Los cuatro pilares fundamentales sobre los que debe sustentarse el cambio de estilo de vida para reducir el riesgo cardiovascular son ejercicio físico, dieta saludable, control del peso y cesión del hábito tabáquico.
Se recomiendan 150-300 minutos de ejercicio físico aeróbico semanal de intensidad moderada (o 75-150 minutos si la actividad es intensa). Además, cada vez se dispone de más evidencia que apoya recomendar adicionalmente la práctica de actividad física de fuerza (al menos dos días a la semana).
La dieta más recomendada es la mediterránea que se puede considerar como un perfil dietético caracterizado por un alto consumo de fruta, verduras, legumbres, carbohidratos complejos, consumo moderado de pescado, con una cantidad moderada-baja de vino durante las comidas, siendo el aceite de oliva la principal fuente de grasa.
Se ha observado una fuerte asociación entre el consumo de vegetales, nueces, ácidos grasos monoinsaturados y patrones de alta calidad dietética, es decir, un alto contenido de vegetales, fruta, legumbres, cereales integrales, pescado, y un menor riesgo de enfermedad coronaria.
Así, se ha visto una relación entre una mayor adherencia a la dieta mediterránea y la reducción del riesgo de mortalidad por todas las causas de mortalidad cardiovascular y la reducción en la incidencia de enfermedades neoplásicas.
También es importante el control de peso. En las personas con sobrepeso u obesidad se recomienda una pérdida de al menos un 5-10% de su peso basal, dado que esto se asocia con una reducción del riesgo de dislipemia y diabetes, y, en general, mejora el perfil cardiovascular. Para lograr este objetivo, en primer lugar pueden indicarse dietas específicas para la reducción de peso, aunque lo más recomendado es mantener de forma indefinida una dieta saludable.
El abandono del hábito tabáquico es sin duda la medida que se asocia a un mayor beneficio cardiovascular. En las últimas guías de práctica clínica se hace hincapié en recomendar el abandono del tabaco a pesar de que pueda asociarse a un aumento del peso corporal, dado que su impacto pronóstico favorable se mantiene.
El estudio PREDIMED demostró que la dieta mediterránea, suplementada con nueces o aceite de oliva virgen extra, lograba una reducción del riesgo de enfermedad cardiovascular de aproximadamente el 30%.
No obstante, hay que tener en cuenta que cada persona es distinta y la dieta debe ser adaptada a los factores de riesgo cardiovascular que una persona tenga.
Para favorecer la adherencia a las medidas comentadas pueden implementarse diferentes tipos de terapia conductual y de comportamiento (individual o en grupo), focalizadas a un factor concreto (p.ej. abandono del hábito tabáquico) o con un enfoque más global.
Para la elaboración de este artículo se ha contado con la colaboración de los doctores María Teresa Díaz Fernández, Alejandra Rey Rañal y Germán Orqueida García, de A Coruña, y José A. Torres Avilés, José A. López Medina, Rafael Carlos Latorre Parra, Carlos Bentabol Herrero y Francisco Rodríguez Díaz.
La Agencia Estadounidense de Medicamentos (FDA, por sus siglas en inglés) ha aprobado definitivamente 'Leqembi'…
Loterías y Apuestas del Estado conmemorará el 125 aniversario del Colegio Oficial de Farmacéuticos de…
Las enfermedades cardiovasculares constituyen la primera causa de muerte en los países occidentales. Son la…
Un estudio piloto realizado en un centro médico académico destaca los beneficios de la revisión…
Más de 1’5 millones de personas en España se encuentran en una situación vulnerable y…
El control de los factores de riesgo cardiovascular con pautas de modificación del estilo de…