familia Antonio Vicente Marín, Francisco Javier Montero Parra, Alfonso Jiménez Arenas, Pilar Sánchez Ortiz, Maximiliano Martínez García y Carlos A. García Arnedo, de Albacete, Andrés Tomás Andrés Marcos, Carmen Caballero Sánchez-Serrano, Cristina Casarrubios Paniagua, Vicente Zabala Alarcia, Ramón Arturo Odar Cabrejos, Inmaculada Parrillas Salas, del Centro de Salud Rafael Alberti, y los cardiólogos Elena Batlle López, Elena España Barrio, Isabel Monedero Sánchez, Juliana Jiménez Valtierra, Raquel Campuzano Ruiz, del Hospital Fundación Alcorcón. Jesús Cordero, Alfredo Rueda y Miguel Villa.
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